CAYEY.- A las 7:40 de la mañana salió de su casa en busca de uno de los líquidos más preciados. Sí, la gasolina para poder moverse y contribuir a la reconstrucción del país y a la de su casa.

En la búsqueda, visitó unos seis puestos de combustible en el municipio. El panorama era caótico. Las filas eran interminables, algo parecido a un laberinto. Tenían inicio, pero el fin no era divisible a corta distancia.

Reacia a pasar horas a la espera en un auto, decide trasladarse a Caguas para tener acceso a la comunicación, reportarse al trabajo y buscar otra opción para abastecerse.

En Caguas, los puestos inmediatos, cercanos al centro comercial Las Catalinas, no estaban funcionando. Pero, como ver una fila ya es casi predecible que es de gasolina, la inició. Pasada media hora, un individuo sin ningún tacto lo alerta. “Si no van a comprar hielo, tienen que salir de aquí”, vociferó.

A fin de cuentas, nunca supo dónde despachaban otro de los artículos necesarios luego de pasados unos seis días del paso del huracán María.

A las 8:51 de la mañana ya estaba de regreso a la zona central. Y pasadas las 9:30 a.m. y al asomo de la resignación, se estaciona detrás del último carro cercano al barrio Beatriz de Cidra (salida de Guavate) que se dirigían a la estación Shell en dirección al pueblo de Cayey.

Bajar los cristales para apaciguar el calor y escuchar la radio era lo que podía hacer de inmediato. Otros optaron por salir del auto y socializar, acción que en estos días solo se logra con los familiares con los que se vive ante el difícil acceso a las telecomunicaciones y a la falta de paso en diferentes comunidades en los municipios.

Los vehículos se movían a razón de 15 a 20 minutos aproximadamente.

Ya pasado el mediodía, el calor apretó y la entrega de botellas de agua a los conductores fue un gesto amable de los empleados municipales, y un alivio para los sedientos.

Sin embargo, escuchar a los funcionarios decir una vez más que “la gasolina va a llegar” y que se “está trabajando con las telecomunicaciones”, ya no era aliento.

Otros se refrescaron con una bebida oculta en una bolsita de papel. Así divisó a unos cuántos que claramente intentaban disipar la evidente violación a Ley Seca, que impide la venta y consumo de bebidas alcohólicas. En tanto, uno que otro se guardó la timidez y se paseó libremente con su cerveza en mano que compraron en el puesto. La policía en el área era nula, aunque afortunadamente la fila corrió en completo orden.

“Ha comenzado la logística para que puedan llevar el combustible. Está el combustible en la calle. Tienen que darnos el espacio. Va a llegar. Aquí hay una logística montada”, se escuchó decir a Abner Gómez, director de AEMEAD en entrevista con Jay Fonseca (WKAQ).

En tanto, más temprano, el secretario de Asuntos Públicos, Ramón Rosario Cortés, dijo en conferencia de prensa desde el Centro de Convenciones, que ya había cientos de puestos hábiles para despachar. Según esbozó, de las gasolineras Puma ya están disponibles 110 de los 140 establecimientos, 102 de la Total, 108 de las 172 Shell y 60 de las 90 Ecomaxx, que mayormente le sirven al sur de la Isla.

La jornada en el puesto acabó a la 1:20 de la tarde, luego de seis horas en la fila, con el tanque del carro lleno, pero con la inquietud de que solo durará alrededor de tres días al cumplir con las responsabilidades y que, quizás, tendrá que regresar a las interminables filas si no se abastecen los puestos alrededor de la Isla.