Villalba. “Míster, pero a mí como que me está gustando esto”.

Con las manos llenas de cerezas rojas de café, algunas de ellas verdes que, inevitablemente, cayeron de las ramas, varios estudiantes de la escuela intermedia Francisco Zayas Santana en Villalba cantaban y reían en la Finca Colón, que ubica en la altura del barrio Aceituna.

Avanzaban entre arbustos, resbalándose en el terreno escabroso y algunos sintiendo el intenso picor de las hormigas entre los dedos, para llenar la mayor cantidad posible de sacos con el fruto.

Cuando no estaban concentrados en las ramas de los árboles de café, observaban el horizonte, apuntando hacia Santa Isabel y la costa ponceña, o fotografiaban el coquí que “míster” sujetaba en la palma de sus manos.

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Los cuatro sacos que abarrotaron eran tan pesados que ni tan siquiera podían cargarlos. De la jalda bajaron más felices de lo que subieron, aunque idealmente hubieran llenado un quinto saco. Así se convertirían en los campeones de la competencia amistosa que tenían entre sus compañeros de clase.

El grupo forma parte de los primeros estudiantes inmersos en el proyecto del Departamento de Educación “Pa’ que no se pierda el café”, que busca introducir a la nueva generación a la industria cafetalera, máxime ante la escasez de mano de obra para recoger el fruto durante la temporada actual, que comenzó en agosto y finalizaría en febrero.

Para los niños, el evento significaba mucho más que una amigable rivalidad. Pese a su corta edad, estaban conscientes de la realidad de Puerto Rico, compartiendo con este diario que fue, precisamente eso, lo que les impulsó llegar a la finca.

“Venimos aquí para que no se pierda el café”, aseguró Edwin A. Fratticeli De Jesús, de 12 años, quien con entusiasmo expresó cuánto le encanta beberse una taza de café acompañado con un pedazo de pan.

“(Estoy aquí) porque hay que recoger el café”, coincidió Brianna Alejandra Torres Rodríguez, de 11 años, quien antes de comenzar a recoger el fruto ya planificaba su segunda visita.

A raíz de la gran necesidad y amenaza de la pérdida que sufrirían los caficultores, la Oficina de la Región (ORE) de Ponce del Departamento de Educación creó la iniciativa.
A raíz de la gran necesidad y amenaza de la pérdida que sufrirían los caficultores, la Oficina de la Región (ORE) de Ponce del Departamento de Educación creó la iniciativa. (Suministrada)

El proyecto

A raíz de la gran necesidad y amenaza de la pérdida que sufrirían los caficultores, la Oficina de la Región (ORE) de Ponce del Departamento de Educación creó la iniciativa, que comenzó apenas hace un mes.

Ya se han organizado cuatro visitas con estudiantes de la misma escuela intermedia a la finca villalbeña, que se extiende a cerca de 45 cuerdas e incluye unos 40,000 árboles de café.

“Esta iniciativa surge ante el llamado que hicieron los agricultores de que se les está perdiendo el café, pues la ORE de Ponce desarrolló este proyecto con estudiantes donde queremos traerlo entonces a esta experiencia del recogido del café”, explicó la ayudante especial de la ORE de Ponce, María de Los Ángeles Piris Grau a Primera Hora.

“Esto es un proyectito criollo, bajo costo, con mucho esfuerzo que lo tenemos a pequeña escala. Ha sido la respuesta muy buena. Los niños jamás, ellos expresan que jamás han tenido esta oportunidad y que les gustaría continuar en este proceso”, agregó.

Los estudiantes han sido los pioneros en participar. Pequeños grupos, de no más de 10 jóvenes y quienes cursan la clase de agricultura del maestro Francis Álvarez, han sido los que han visitado la hacienda.

Para que todos los alumnos sean partícipes, van una sola vez si cuentan con el consentimiento de sus padres o guardianes.

“La iniciativa ha sido una maravillosa para mí y para los estudiantes”, afirmó el docente al recontar que, cuando la ORE le hizo el acercamiento y le comunicó que serían los primeros estudiantes en participar del proyecto, se sintió “bien orgulloso” y, por eso, “le dije que sí de una”.

“De hecho, fue algo bien maravilloso, (porque) nosotros estábamos hablando de la historia de la agricultura justamente cuando (nos ofrecieron la iniciativa). Yo les estaba hablando (a los estudiantes) acerca del café, del área de las haciendas, cómo este cultivo ha sido el único de los tres cultivos principales que hubo, (aunque) ahora están tratando de impulsar la caña, pero eso es punto aparte, sigue todavía actual”, subrayó Álvarez, maestro de séptimo y octavo grado.

Según Piris Grau, la iniciativa de la agencia pública no busca limitarse a Villalba, sino que, en un futuro cercano, se pretenden visitar otras fincas de municipios adyacentes e impactar estudiantes de otros planteles de la región.

“Esta iniciativa se debe insertar en el currículo para que los estudiantes puedan pasar por esa experiencia”, opinó Melvin Vázquez Roche, educador, agricultor y ayudante de la Finca Colón.

Durante el proyecto, Álvarez le explicó al grupo las partes del árbol y, una vez finalizaron, se les mostró cómo continúa el proceso, pesando lo recogido, la etapa de despulpar y el secado de los granos.

Inspirando la familia entera

El frenesí por recoger café ha motivado también a padres y abuelos.

Este fue el caso de Nélida Torres, de 73 años, quien acompañó a su hija y enfermera de la escuela intermedia, Nellyvette Ortiz, y nieta, Nicole de 12 años, a recoger el café.

“A mí siempre me ha gustado esto. Yo, por lo menos, enseñé a mis niñas en esto, porque en mi casa tenían café y quería compartirlo con mi nieta, ya que ella venía para acá. Me dio una oportunidad para acompañarla y enseñarle las cosas hermosas que tiene todo esto, porque esto es una experiencia única”, acotó Torres.

De izquierda a derecha: Nélida Torres, la enfermera escolar Nellyvette Ortiz y Nicole.
De izquierda a derecha: Nélida Torres, la enfermera escolar Nellyvette Ortiz y Nicole. (Suministrada)

Por su parte, Ortiz aseguró que compartir el proyecto con su madre e hija ha sido “maravilloso”, evocándole recuerdos de las enseñanzas de su progenitora.

“Es bien lindo salir del salón y tener la experiencia de las cosas que hacían nuestras personas antepasadas, la gente que les encantaba recoger y hacer estas cosas y que los nenes vean que antes se trabajaba mucho y que para poder tener las cosas hay que hacer las cosas uno mismo”, estableció Torres.

La madre y abuela de Nicole no son las únicas contagiadas.

De acuerdo a Álvarez, el padre de otro estudiante ya se incorporó a la finca y comenzó a trabajar en ella.

“Ese es el punto: enseñarles a ellos que esto sí puede llegar a ser una profesión… el impacto que ha tenido en la comunidad y que los estudiantes sepan y vean que hay un futuro y que hay una manera de tener ganancias de esto es enriquecedor”, agregó.

“Siempre hay que pensar positivo. Tenemos a los jóvenes que podemos insertar, lo que pasa es que hay que llevarlos a la finca”, concordó Vázquez Roche.