Cuenta su dura lección el maestro Agustín Pujols
El educador hace una reflexión luego del incidente en el salón de clases que hoy lo hace mirar a todos a los ojos.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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CAGUAS. Agustín Pujols regresó este semestre a la docencia con la frente en alto.
Atrás quedó el pensamiento catastrófico de que su carrera magisterial había terminado.
Así pensaba la primera vez que dio la cara al País, en una rueda de prensa en la que estaba cabizbajo y expresó muy pocas palabras porque “pasaba como un trance”, pero la marea cesó.
“Muy en alto. Gracias a Dios”, comparte sobre el logro de volver a mirar a todos a los ojos, sin vergüenza.
En la sala de su casa, Pujols compartió a Primera Hora que “trato de mantener siempre un nivel, pero todo el que está en alto tiene riesgo de caer”.
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Poco más de tres meses después del incidente, comenzó a dar clases en un plantel nuevo, la escuela superior vocacional Manuel Mediavilla en Humacao, luego de haber recibido ayuda de profesionales de la conducta, provista por el Estado, por su situación emocional.
En dos ocasiones intentó regresar a la escuela de San Lorenzo, pero “no me sentía seguro” porque no se han dado las “condiciones” necesarias para ese regreso, lo que le apena por los buenos estudiantes y compañeros que allá deja.
Su calvario inició la mañana que recibió una llamada de la directora escolar para informarle que el evento había sido subido a Internet. Lo que experimentó entonces era como si hubiese sido empujado desde el borde de un precipicio al exponer una situación ante la crítica social.
“No me maté, gracias a Dios”, aseguró. “No tuve que decir nada a favor mío”, destacó al hablar de las voces que se levantaron, sin pedirlo, para defenderlo.
“Y eso es una satisfacción que me hace sentir bien, a pesar de la parte emocional, porque cuando pienso en eso, pienso que vale la pena hacer el trabajo. Vale la pena estar expuesto a todo eso, porque rinde fruto”, agregó.
Y no solo de gente que lo conocía, sino también de los numerosos ciudadanos que le manifestaron su apoyo en las redes sociales.
“Pensé que pudieron ver más allá de tres palabrotas”, expuso. La gente sabe ver más allá. Hay una persona que está llevando un mensaje, que está esforzándose por hacer un trabajo, por convencer a unos muchachos de que tienen que trabajar, tienen que estudiar. Ese era el mensaje. No eran las tres palabrotas”.
Parte del contexto en el que se dio el incidente está relacionado con frustraciones, tanto del maestro como de los alumnos, por falta de materiales para practicar la teoría, y ese día, confesó. lo “sacaron por el techo”.
¿Usted llegó al extremo?
“Sí, porque normalmente yo no utilizo ese tipo de palabras para dirigirme a mis estudiantes y ellos lo saben… Yo siempre trato de mantener un nivel, precisamente, porque yo les estoy enseñando a desenvolverse en el mundo del trabajo… A veces cuando uno llega a un nivel de desesperación, cómo -caramba- no me entienden, pues entonces uno, verdad, casi inconscientemente, uno recurre a palabrotas”.
¿Se arrepiente de haberlas dicho?
“En verdad, no sé. En verdad no sé... no sé porque como le digo, no fue algo premeditado, ni fue algo de la costumbre”.
Opinó que “no solamente nosotros como profesionales no debemos llegar a unos extremos, sino que llevar más bien el mensaje a los protagonistas de la situación de que no es una diversión, no es divertido la frase que ellos utilizan mucho, ‘sacar por el techo’. Eso no es una diversión. Eso es hasta peligroso”.
Si el vídeo le costaba su carrera magisterial, que eligió porque “uno no se debe llevar ese conocimiento que uno va acumulando y adquiriendo. Uno lo debe transmitir”, su alternativa era ejercer como técnico en electrónica.
¿Por qué le dolió tanto verse en esta situación?
“Inicialmente, lo que se buscaba era hacer daño y como yo soy un ente público y al salir así, pues, tengo familia… que yo sé que están sufriendo conmigo…”
¿Qué se siente ser señalado ante el País?
“Si no hubiera recibido el apoyo de la gente, yo sé que estuviera sufriendo mucho”.
¿Se arrepiente de algo?
“Pues, realmente, no”.
Su explosión “no debió ocurrir”, dijo el entonces secretario Rafal Román.
“Nunca deben ocurrir explosiones. Nunca. Nunca. Pero la realidad es que ocurren constantemente, y conflictos hay continuamente, pero no deberían ocurrir. Él tiene toda la razón en eso. No deben ocurrir esas cosas, pero lamentablemente ocurren”.
¿Qué aprendió?
“Una de las lecciones que yo aprendí y que me hubiera gustado que se hubiera enfocado más en esa dirección… es el poder que tienen las redes. Si alguna persona puede reconocer el poder que tienen las redes sociales soy yo ahora. Y puedo ya, con un ejemplo de vida, enseñarlo”.
Un ejemplo que le costó…
“Me costó, pero vamos a aprender todos. No es condenarme a mí por tres palabras. Es que todos aprendamos que situaciones se dan, que hay que resolverlas, y que tenemos que aprender de esas situaciones”
También aprendió que “estoy haciendo lo correcto… uno se debe mantener haciendo el bien, que vale la pena hacer el bien”.
¿Qué aportación hizo esto al tema de la educación?
“Trajo a la luz la problemática que sufrimos los maestros todos los días que es la falta de materiales, los problemas sociales que tenemos en Puerto Rico, la indisciplina, los problemas de conducta”.
¿Qué le diría al País?
“Que apoyaran a los maestros… La mayoría de los maestros sí estamos sacrificándonos y sí estamos haciendo el trabajo que tenemos que hacer y deberíamos tener más respaldo… Si esperamos en algún momento tener buenos líderes tenemos que empezar desde chiquito, en la escuela. Y si nos dan a nosotros ese trabajo, pues entonces deben cooperar con nosotros”.