Entre abrazos y lágrimas, los familiares y amigos de Patricia Hernández Irizarry escucharon en silencio la determinación de culpabilidad contra el acusado por su muerte, Jossette “Nico” Cintrón Quiñones.

Apenas terminaron los informes finales de las partes, el juez Enrique Arias Maldonado, del Tribunal de Primera Instancia de San Juan, ordenó al joven de 16 años ponerse de pie y emitió el fallo por el cargo de asesinato en primer grado y violaciones a la Ley de Armas por los hechos ocurridos el 25 de junio de 2009 en San Juan.

“Hoy (ayer) hemos concluido una etapa muy difícil en nuestras vidas y cerramos un capítulo muy triste en nuestras vidas. Nadie ganó. Perdió todo el mundo. Nosotros perdimos a una hija y hoy perdió Puerto Rico porque estamos viviendo en una sociedad enferma”, expresó el padre de la joven de 20 años, Roberto Hernández, al salir de la concurrida sala con su esposa, Teresa Irizarry, y el novio de la estudiante universitaria, Diego Segurola, quienes prefirieron no hablar.

Durante la argumentación final del Ministerio Público, la fiscal Adriana Albors recalcó que, a pesar de que hubo algunas discrepancias entre los tres testigos oculares de los hechos, todos concordaban en que solamente se escuchó un disparo y provino de alguien que transitaba en una motora por la calle San Sebastián.

Segurola, el comerciante Néstor Muñiz y el testigo principal, a quien iban a disparar, Lonny Roa Guzmán, testificaron que el motociclista fue en dirección hacia el tótem después de disparar.

La fiscal –que llevó el caso junto con el fiscal de distrito Manuel Rodríguez y José Sagardía– recordó que Roa Guzmán señaló a Nico como quien disparó, ya que alegó que lo había amenazado de muerte y trató de dispararle a él mientras se agachaba cuando pasó por el lado de Hernández Irizarry y Segurola.

El abogado del acusado, Federico López, trató de establecer la teoría de que fue Roa Guzmán quien disparó, pero la fiscal destacó que el testigo estrella se quedó en la escena y fue a la Policía para informar que era a él a quien perseguían una vez vio a la joven sangrando en la acera.

“El sicario no se queda en el lugar de la escena para decirle a la Policía lo que acaba de hacer. El sicario huye de la escena, se esconde, se va”, indicó Albors, refiriéndose a Cintrón Quiñones, quien fue acusado como adulto y estuvo prófugo hasta finales del año pasado.

“Se queda la víctima, la persona que teme por su vida. Habla el valiente y el que tiene la mente limpia y el que sabe que lo que sucedió está mal, que fue una injusticia”, agregó.

La fiscal relató que cuando tenía 20 años, iba al viejo San Juan a compartir con amistades y no había tanto problema de seguridad.

“Está añorando esta fiscal y la sociedad, jóvenes de este país y todos nosotros aquí, que en un futuro cercano todos podamos retomar las calles de nuestra isla y disfrutarlas como yo hice cuando tenía 20 años sin pensar que Jossette Cintrón Quiñones pueda sacar un arma y disparar”, concluyó Albors.

Por su parte, López recordó que apenas faltan pocos días para que se cumpla un año de la muerte de Hernández Irizarry y estuvo de acuerdo en que fue una víctima inocente.

Pero catalogó la investigación como “mediocre, chapucera e incompleta” porque, entre otras cosas, no se hicieron gestiones para verificar las grabaciones de cámaras de seguridad de negocios aledaños y que algunos testigos se contradijeron en la posición en la que estaba la víctima en relación con la motora.

Opinó que la prueba no era suficiente para encontrar culpable a su cliente y que la fiscalía no había probado su caso más allá de duda razonable.

“Allí está la duda sembrada. Los frutos de esa duda debe ser la absolución completa”, manifestó el abogado.

Al testigo estrella “con mente criminal” le llamó además “mendaz” y “malandrín”.

Indicó que no se presentó prueba de las alegadas amenazas que hizo su cliente contra Roa Guzmán y presentó la teoría de que tenía un arma.

“Fue una investigación deficiente. ¿Me voy con el primero que me diga, 'yo sé quién fue'?”, indicó López.

Según la pesquisa, Hernández Irizarry y Segurola iban a eso de las 11:00 de la noche caminando hacia Barú para encontrarse con unas amistades para celebrar el cumpleaños del joven.

Fue entonces que Roa Guzmán pasó por el lado de ellos, agachándose porque vio a Nico, quien disparó desde una motora, alcanzando a la joven por el costado izquierdo.