Dan el sí a cámaras en los restaurantes

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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Seguridad sí, pero...
Las imágenes captadas por las cámaras de seguridad del restaurante Pelayo en el Condado que muestran la secuencia de las incidencias que culminaron con el violento puño que le propinaron al ex gobernador Carlos Romero Barceló levanta cuestionamientos en torno a si el dueño del establecimiento tiene derecho a grabar a sus clientes mientras éstos comen, beben, conversan y pelean.
PRIMERA HORA auscultó el sentir de varios “parroquianos” sobre la presencia de cámaras de seguridad en restaurantes. A ninguno de los entrevistados les molesta que haya cámaras de seguridad ni que los graben.
Por el contrario, consideran que la situación de violencia y criminalidad que vive el país amerita que se coloquen estos mecanismos de vigilancia en los restaurantes.
Consideran, además, que los dueños de los establecimientos deben avisarles a sus clientes que tienen estos ojos electrónicos mirándolos por todos los ángulos.
“Creo que no hay ningún problema y si es por seguridad, estoy de acuerdo”, dijo Luis Santiago, quien almorzaba en el restaurante Zipperle.
¿No siente que se violenta su intimidad?
-No, porque estamos comiendo en un sitio público. Si fuera en un área privada sería diferente.
James Swinerman, sentado en la misma mesa, indicó con suspicacia que aunque puede estar de acuerdo, ese primer paso (de las cámaras de seguridad), puede llegar a otro.
“Empiezan por un lado y se van por el otro lado y hay que velarlos de cerca, que de una cosa de seguridad vayan al espionaje”, dijo.
En otra mesa, Javier Santiago conversaba con Miguel Figueroa.
“No tengo ningún problema porque si uno viene a pasar un rato tranquilo no deben temer que los estén filmando. Es una política de seguridad, previendo, tal vez, otras cosas”, dijo Santiago.
Engracia Trujol, que almorzaba en el restaurante El Chotis dijo que el que quiere reunirse en privado, que “se reúna en su casa o en un sitio privado”.
En el restaurante Deli Argentino, Ginnette López comentó que en muchas ocasiones los delincuentes han entrado a restaurantes a robar a los clientes.
Su amiga Michelle Pirayo agregó que objeta el que se grabe audio.
“Uno viene a tener conversaciones privadas, cosas del trabajo y no me interesa que graben las conversaciones de las personas con quien vengo a comer”, dijo.
Mientras, Jorge Colón Miray hacía bromas sobre el vídeo del enfrentamiento violento entre el empresario Joseph Raymond Molina y el ex gobernador.
“Aquí no dan puños”, comentó refiriéndose al establecimiento de comida.
“Esa pelea no salió por Pay Per View”, expresó a carcajadas.
“Es una idea muy buena lo de las cámaras porque disipan cualquier duda. La prueba fehaciente y verídica es el vídeo”, añadió.
El abogado Enrique Juliá dijo que el dueño del negocio tiene derecho a tener cámaras, pero que debe advertirlo a los clientes.
“Eso puede traer problemas también de otra naturaleza, no necesariamente criminal, como situaciones de adulterio...”, destacó. “No veo ningún problema. De hecho, lo que ocurrió en este caso, es que gracias a las cámaras se sabe lo que en verdad ocurrió allí”, agregó el abogado.
Su colega Denis Márquez Lebrón comentó que lo que sí objeta son las cámaras que utiliza el Estado “para violentar derechos civiles”.