De mallete firme y de ojos aguados
Aida Delgado ocupa el cargo de jueza presidenta del Tribunal Federal. (Ve vídeo)

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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From Lares to Tribunal Federal
Una hija del municipio de Lares, amante del arte, de la pintura, del campo, de los caballos, de la siembra de la tierra y del verde que prodiga la naturaleza borinqueña, ocupa el cargo de jueza presidenta del Tribunal Federal.
Aida Delgado, oriunda del pueblo donde se dio “el Grito de 1868”, se convirtió en la segunda mujer en ocupar ese cargo, precedida por la jueza Carmen Consuelo Cerezo.
“Me crié entre montañas, ríos, quebradas, y por eso el verde me hace falta. El campo me da mucha paz mental”.
¿Qué recuerdos guarda de su niñez?
De mi niñez recuerdo todo y con muchísimo amor y cariño. Es parte esencial. De Lares, recuerdo la temperatura, la gente afable, sincera, el ser down to earth. Tuve una infancia bien feliz. Tenía amistades, tiempo para jugar, juguetes, y los que no tenía, los fabricaba. Siempre me han gustado las manualidades. Puedo pintar. No soy una pintora consumada, pero puedo hacer mis dibujitos.
Se crió en un hogar de cuatro hermanos, en el que ella es la mayor. Su madre dedicó su vida a la enseñanza en el sistema de instrucción pública. Su padre, ya fallecido, fue un agricultor que luego se convirtió en comerciante.
Ambos han sido sus grandes amores y cualquier pensamiento que culmine en ellos le provoca lágrimas.
“Mi madre era una lectora consumada. A mí me gusta leer de historia, biografías, del campo del derecho, metafísica...”, dijo.
De esa infancia feliz, guarda como un tesoro a los amigos con quienes creció, que todavía conserva.
“El ser humano, si tiene la bendición de tener un buen amigo, es afortunado, y yo tuve muchos amigos que conservo. Al día de hoy, recibí muchas llamadas de mi pueblo natal felicitándome y enviándome bendiciones”, sostuvo.
A esa edad, lo que menos se imaginaba es que iba a ser jueza federal.
Para nada. Para esa época pensé que iba a estudiar medicina. En un momento dado me vi tentada a estudiar psiquiatría. Luego, cambié de idea y me fui a Mayagüez y estudié el bachillerato en gerencia y mercadeo.
Su segunda opción fueron las leyes, ya que vio la abogacía como una forma de lidiar con su timidez.
¿El tribunal es un escenario?
No, pero es una forma de trabajar con la gente. Me hace salir de mi comfort zone. Me ayuda a interactuar y no hay mejor recurso que el ser humano para todo. Nadie puede vivir segregado. Hay que vivir del esfuerzo conjunto y de la gente que se tiene alrededor.
La vida profesional de Aida Delgado ha transcurrido entre las paredes del tribunal que ahora preside. Laboró durante 12 años y medio en la Oficina del Defensor Público; 12 años como jueza magistrada y cinco como jueza de distrito.
El pasado 15 de abril, asumió el cargo de jueza presidenta del Tribunal Federal.
¿Qué la hace llorar?
Tiendo a ser una persona bien sensible. Te diré: actos de pureza, actos de nobleza del ser humano, cuando alguien puede ser absolutamente sincero; cuando se es desprendido. Ese tipo de cosas son las que valoro.
Está llorando ahora...
Yo no tengo ningún problema con que se me agüen los ojos. En ocasiones se me aguan más fácil de lo que me gustaría, pero igualmente, aunque me dé mucha pena, lo que tenga que hacer lo hago. Creo que hay que ser compasivo, pero hay que también tener firmeza. Hay veces que la mejor medida correctiva es la firmeza.
Todo padre, dijo, debe saber que hay veces que una mano firme sirve de mejor guía que el ay, bendito.
Ahora que comanda este tribunal, no hay arrepentimiento.
Para nada. El que estudia derecho y lo ejerce como un sacerdocio... El abogado tiene una gran responsabilidad de representar bien a alguien. La persona tiene en sus manos la libertad y bienestar de esa persona que representa.
Hay quienes imputan que esto es un cuartel del partido estadista y cuestionan la presencia del Tribunal Federal en Puerto Rico.
Siempre va a haber críticas, unas bien intencionadas y otras no. No debemos gastar energía y permitir que eso nos drene. Debemos determinar cuáles son nuestras metas institucionales y el fin último que servimos, y mantenernos enfocados.
Delgado aludió a las encuestas que señalan que la principal o una de las principales instituciones de mayor credibilidad es el Tribunal Federal.
“Creo que la población así lo reconoce y debemos evitar meternos en los dimes y diretes”, dijo.
De la controversia por la descolegiación y la multa impuesta al Colegio de Abogados, adjudicó que el récord habla por sí solo.
“Cuando se analizan los hechos, el caso se resolvió en sus méritos. Es bien sencillo decir que el tribunal ataca a la institución. Vayan y miren lo que está haciendo la institución, qué hizo la otra institución que lo llevó a la situación económica precaria”, recalcó.
Al comentar sobre los casos que más se ven en el Tribunal Federal, como son los civiles, violaciones de derechos laborales, el narcotráfico, abuso sexual infantil, comentó sobre los de corrupción gubernamental: “Eso es parte del dilema de lo que nos afecta y tiene que ver con la naturaleza del ser humano y tiene que ver con el apartarse de los valores que tiene cada individuo”.
“La corrupción gubernamental tiene que ver con la crianza. Tú ves individuos que eso no fue lo que sus papás les enseñaron. Hay un trastoque de valores, mal uso del poder y se apartan, por un tiempo, de los valores que están en su fuero interno, porque hay gente que sabe bien distinguir el bien del mal. Hay que ser compasivos y hay que tener firmeza”.
Se cometen injusticias en los tribunales. ¿Sí o no?
(Silencio) Siempre va a haber opiniones sobre si un resultado es justo o injusto. Tengo que partir de la premisa de darle el beneficio de la duda al juzgador de que lo que hace es guiado por un sentido de justicia.
Delgado reflexionó sobre su rol como juzgadora reconociéndose humana.
“Somos humanos. Uno tiene la responsabilidad de aquilatar la prueba e imponer una sentencia. Es un rol que yo y cualquier otro juez tomamos bien en serio, porque son decisiones fuertes que tienen un impacto en la vida de otros”.
¿Qué les diría a sus padres?
“Que todo el sacrificio que hicieron no ha sido en vano y creo que lo saben. Fueron excelentes guías y mentores, y sé que muchos padres allá afuera hicieron el mismo sacrificio por sus hijos. Lo importante es que hay retribución”, dijo con los ojos aguados.