Urayoán Fernández Rosario asegura que, a principios del 1900, aún quedaban indios puros en las montañas del barrio Indieras de Maricao; lugar que es considerado el último asentamiento indígena en Puerto Rico.

Así lo validan investigadores en la temática quienes apuntan a las dificultades geográficas para acceder a la zona, entre las respuestas para que miles de originarios sobrevivieran a la colonización española, estableciendo una comunidad taína numerosa que permaneció por varios siglos.

Además, encontraron características indígenas en gran parte de sus habitantes, como prueba fehaciente de su presencia en este barrio integrado por los sectores Indiera Alta, Indiera Baja e Indiera Fría.

Uno de los que creció en esta comunidad fue Fernández Rosario junto a sus cinco hermanos, ya que su padre, Rosali Fernández, quiso honrar a sus ancestros mudándose al lugar y enseñándole a sus hijos a valorar su etnicidad.

“Mis padres se fueron a vivir a Maricao, porque mi papá siempre tenía esa consciencia de que los últimos indios libres estuvieron aquí y quería que nos criáramos aquí”, relató el hombre de 48 años cuyo perfil es descriptivo de su herencia taína, especialmente su piel cobriza, ojos rasgados y cabello negro lacio.

Destacó que su madre, Ida Rosa Rosario Sánchez es oriunda del barrio Barahona en Morovis a donde se encuentra gran parte la Reserva Natural Cabachuelas, y su progenitor era del barrio Marueño de Ponce.

Sin embargo, su padre quedó marcado por lo que ocurrió con su bisabuela. Aunque no recuerda su nombre, Urayoán todavía se estremece al narrar su historia.

Mi bisabuela paterna era taína, no hablaba español, sino que hablaba taíno. Mi papá me contaba que a ella no la dejaban hablar, la tenían como escondía. El esposo no la dejaba hablar porque era como que, hablar ese idioma era una vergüenza y la tuvo oculta”, confesó el residente del barrio Indiera Alta.

El perfil de Urayoán Fernández Rosario es descriptivo de su herencia taína, especialmente su piel cobriza, ojos rasgados y cabello negro lacio.
El perfil de Urayoán Fernández Rosario es descriptivo de su herencia taína, especialmente su piel cobriza, ojos rasgados y cabello negro lacio. (Xavier Garcia)

“Mis padres me contaban que el ser indio se ocultaba. Esa parte de tus raíces, eso lo borraban. Mi bisabuela no tenía permitido hablar taíno en público y la tenían como escondía siempre. Y mi mamá también me contaba que iban a las cuevas de Cabachuelas a buscar sus raíces, pero tienen el recuerdo de que eso se tapaba”, lamentó.

No obstante, Fernández Rosario y sus hermanos crecieron en otro ambiente, en el que aprendieron los secretos de la agricultura y a pescar con vara en el río, igual que sus ancestros.

“Mi papá tenía la consciencia, recordaba a su abuela y recordaba todo eso; tenía esa consciencia de quiénes somos. Mi bisabuela era de Jayuya. Ellos bajaron de Jayuya a Ponce porque mi abuelo se los llevó. Y ahí es que viene mi papá de Ponce y se muda a Maricao”, relató al mencionar que sus hermanos también llevan nombres indígenas: Cacimar, Diriangen, Yaureibo, Guarionex y Atabex.

Destacó que “el documental que hizo Tony Croatto, Raíces, la familia que sale ahí somos nosotros porque desde pequeños tenemos consciencia de sentir orgullo por nuestras raíces. Pero no es lo que yo viví durante años. Cuando estábamos chiquitos íbamos a las cuevas y aunque las cuevas fueron saqueadas, tienen los petroglifos”, apuntó.

“Fuimos a las cuevas con mi papá, pero nada de que la gente de aquí se relacione directamente con nosotros. El cuento es que allá arriba no se sube porque allá las hojas flotan, allá salen luces, están los espíritus de los indios… es un tabú. La gente piensa que ser indio es algo malo”, sostuvo.

De otra parte, Urayoán quien trabaja en la Fundación Bucarabón y se dedica a la agricultura, reveló que, “aquí quedaban cerca de 200 indios puros a principios del 1900, pero ya esos descendientes de los indios libres no están porque se fueron a la diáspora”.

“Yo te diría que más del 80% de los habitantes de estas Indieras se han ido a los Estados Unidos; comenzaron a emigrar desde los años 50 y luego en las demás migraciones. Se fueron porque eran los pobres, los marginados, los que necesitaban y esa fue la primera mano de obra que arrancó”, reveló.

“Estoy seguro de que toda esa descendencia de los indios que se establecieron en las Indieras no conoce su historia. Ojalá que en algún momento se interesen por aprenderla y acepten, con orgullo, que son los hijos, nietos y bisnietos y tataranietos de esos indios libres que se establecieron aquí”, apuntó.

Finalmente, Urayoán mencionó que “no me han hecho pruebas de ADN, pero estoy dispuesto a someterme a cualquier estudio al respecto porque me siento taíno y estoy muy orgulloso de serlo”.