Deja atrás 17 años de prisión y se abre paso en la construcción
María Rodríguez superó los retos de tantos años de confinamiento y salió adelante con la ayuda adecuada.

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Por más de tres lustros estuvo alejada de la sociedad, recluida en prisión desde una edad relativamente joven, por dedicarse a, según sus propias palabras, “bandolerear”.
Al cruzar las rejas al exterior, se encontró, como le suele pasar a la mayoría de los confinados, con la dura realidad de que no estaba lista para enfrentar ese mundo.
“Acababa de salir de presa -de hacía 17 años-, y necesitaba programas de ayuda para prepararme para la sociedad, para mentalmente coger cosas positivas, ir pa’l trabajo, conocer gente en las escuelas. Tenía ese deseo. Son tantos años que no tenía nada, y necesitaba gente que me apoyara”, compartió María Rodríguez Díaz en entrevista con Primera Hora.
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Poco a poco, la mujer logró entender cómo manejar sus frustraciones, modificar conductas y aprender de desenvolverse gracias a las herramientas provistas por la organización One Stop Career, que por décadas se ha dado a la tarea de trabajar con personas que han tendido problemas con la ley, para darles una segunda oportunidad, ayudándolos a resolver asuntos esenciales para su futuro como educación, salud, vivienda, servicios legales y empleos.
Explicó que, en su desesperada y por momentos frustrante búsqueda de ayuda no encontró programas que la pudieran ayudar. Finalmente la refirieron a la organización.
“Con mucha paciencia oyeron mi historia y me brindaron ayuda. Yo les dije, porque a mí me gusta ser sincera desde el principio, (que) no tenía nada en mi mente positivo. Y no encontraba qué hacer. Quería orientación mental. Y gracias a Dios ellos me escucharon, me hicieron sentir recibida. De ahí en adelante empezaron a ponerme en destrezas de ética, aprender modales en el trabajo… que realmente me ayudaron un montón, porque yo salí bien salvaje (de prisión)”, sostuvo María.
En ese proceso, confesó, tomaba una clase por Zoom, con un maestro al que a veces le apagaba la máquina, porque “no te voy a mentir, me sacaba por el techo y no podía, porque no estaba acostumbrada a eso… hasta una vez empecé así, a tapar al maestro, y yo creo que hasta me vio”.
“Pero tuvo tanta paciencia el maestro también. Y poco a poco, con la paciencia, y los sitios que ellos me mandaron, logré calmarme”, agregó María, quien posteriormente tomó otras clases, se aplicó, cooperó y “con la ayuda de mi hermana (Marisol), que oraba mucho por mí porque mi hermana es una pastora, lo logré”.
“Mira que pasiva me pusieron”, añadió, al tiempo que soltaba una carcajada. “Nunca trabajé en el pasado. Yo lo que hacía era bandolerear, no te voy a mentir. Y cuando vi, realmente aprendí lo que es la ética en el trabajo (…) tener una responsabilidad, ayudar a los compañeros… Y fue increíble coger esas cosas positivas que yo necesitaba”, expresó entusiasta.
Después de afinar las destrezas de ética, la enviaron a un curso en un taller, para adiestrarse en el oficio de la construcción. Y aunque no fue un proceso libre de desafíos, también consiguió superarlo.
“Me sentía al principio perdida, porque fueron 17 años de mi vida que yo no compartía con gente normal. Cuando llegué al curso del taller, pues todo lo hacía mal. Porque yo nunca hice nada de construcción, no voy a mentir. Y los estudiantes me miraban, y los maestros… no, los maestros no, porque los maestros fueron tan, tan dedicados, y con una paciencia, ‘no, Rodríguez, ven pa acá yo te ayudo’. Pero los estudiantes se pasaban molestándome porque ellos me veían perdida. Y yo decía, ‘si ellos supieran que es que yo salí de otro planeta, bendito’. Pero poco a poco nos fuimos conectando, me empezaron a entender y trataron de ayudarme. Y fue una experiencia bien bonita”, recordó. “Y gracias a Dios, poco a poco lo aprendí, con la paciencia de ellos, la dedicación de ellos de enseñar, porque fueron muy buenos maestros. Me di con gente buena, gracias a Dios, que me bendijo”.
“Y las facilitadoras, también tuvieron mucha paciencia conmigo. Ellas… yo a veces llamaba como las locas, porque no tenía coordinación en el momento. Gracias a ellos cogí más coordinación también, me puse en mi lugar”, agregó.
Al terminar el curso de construcción, One Stop la asistió para que pudiera trabajar con una empresa, donde tuvo su primera experiencia laboral, como abanderada dirigiendo el tráfico.
“Fue una experiencia bien bonita, estuve ahí seis semanas. Después de ahí ahora estoy trabajando, no soy dueña de nada, pero estoy trabajando para mi hermana, que ella tiene una compañía privada, Del Mar y el Sol PVC Designer Group, y me contrató. Y entonces trabajamos juntas, que lo que yo aprendí en One Stop, y las éticas que me enseñaron me ayudaron mucho a comportarme, y a valorizar el trabajo, a valorizar mi vida, y mentalmente a quererme más”, indicó.
Aseguró que se sintió “bien contenta” al poder ver que dejaba atrás aquel pasado que la había llevado a prisión.

¿Y a nivel familiar?
Aunque al principio María no quiso reencontrarse con sus hijos, “porque yo sabía dónde yo estaba mentalmente, muy agresiva, y yo no quería vivir eso con ellos, que ellos vieron eso de mí”, después de recibir toda esa ayuda, ya visitó a uno de ellos en California, donde conoció a sus dos nietas.
En unos meses planea visitar en Florida a su otro hijo, con el que no ha compartido personalmente todavía por ese espacio de más de 17 años, y que está camino a convertirla en abuela de otra niña.
“Ellos (sus hijos) están bien contentos y bien orgullosos de ella, porque han visto que ella se ha estado esforzando. Y yo me encargo de sacarles fotos y enviárselas. Y siempre ellos están bien contentos, ‘wao mamá, estás trabajando’”, aseguró, por su parte, su hermana Marisol.
María se siente tan agradecida por esta oportunidad que, conmovida al punto de tener que interrumpir sus palabras -porque el nudo en la garganta no le permitía articularlas- agradeció a este medio por permitirle transmitir su mensaje a otras personas que puedan encontrarse en la misma situación que vivió ella, necesitando un programa y unas personas que le ayuden a poder reinsertarse en la sociedad.
“Gracias por la oportunidad de poder decirle a otras personas que, si oyen de One Stop, que salgan corriendo a coger la ayuda de ellos, porque sinceramente ayudan. Y si tú quieres triunfar, y más pa jóvenes, nunca es tarde, porque si me ayudaron a mí pueden ayudar a cualquier persona, sin discriminación porque estuve presa, porque estuve esto, porque estuve lo otro”, afirmó.
“Mi consejo para ellos (personas exconfinadas) es que no se rindan, que sigan buscando ayudas, que las hay”, insistió María.