Tras 50 años de edificación y ante la mirada de quienes por décadas llamaron este espacio su hogar, la Administración de Vivienda Pública (AVP) derribó ayer las últimas 390 unidades residenciales del complejo Torres de Sabana, en Carolina.

A las 9:05 a.m., cayeron cuatro de las edificaciones que permanecían en pie tras el desalojo del residencial público que culminó a mediados del 2020 con la salida del líder comunitario José Rodríguez, quien vivió 20 años en el lugar. De inmediato, una nube de polvo gris cubrió la zona.

Uno siente pena y alegría a la vez porque éramos una familia, pero ya el edificio era uno enfermo”, sostuvo Rodríguez.

“Muchos sentimientos encontrados” tras derribo

El evento, que llevó al llanto a algunos, sirvió de espacio para que los vecinos se reencontraran y recordarán las experiencias vividas en el complejo que, lamentablemente, no estuvo libre de controversias. Como ocurre en tantas otras comunidades, fue escenario de asesinatos y sirvió de centro de operación para la ganga del capo José “Coquito” López.

“Tengo muchos sentimientos encontrados porque se ha creado un estigma bien grande de lo que es Torres de Sabana, pero de aquí han salido muchos profesionales en las áreas de salud, seguridad, deportes y (del ambiente) artístico. Muchas mujeres que se dedicaron a que sus hijos se formaran como hombres y mujeres de bien…”, indicó Lorena Galindez, de 42 años y quien vivió en el lugar hasta la adolescencia.

La nostalgia también invadió a Nelson Blasini, quien residió en el complejo entre 1976 y 1992.

La comunidad Torres de Sabana era una familia con sus virtudes y con sus defectos, pero era una familia. El estar aquí presente significa para nosotros cerrar quizás un capítulo físico de lo que fueron las instalaciones de vivienda”, compartió.

Blasini recordó que cuando niños –para cuando aún no estaba el expreso Baldorioty De Castro- iban en bicicleta hasta el balneario El Escambrón, en San Juan. “Hoy se demuelen estas torres, pero en nuestro corazón quedan impregnados gratos recuerdos”, señaló.

Para Emma Sánchez Quesada, de 81 años y quien vivió en el complejo 48 años, los trabajos tomaron un significado particular, pues una de las estructuras, la F, fue donde último residió. En el terreno, dijo, le gustaría ver unos edificios más pequeños y espacios educativos y recreativos para los niños. “Darle más al niño que es el que necesita hoy en día y a esta juventud para que sigan caminando de la manera que tienen que caminar”, expresó.

Sánchez Quesada llevaba una camiseta azul con una foto impresa del complejo público y un mensaje que leía: “siempre llevaremos a nuestros guerreros en nuestros corazones”.

Fue en agosto de 2017 que la AVP presentó una solicitud ante el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos (HUD) para demoler el complejo, incluyendo seis edificios de vivienda, ante el deterioro de las estructuras. El proceso de desalojo comenzó en agosto de 2019 y las 180 familias que residían allí, entonces, fueron realojadas en otras unidades de vivienda pública o mediante alguno de los programas de la dependencia, como Sección 8.

Levantarán complejo de vivienda mixta

La demolición, explicó el administrador de la AVP, Alejandro Salgado, fue por el método de derribo que es una implosión que permite que los edificios caigan para luego ser demolidos de manera mecánica. “Esto es una primera etapa, que es la demolición del proyecto, para luego trabajar con lo que sería el desarrollo de un nuevo proyecto”, detalló Salgado.

Los planes son levantar un complejo de vivienda mixta similar al que se desarrolló en Puerta de Tierra, en San Juan, y en el antiguo residencial Las Gladiolas, en Hato Rey. No obstante, aún no hay fecha para el inicio de los trabajos de construcción. Bajo este modelo habría unidades disponibles para participantes de Vivienda Pública, así como para la venta y renta subsidiada.

“Todavía estamos trabajando con lo que es el capital que estaríamos utilizando para desarrollar este proyecto. Pero, ciertamente, lo que está en nuestros planes es desarrollar un complejo de financiamiento mixto en el cual podamos atender las necesidades de la población que servimos”, expresó Salgado.

Dijo que los residentes podrían regresar al proyecto, una vez completado, siempre y cuando cumplan con los requisitos de los programas de la dependencia. “La Administración le garantiza una preferencia durante el proceso de la selección de los futuros residentes”, aseguró Salgado.

La demolición –incluyendo estudios y el recogido de los escombros- tuvo un costo de $5.3 millones. “Uno nunca quisiera ver el retiro de un entorno familiar, pero algo me dice que Torres de Sabana vivirá a través del tiempo”, dijo el representante de Carolina Ángel Matos al recordar que el ala izquierda derribada ayer fue inaugurada por el exgobernador Luis A. Ferré y, un año más tarde, su homólogo, Rafael Hernández Colón, hizo lo propio con el ala derecha.

Vendrá un nuevo Torres de Sabana digno para la gente de Carolina y Puerto Rico”, añadió Matos.