Desarrollan iniciativa transformadora en plantel escolar de Barceloneta
La escuela había sido clasificada como una entre las de mayor rezago académico.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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Barceloneta. Cuando se juntan el interés y el empeño se logran grandes resultados que pavimentan el camino al éxito.
Y si de saborear el éxito y lograr cambios positivos se trata, los estudiantes de la escuela superior Fernando Suria Chaves tienen una que otra cosa que contar.
Hasta hace algunos meses, la escuela de la comunidad, ubicada en pleno casco urbano, era clasificada como una entre las de mayor rezago académico. Sin embargo, el trabajo en equipo y una visión innovadora sobre los métodos de enseñanza lograron el cambio que situó al plantel en una mejor posición en relación a otras escuelas del sistema de instrucción pública.
Detrás de esa transformación académica se encuentra la corporación puertorriqueña América Aponte & Asociados, que implementó un programa de reforma educativa compuesto por un equipo interdisciplinario que, entre otras cosas, ofreció talleres
y orientación tanto a estudiantes como miembros de la facultad.
“El director hace un plan de trabajo, nosotros hacemos un estudio detallado sobre las necesidades de los maestros y estudiantes, identificamos cuáles son las áreas que se tienen que mejorar y de ahí partimos con lo que es el proceso de transformación”, comenzó explicando la fundadora de la corporación, América Aponte Moreno.
Uno de los mayores logros, según dijo, ha sido la marcada mejoría que presentó la escuela en los resultados de las Pruebas Puertorriqueñas de Aprovechamiento Académico el pasado semestre.
De los resultados obtenidos en el área de matemáticas, hubo una disminución de 17 por ciento en los estudiantes que son clasificados como “pre-básicos” (los más rezagados), mientras que, de otra parte, el 72 por ciento de la población escolar fue catalogada bajo el renglón de conocimiento básico en esa misma materia.
Asimismo, por primera vez en los pasados tres años, la escuela vio un incremento de tres por ciento de los estudiantes considerados proficientes en las matemáticas.
Pero, ¿cómo se puede lograr una transformación así en tan poco tiempo? Para la profesora Aponte Moreno, es cuestión de conocer a nivel personal a cada alumno.
“Uno debe tomar en cuenta las fortalezas y las áreas que necesitan ser trabajadas en cada estudiante. Nosotros buscamos conocer a cada uno de ellos, ver qué les atrae, en qué se destacan y le damos forma a los cursos de acuerdo a esos datos que recopilamos”, señaló la experimentada educadora.
El director escolar, Gilberto Méndez, dijo sentirse complacido por la manera en que la iniciativa ha impactado la vida de los estudiantes y maestros.
“Este proyecto a mí me encantó desde el principio. Si mantenemos la corriente de enseñanza actual, mantenemos al estudiante en lo mismo y caemos en la rutina pero si continuamos motivando al estudiante de esta manera, estrechando esos lazos entre ellos y sus maestros, y les brindamos las herramientas necesarias, su interés por las clases crecerá”, manifestó.
Méndez destacó, además, el uso de la tecnología en el salón de clases como uno de los factores que ayudan a captar la atención de los alumnos.
“Los estudiantes entran a un salón de clases con una pizarra electrónica y se le prende la imaginación, se interesan más por lo que ven proyectado. Es algo diferente a lo que han visto desde que están en elemental. Es una manera más dinámica de ofrecerle información a través de textos claros, imágenes y hasta sonidos”, sostuvo.
Esa misma visión la comparte el estudiante de décimo grado Dariel Rosario, quien participó de un programa de estudios en verano.
“Hicimos unas actividades que nos ayudaron mucho en las materias. No solo fueron actividades comunes, sino que eran cosas divertidas que nos ayudaban a aprender”, dijo, al recordar un ejercicio de la clase de arte que consistía en la construcción de un barco con materiales reciclables, proyecto que se utilizó para medir la capacidad en el análisis de datos y probabilidad.
Asimismo, Joshua Rodríguez, quien cursa el duodécimo grado, reconoció que entre “juegos y actividades logré captar información que quizás no hubiera entendido o no me hubiera interesado en una clase normal”.