Desolado el casco urbano de Ponce: “Eso fue como una explosión"
Un deambulante narro su experiencia con la actividad sísmica que lleva activa desde el pasado 28 de diciembre.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Un panorama desolador es lo que se percibe en el casco urbano de Ponce cuyas estructuras han sido enormemente golpeadas por los constantes terremotos que afectan la zona sur del país.
Allí colapsaron varios edificios antiguos y otros tantos resultaron con severos daños estructurales, situación que obligó a que las autoridades municipales clausuraran las principales calles por motivos de seguridad.
Aun así, algunas personas caminan por el área porque no tienen dónde habitar.
Es el rostro que algunos pretende ocultar, olvidando que son seres humanos quienes también fueron marcados por la intensidad de los sismos.
“Estoy durmiendo en la calle… estaba durmiendo en el parque Dora (Colón) Clavell y después me tuve que levantar e irme para mi casa, una casa que estaba abandona’ en Bélgica y no he podido ni dormir ni hacer una chiripa pa’ buscar el peso”, dijo Esteban Ortiz, un hombre de 68 años que estaba sentado mirando el desplome de la Casa Vives.
“El primer temblor que hizo se movió la casa así conmigo y yo dije ‘se cayó la casa’, abrí la puerta y salí por un roto de la puerta y me fui. Y dije ‘Dios mío, perdóname por los pecados que yo he hecho en la tierra y te entrego mi alma Señor porque yo no he hecho nada malo aquí”, confesó don Esteban, desesperado por no saber qué hacer.
A unos pies de distancia había una pareja que quería ver de cerca el colapso del edificio en la calle Vives.
“Novelereando, vinimos a ver esto porque lo vimos en un video por celular y quería cerciorarme de cuál era el lugar. No es ver esto, es pasar lo que estamos pasando, la incertidumbre de que de momento puede suceder uno más fuerte”, expresó José Ramón Rivera que se encontraba junto a su esposa Aida Martínez.
“Ver esto en realidad a mí no me afecta mucho porque en realidad son estructuras viejas que están obsoletas. Porque con todo esto, ahora mismo yo he perdido trabajo, soy taxista, y yo no me he ganado un chavo desde el 6 de enero que empezaron los temblores más fuertes”, agregó Rivera.
Las pocas personas que transitaban por el casco urbano reflejaban tristeza, en especial, los pequeños comerciantes que se quedaron con las manos vacías una vez más.
Así se veían los pocos espacios que permanecían abiertos en la Plaza del Mercado Isabel Segunda, desde donde escucharon el desplome de la antigua estructura aledaña a sus negocios.
“Eso fue como una explosión, pero gracias a Dios no pasó nada”, manifestó Eggie González, el cual tiene una cafetería en la plaza del mercado ponceña.
Aunque su negocio era uno con buen flujo de público, en esta ocasión solo tenía un cliente.
“Difícil, la gente no está viniendo por temor a que pase algo en la calle, abrimos temprano todos estos días, pero la luz se va y viene. La gente ha estado aguantada en las casas por el miedo a salir a la calle, es lógico, uno viene porque tiene que trabajar”, finalizó.