Dos palomas blancas, de las cuatro que fueron liberadas por unos niños en el cementerio municipal de Trujillo Alto, permanecían cerca de la tumba donde fue sepultada la familia que fue asesinada el 1 de enero, en el barrio Carraízo, presuntamente por un familiar.

Edwin Ramos Monge, de 47 años, Dorothy Wickland, de 40 años y sus gemelos de nueve años, Edwin y Jorge, fueron despedidos con un sonoro aplauso de los presentes.

Momentos de mucho dolor y sufrimiento se vivieron en el camposanto a donde llegaron familiares, incluyendo a la madre de la fallecida, María Cruz.

" La meta era despedirlo por todo lo alto y creo que lo logramos; bello, con flores. A ella le encantaba las flores", dijo emocionada Giselle Ruiz que se convirtió en la portavoz de la familia Wickland. 

Otro hijo adolescente de la pareja ultimada sobrevivió a la matanza y se encuentra con vigilancia policíaca constante.  

Aceptó que ha querido ser fuerte para apoyar a la familia "pero uno es humano y duele, y obviamente llega al momento que uno piensa que es una pesadilla y se va a despertar y que eso no pasó hasta que llegas aquí y nos damos cuenta que es la realidad y que hay que decirle un adiós".

Aceptó que en medio de tanto dolor los sismos que están afectando a toda la isla han pasado a un segundo plano.

“Creo que esto ha sido más fuerte hasta que el mismo temblor”, confesó.

Por el asesinato de la familia, las autoridades buscan al contratista José Carlos Aponte Ramos, alias El Presidente, de 36 años, y quien es pariente de los occisos.

La jueza Lirio González Bernal, del Tribunal de Carolina, expidió una orden de arresto contra Aponte Ramos tras determinar causa por cuatro cargos de asesinato en primer grado, uno por tentativa de asesinato y cinco cargos por violaciones a la Ley de Armas, con una fianza de $27.5 millones

Mientras se realizaba el entierro, policías con armas largas vigilaban el área donde había unas 50 personas.

"(Hoy) tenemos bastante seguridad…confiamos en la Policía de Puerto Rico. Ellos han estado mano a mano con la familia y sé que en algún momento ellos van a poder esclarecer todo y darnos esa poquita de paz que la familia necesita", dijo la joven al mencionar que la familia de Edwin sufre por partida doble. 

"Adicional duele un poquito para el lado de la familia del señor Edwin, por doble, pues como dicen alegadamente es que fue un pariente de ellos. Aparte de ellos estar ahora mismo sepultando a la familia pues también tienen que lidiar que el posible causante de esto haya sido un pariente", expresó.

Los padres de Edwin estaban en el cementerio. 

Ruiz reiteró el llamado a Aponte Ramos a que se entregue.

"Que mire el dolor que ha causado, que se entregue para por lo menos dar paz, una poquita de paz a todo esto", indicó entre lágrimas. 

Otros familiares que estaban en el lugar y prefirieron no identificarse opinaron que este no se va a entregar.

“Él no se va a entregar; tienen que matarlo y ese va a ser otro dolor”, argumentó un familiar que dijo que eso es presumiendo que él sea el asesino.

Otro agregó que “tienen que batirse a tiros con él, matarlo”.

Igualmente le hicieron un llamado a la Policía.

Edwin Ramos Monge, de 47 años, Dorothy Wickland, de 40 años y sus gemelos de nueve años, Edwin y Jorge, fueron despedidos con un sonoro aplauso de sus familares.

Mientras, una de las primas de Edwin, Peggy Betancourt Monge, dijo que han podido sobrellevar el momento porque “tenemos confianza en Dios. Somos personas de fe que nos criaron en la iglesia. Pero estas cosas conmueven”.

Ella se enteró “por las redes sociales. Me levanté el día primero y leí la noticia. Dentro de todo pensé que había una equivocación, pero cuando vi el nombre y el apellido ahí caí en cuenta”.

Dijo que “lo que queremos es paz, que las familias permanezcan unidas; que busquen de Dios. La base familiar es bien importante”, agregó.

Otro que se conmocionó con el entierro de esta familia fue los que estuvieron a cargo de sepultarla.

El proceso para Rafael Hernández fue peor porque recordó a dos hijos que fueron asesinados y cuyos cuerpos están en ese cementerio.

Este lleva quince años haciendo esas labores.

“Además de esta experiencia tan grande tuve la de mis hijos, que no sido fácil; dos que me mataron… Cada vez que pasa un accidente así vuelve a renacer (el dolor)”, expresó.