Don Ariel Cintrón Ruiz, un veterano de 61 años, tiene clarito en su memoria aquel 24 de marzo de 1951 cuando fue herido con una metralleta durante la guerra de Corea.

Don Ariel recuerda que llevaba poco tiempo en el regimiento de la 65 de Infantería cuando activaron a su compañía a participar activamente de la guerra de Corea. Durante esa época, vivió muchos momentos tensos, pero ese mes de marzo su vida cambió por completo.

“Recuerdo que era Viernes Santo y algunos miembros de mi compañía íbamos subiendo por una colina cuando nos empezaron a disparar con ametralladoras. ¡Muchacha, aquello fue terrible! Había mucha gente herida, incluyéndome”, dijo el ex militar a Primera Hora durante la celebración del Día del Corazón Púrpura, en Yauco, un evento en el que se reconoció a los soldados boricuas que han sido condecorados con la medalla que lleva ese nombre y que se les otorga a los miembros de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos que han sido heridos o han fallecido en combate.

“A mí me dieron un tiro en la cadera... pero hubo muchos muertos”, dijo, dejando volar su mente hacia aquel fatídico día.

“Fue un caos, fue algo bastante fuerte para todos nosotros. Después de eso estuve tres meses en un hospital de Japón”, relató el hombre, mientras mostraba un recorte de periódico de aquella época en la que se anunciaba sobre su condición de salud. También mostró orgulloso su Corazón Púrpura.

“Es la primera vez que vengo a una actividad como ésta... ojalá y vea a algunos de mis compañeros de esa época”, dijo el hombre, residente de Ponce.

Aunque está orgulloso de haber “servido a la nación”, don Ariel no está de acuerdo con los actuales conflictos de guerra.

“Ha sido una lucha innecesaria. No se ha ganado nada, pero sí se ha perdido mucho, en especial muchas vidas”, expresó.

Don Ángel Bonilla fue otro de los soldados que participaron de la ceremonia en la que el orador principal fue Héctor Luis Acevedo , quien perteneció durante 22 años a la Reserva del Ejército con el rango de teniente coronel.

El anciano de 82 años le dijo a Primera Hora que se inició en la milicia desde la adolescencia y le sirvió al Ejército durante 22 años.

“Chacha, yo soy de los más viejos que quedan. Y yo fui a dos guerras: a la de Corea y a la de Vietnam”, dijo don Ángel, quien también fue herido en combate.

“Ay, pero yo no quiero hablar de eso. ¿Pa’ qué?”, dijo.

Y es que hay muchos soldados que, luego de regresar a casa, han decidido cerrar el capítulo y comenzar una nueva vida.

Mientras, hay otros a los que se les sacude el alma el hablar de los conflictos bélicos. En especial a aquellos que han perdido a un familiar en batalla.

Ése fue el caso de doña Alicia Pietri, cuyo hijo, José Caraballo Pietri, murió el pasado mes de abril en un aparente ataque del enemigo en Afganistán.

“Yo les agradezco el reconocimiento y momentos como éste me hacen recordar lo buen hijo que era... pero yo hubiera preferido no tener que estar aquí y no haberlo perdido”, dijo la mujer, a la que se le ha hecho difícil canalizar el fallecimiento.

“Todavía lo sufro... todavía espero su llamada los sábados”, dijo en referencia a lo apegados que eran como madre e hijo.

“Sinceramente, quisiera que no hubiera guerras. No valen la pena. Estas luchas no tienen razón de ser. ¿Qué estamos ganando?”, dijo la mujer, a la que se le entregaría la medalla del Corazón Púrpura como reconocimiento póstumo a la labor que hizo su vástago.

Isidoro Santiago, coordinador del evento, estimó que durante la actividad participaron 200 soldados. Dijo que tenían previsto otorgarles a los homenajeados unas tablillas conmemorativas, pero el Departamento de Transportación y Obras Públicas no pudo entregarlas a tiempo, ya que los preparativos de la tormenta Emily retrasaron los trabajos.