Por su condición de epilepsia y pasados derrames cerebrales, Víctor Domínguez tenía que buscar un refugio donde pasar el huracán. Sabía que no debía estar solo desplazándose de un lado a otro en su silla de ruedas en su casa en Caguas bajo el riesgo de necesitar ayuda de emergencia. 

Su lógica no falló. El residente de Caguas sufrió dos ataques epilépticos en la madrugada del jueves, justo cuando ya María había hecho su entrada a la Isla. 

Domínguez, de 52 años de edad, fue asistido por personal médico del municipio de San Juan que había sido activado para atender todos los casos de los refugiados en el Centro de Convenciones. 

“Yo me conozco y me tomé el medicamento. Empecé a sudar y a brincar”, explicó Domínguez.

El coliseo Roberto Clemente albergaba hasta ayer a unas 128 personas y se preparaba para que desalojaran sin embargo, familias como la de Gelson Acevedo llegaban hoy porque habían perdido sus casas o parte de ellas. 

“Nosotros no estamos buscando quedarnos a dormir aquí o en ningún lado”, manifestó en referencia a su esposa y sus tres hijos de 14 y 7 años y una bebé. “Lo que estoy buscando es un lugar donde dejarlos y que estén tranquilos para yo resolver con la casa y porque tampoco puedo estar gastando gasolina”.

La familia había perdido el techo de zinc en la cocina y en la marquesina. Las planchas de zinc que quedaron en la casa “se soltaron y todo se está mojando con la lluvia”.  

Para Zuleika Pichardo, el coliseo ha sido de gran ayuda para satisfacer las necesidades de alimento de sus hijos de 11 y 7 años de edad. 

Con residencia en Estados Unidos, Pichardo se encuentra en Puerto Rico en la casa de un familiar en lo que resuelve varios asuntos. 

“Vine caminando y llegué a Plaza (las Américas) pensando que estaba abierto. Estuve buscando un cajero (automático) y ninguno funciona. No tengo dinero y tampoco hay donde comprar”, indicó Pichardo.