Cayey. Eran las 11:00 de la mañana de un lunes cualquiera y a don Héctor Esteban Santiago Santiago ya no le quedaban billetes de la Lotería Tradicional para llevarle “la suerte” a sus compueblanos en el casco urbano de Cayey.

En un abrir y cerrar de ojos, había vendido las 80 combinaciones semanales que le llegan, pues la mayoría de su clientela separa los números con anticipación y luego don Héctor los lleva a sus respectivos destinos.

Es la rutina del octogenario que un buen día decidió vender Lotería Tradicional para mantener a su familia, pues el dinero que recibía de pensión no alcanzaba para darles de comer, ni cumplir con sus obligaciones como padre responsable.

De eso han transcurrido 27 años.

“Yo trabajé durante 16 años en la Autoridad de Comunicaciones en Caguas, instalando teléfonos. Pero en 1978 yo estaba trepado en una escalera en Cayey y caí en la calle. ¡Eran 24 pies de alto! Entonces, de ahí salí pensionado de la Autoridad. Ya tenía tres hijos, mi esposa murió, la madre de mis hijos”, lamentó Santiago, quien es oriundo del barrio Culebras Alto de Cayey.

“Estuve un mes hospitalizado, pero cuando me mejoré por completo, empecé a vender billetes. Lo que pasa es que recibía 90 pesos quincenales de pensión. ¡Imagínate para mantener una familia! Compré un taxi que ahora lo tiene el hijo mío”, explicó el vendedor de 82 años.

A diferencia de otros vendedores, Santiago Santiago no cuenta con un puesto específico a donde la gente pueda buscarlo.
A diferencia de otros vendedores, Santiago Santiago no cuenta con un puesto específico a donde la gente pueda buscarlo. (WANDA LIZ VEGA)

Sin embargo, para Don Héctor no resultó difícil tomar la decisión de vender billetes de lotería porque, como consumidor, sabía que además de generar dinero para llevar a su casa, era algo que ayudaba a otras personas.

“Siempre me gustó jugar un billetito, porque uno siempre se saca algo; mis padres también jugaban. Uno se pega. Así que se me hizo fácil vender, me gusta vender y se mueve bien”, apuntó el ahora esposo y compañero de Lydia Ortiz Serrano.

A diferencia de otros vendedores, Santiago Santiago no cuenta con un puesto específico a donde la gente pueda buscarlo. Aunque regularmente lo escuchan calle abajo cuando exclama: “¡Lotería! ¡Para el jueves!”.

“Yo tengo 80 billetes semanales. Voy caminando por el pueblo, tengo mis clientes, separo los billetes y se los llevo. No tengo un puesto en particular, pero tengo clientes de muchos años. Pero ahora le vendo a todo el mundo”, sostuvo con una amplia sonrisa que parece iluminar su rostro.

“Dicen que les doy suerte. Pero la suerte que tengo es de vender”, continuó, mientras saludaba a sus compueblanos que llegaban a la Plaza del Mercado.

No obstante, reveló que ha vendido “unos cuantos premios”.

“Yo vendí el segundo premio que paga $45 mil, hace como 10 años; creo que era el 22,287. He vendido de todos los premios, sueltos, de $5 mil y de otras cantidades. Una vez vendí el primer premio que ahora paga $250 mil, cuando estaba en $125 mil”, confesó Santiago Santiagho, expresidente de la Junta de Directores de la Cooperativa de Agentes de Lotería.

“También he vendido de la extraordinaria, no premios mayores. Aquí la gente comparte lo que gana. En Cayey la gente es agradecida”, insistió al aclarar que no acostumbra a fiar “porque uno no sabe. Los más que compran son las personas mayores, aunque es algo general”.

Asimismo, resaltó que, a diferencia de otros juegos, los boricuas confían en la Lotería Tradicional.

“La gente confía, porque es donde único puede tener algo de esperanza de que se saque un premio”, manifestó.

Finalmente, aseguró que “se puede mantener a una familia vendiendo billetes de Lotería Tradicional”.

“Fíjese que se puede porque yo compré una casa”, concluyó.