Mururi, Kenia. ¿Por qué África? La respuesta es como el amor: no se puede obligar, fluye y ya, y don Jesús Hernández se enamoró de los rostros africanos, no importa que para llegar a ellos tenga que viajar 20 horas varias veces al año.

“Una vez uno llega aquí, se enamora. Si esto se te mete en el hueso, difícilmente se te puede sacar”, comparte.

“Amo a África porque entiendo que es donde más necesidad hay en el mundo”, añade.

Su pasión tomó el nombre de la entidad A África con Amor tiempo después de iniciar hace más de 28 años esfuerzos humanitarios para aliviar las primeras crisis de hambruna de la década de los ochenta en Etiopía. De allí cruzó frontera para llegar a Kenia, país en el que iniciaría en el 2010 un ambicioso proyecto de orfanato en el pueblo de Mururi.

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Y hasta allí lo acompañó Primera Hora para conocer de primera mano la obra social de un puertorriqueño en África, así como de los misioneros que ofrecerían servicios de salud, juguetes, ropa y alimentos donados por puertorriqueños.

Una vez allí, confirmamos que el amor de “Amigo” –nombre que le dieron los kenianos– es correspondido. “Amigo es bueno, es una buena persona debido a la ayuda que él está tratando de traer”, dijo Steven Catumbe, trabajador del orfanato.

Entre los vecinos de Mururi, hay una chiquilla de cuatro años que “me ha robado el corazón”, casi como si fuera su hija o nieta, a quien llamaron Kenya, en honor al abuelo. “Oye mi carro y, yo no sé cómo, ya está ella en la carretera esperándome”, manifiesta. Otras expresiones de afecto fueron más espontáneas, como el empleado de tienda que se nos acercó en Mwea y dijo: “Pregúntale a él y él me conoce. Amigo es mi amigo, un gran hombre”, expresó Elekiel Cakuru.

Para otros, como Joseph Keter, comisionado de Kiriuyaga, el pueblo de Puerto Rico es gente buena “porque intentan llenar las necesidades de nuestra gente, es un acto muy compasivo”.

Al orfanato, de tres cuerdas de terreno, que se extenderán a seis cuando adquieran otras tres para la escuela primaria, aún le faltan completar los dormitorios y el sistema eléctrico –la mayoría de los vecinos no tienen electricidad ni acceso a agua potable. Su esfuerzo es admirable si se considera, según el comisionado del distrito de Mwea, Alfred Muandale, que “el Gobierno no puede manejar esto solo, necesitamos asistencia de todos los rincones”.

Hace más de 28 años inició una labor humanitaria en África y hoy construye un orfanato para niños huérfanos.