Familiares y amigos de Genoveva Torres Mangual, “Doña Beba”, la sorprendieron con una fiesta de cumpleaños virtual, siguiendo los protocolos de distanciamiento social, frente a su residencia en el barrio Coco Viejo de Salinas, el pasado miércoles Día de Reyes.

Doña Beba, quien cumplió 95 años el mismo día que los Reyes Magos, guiados por la estrella de Belén, adoraron al niñito Jesús, no pudo ocultar la emoción al escuchar frente a su casa una guagua de sonido con hermosos temas navideños, regalo de sus hijos, como parte de su onomástico.

Al lugar, también llegaron en sus vehículos nietos, biznietos y demás familiares.

“Hay Dios mío que cosa más linda, no lo esperaba. Gracias a Dios, a la Virgen, y a ustedes por esta sorpresa. El corazón se me subió cuando escuché esa música tan linda, me dieron ganas de bailar”.

“Me habían hecho otras celebraciones, pero como esta ninguna, esto ha sido hermoso. ¡Vez que se pudo!”, exclamó emocionada la longeva salinense.

Doña Beba, viuda de Perfecto Antonetti, con quien procreó sus seis hijos: Eneida, Irma, Raquel, Ernesto, Hilda y Perfecto Junior, reveló el secreto que la mantiene saludable y con buen estado de ánimo a sus 95 años.

“La alimentación, aunque no teníamos muchos recursos en los tiempos de mi niñez, la comida que consumimos era saludable, todo producido por la tierra; mucha verdura, leche de vaca y harina. Como no había luz nos acostábamos temprano y no trasnochábamos. Se trabajaba mucho, pero se descansaba”, recordó.

La carismática dama, quien toca maraca y güiro, aseguró que su amor por la música y el baile lo heredó de su padre, Pablo Torres, veterano de la Segunda Guerra Mundial.

“Papá era tremendo bailarín y le encantaba la música. Era nuestro cómplice, llevaba a mi hermana Toya y a mí a bailar con una vitrola, que era lo que se tocaba en aquellos tiempos, en la casa de mi suegra Herminia. Bailando allí fue que conocí a mi esposo. Mi madre, Felicita Mangual, también tenía un espíritu alegre, por eso duró 104 años de vida”, sostuvo.

Torres Mangual fue testigo del paso por la Isla de varios huracanes, a comienzos de siglo, entre estos San Felipe (13 de septiembre de 1928), San Ciprián (26 de septiembre de 1932) y Santa Clara (11 de agosto de 1956).

“Pasamos muchos sustos porque las casas eran de madera y paja, nos metíamos en una tormentera. Gracias a Dios sobrevivimos a esos temporales”.

Uno de los acontecimientos que más atesora fue haber conocido al primer gobernador electo por el pueblo de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín, quien, dijo, le regaló el terreno donde está ubicada su residencia.

“Él nos cambió la vida, esa fue la experiencia más grande, le tengo un agradecimiento eterno. Todos los que vivíamos en el sector le hicimos campaña. Le decían ‘el gallo con los pollitos’, porque él caminaba al frente y nosotros detrás’', concluyó.