Para Yorielis Santa y Kisandra Jonhson, graduarse de cuarto año era un reto casi inalcanzable. Sus cortas vidas han estado rodeadas de enormes obstáculos que, para cualquier persona, hubiese sido la excusa perfecta para dejar de soñar.

Pero ambas se graduaron recientemente con honores de la escuela superior alternativa del Programa de Educación Comunal de Entrega y Servicio (P.E.C.E.S.) del barrio Punta Santiago en Humacao y nos cuentan sus historias de vida.

Yorielis: “Aquí no ha pasado nada y vamos pa’lante.”

En el caso de Yorielis, una joven de 19 años, la vida la ha quebrantado tanto a nivel físico como emocional. Su salud ha estado seriamente comprometida en varias ocasiones, ya que en enero de 2018 se le diagnosticó un tumor en la cabeza, lo que le causó un derrame cerebral que le dejó secuelas de inmovilidad y perdida de destrezas básicas como masticar e ir al baño. Culminó su undécimo grado mediante acomodo razonable y luego estuvo un año y medio sin estudiar debido a su tratamiento oncológico. Y en enero de 2019 sufrió un ataque al corazón.

Todas estas situaciones llevaron a Yorielis a estado emocional “oscuro”, de donde ella no quería salir. Asegura que estaba cómoda pensando en no estudiar y es que las fuerzas no le daban y la esperanza se había esfumado casi por completo.

“Ha sido demasiado difícil diría yo, es algo que no se supera de un día para otro. En el camino llegué a usar pañales, llegué a necesitar que mi familia me diera alimento, no podía usar ni siquiera mis extremidades. No podía hacer cosas que veía que mis amistades hacían. Era frustrante para mí y esto me causó ansiedad, obviamente fue superfuerte”, dijo Santa, quien también confesó haberle cuestionado a Dios sobre su proceso.

“Llegué a retar a Dios muchas veces; le decía que si él era real por qué eso me estaba pasando y muchas personas me decían que era por un propósito y yo les decía, pero qué propósito tiene que ser tan grande para yo estar pasando esto. Pero ahora, como en el momento tan importante que fue mi graduación, puedo ver que es un propósito y que cada propósito tiene su proceso, aunque sea largo y difícil, vale la pena”, relató la joven.

Yorielis Santa recibió también el premio “Sister Nancy” de liderazgo.
Yorielis Santa recibió también el premio “Sister Nancy” de liderazgo. (Suministrada)

Sus condiciones de salud llegaron en sus primeros años de escuela superior, por lo que confiesa no se le hizo fácil manejarlas a la par con sus clases. Santa cursó sus grados 10 y 11 en la Escuela Vocacional Antonio Fernos Isern de San Lorenzo y asegura que allí sufrió ˈbullyingˈ por parte de educadores. Eso le fue quitando la esperanza de estudiar, aunque era una estudiante de 4.00 puntos.

“Algunos maestros comprendían lo que son los acomodos razonables, otros no lo comprendían e incluso llegué a sufrir ˈbullyingˈ de algunos maestros y eso ocasionó mi recaída en notas. Muchísimas veces pensé en dejar la escuela, muchísimas veces tiré la libreta y dije que no podía. Muchísimas veces le dije a mi mamá que no quería más la escuela. Me encantaba la zona de ˈconfortˈ en la que estaba. Me encantaba la oscuridad en la que me encontraba sin estudiar, el estar en mi casa tirada en la cama. Pero gracias a Dios ya eso mejoró”, dijo la joven.

Por esa razón, luego de estar en tratamiento oncológico, su madre decidió matricularla en la escuela alternativa P.E.C.E.S., lo que fue un cambio radical para Yorielis, quien en un principio confiesa haber estado renuente al cambio. Sin embargo, el trato de los maestros y personal de P.E.C.E.S. cambioo su perspectiva. No obstante, afirma que la principal herramienta que la llevó a salir de esa “zona de confort” y de oscuridad donde había intentado privarse la vida en cinco ocasiones fue Dios y luego el recobrar la confianza en sí misma.

“Sinceramente está en ti el querer salir adelante. Yo tenía mil personas que creían en mí, pero yo no creía en mí y ese es el paso principal, tienes que creer en ti. Tener fe en Dios creo que es el paso más importante, es lo principal y, seguido de eso, la perseverancia, las ganas de luchar y no quedarse en el lugar donde estás. Siempre, siempre ir por más y ponerte metas. Siempre y cuando te pongas metas vas a tener un lugar a donde ir”, aconsejó Santa.

Precisamente, entre las metas que motivaron a Yorielis a estudiar estaba la de poder entregarle el diploma de cuarto año a su abuelita, quien recientemente fue diagnosticada con cáncer. La joven logró su cometido la pasada semana. Además, aunque no lo tenía en su radar, fue galardonada con el premio “Sister Nancy” que se otorga a jóvenes con liderazgo e iniciativa, que colaboran con la comunidad. Estas metas, sumadas a su graduación con honores y ser admitida en la universidad para estudiar terapia del habla, completa los grandes logros de esta valiente joven.

No obstante, al sol de hoy, las pruebas no dejan de llegar a la vida de esta guerrera, quien estuvo hospitalizada hace tres semanas y se encuentra asimilando aun el diagnóstico más reciente de que está a punto de un fallo renal. También sigue padeciendo los efectos del tumor que constantemente le provocan dolor de cabeza y que ya le afectan su visión del ojo derecho. A pesar de esto, Yorielis está sumamente optimista de poder con todo lo que la vida le ponga de frente.

“Mi lema es ‘aquí no ha pasado nada y vamos paˈlante’. Si me pones este tropiezo, dame el otro que con ese yo voy a poder también”, afirmó totalmente convencida la graduada, no sin antes autoproclamarse, “como dice Yizette Cifredo, una optimista compulsiva”.

Kisandra: “Eso no te impide demostrarle que tú pudiste sin ellos”

En el caso de Kisandra Johnson, esta joven de 18 años ha afrontado una dura realidad. A la edad de 12 años fue abandonada por su madre y ha estado viviendo en distintos hogares grupales y en algunos hogares sustitutos. Esta inestabilidad y sus duras vivencias la llevaron a confrontar problemas de actitud y a pensar en adelantar sus clases por módulos, con el fin de no tener que asistir a la escuela. No obstante, afirma que un ángel que Dios le puso en su camino la llevó a soñar en grande al matricularla en la escuela de P.E.C.E.S.

“Yo llego a P.E.C.E.S en agosto de 2020 por mi madre de crianza. Al principio estaba en resistencia porque yo no quería estudiar, quería todo en módulos. Ni pensaba en graduarme. Además, era mi primera vez en un hogar de crianza; siempre había estado en instituciones y yo acababa de salir del Panamericano residencial y ahí nos daban clases adentro. Pasé muchas cosas y estaba mal y me dieron la oportunidad de estar en un hogar y ese hogar me dio la oportunidad de entrar a P.E.C.E.S”, explicó Jonhson, quien nació en el Bronx, pero actualmente reside en Luquillo.

Kisandra Johnson ganó la beca del Centro de Apoyo Económico y Empresarial Comunitario.
Kisandra Johnson ganó la beca del Centro de Apoyo Económico y Empresarial Comunitario. (Suministrada)

Acoplarse a esta escuela no se le hizo fácil, ya que venía con el miedo de haber sufrido de racismo y “bullying”. Pero, cuando ya se sentía cómoda en P.E.C.E.S fue movida nuevamente de hogar, lo que casi la aleja de su meta.

“Pensaba que no volvía para P.E.C.E.S., pero ellos se comunicaron con el Programa COPA, donde yo estoy, para ver que podían hacer para mantenerme en esa escuela porque yo estaba bien. Si iba para otra escuela no quería estar ya en la escuela. En esa transición me cambian (a vivir) más lejos y estaba acoplándome en el hogar. Mi escuela era mi única escapatoria, me ayudaban y yo ayudaba en la escuela”.

No obstante, Johnson, quien había llegado hasta octavo grado y había tomado el noveno grado mediante módulos, logró culminar su cuarto año formando parte del cuadro de honor de P.E.C.E.S. Incluso, se ganó la beca Centro de Apoyo Económico y Empresarial Comunitario (CADEEC) de esa institución.

“Yo nunca pensé ganarme esa beca empresarial y tener las buenas notas que saqué allí. Ellos creyeron en mí, vieron algo que yo no vi”, afirmo la graduada.

Poder estar en esta institución educativa hizo que Kisandra recobrara la fe en sí misma y las ganas de superarse, pues al ser abandonada por su madre biológica confiesa que su autoestima decayó.

“Mi mamá me entregó a los 12 años, yo pensaba que me había abandonado, que yo no valía nada. En mi graduación de sexto no me había ganado nada, ver allí todas esas medallas y ver todos esos logros, de verdad que me da sentimiento y me pongo feliz. Y, aunque no fue mi mamá a mi graduación fueron las personas que me ayudaron. Mi mamá biológica me decía que no iba a lograr; pero ver que lo logré, ver todas las medallas que me gané y ver que pensaron en mí es una gran bendición. Le doy muchas gracias a Dios por las experiencias”, afirmó la joven, quien estuvo acompañada en su graduación por la persona que fue su madre de crianza al momento de entrar a P.E.C.E.S.

“Ella es pastora y me aceptó. Le dijo a Dios: “señor, tú me das las fuerzas y me cambió la vida. Gracias a ella que creyó en mí”.

Pero el camino de esta joven recién comienza, ya que se encuentra cursando su primer año de estudios en psicología en la Universidad Interamericana de Fajardo y espera, cuando se gradué, poder ayudar a otras personas que atraviesan por momentos difíciles en la vida.

“Escogí estudiar psicología, porque quiero ayudar a más gente como yo en mi situación o más difíciles o mas pequeñas, no importa. Pero les quiero enseñar que siempre hay una luz al final del túnel. Y, aunque nosotros lo veamos tan difícil, siempre va a ver alguien que te va a ayudar y te va a demostrar lo importante que eres y el potencial que tienes”.

Antes de culminar, Kisandra se identificó con aquellos que hoy atraviesan situaciones de abandono y les brinda un mensaje esperanzador para que puedan ver en ella un ejemplo de que sí son valiosos y que se pueden destacar si se lo proponen.

“No se quiten. Aunque sientan que el mundo se le va encima, déjense ayudar que no todo el mundo quiere hacerles daño. Sí, hemos sufrido mucho y hemos pasado por muchas cosas, pero no significa que tenemos que ser rebeldes y tenemos que estar a la defensiva con todo el mundo. Les aconsejo que no nos quitemos y que siempre creamos en nosotros mismos, que aunque mamá y papá no están, eso no te impide hacer lo que quieres hacer y demostrar que tú pudiste sin ellos. Eso los hace más fuertes, porque no tuvieron ese apoyo, lo hicieron solos y lo lograron, y eso vale más. Vas siempre a pensar si yo pude con esto solo, voy a poder con lo otro’ y vas a lograr todo lo que tú quieras”, concluyo la futura psicóloga.