Gualberto Rodríguez está seguro de por qué quiere trabajar.  “No es bueno estar dependiendo de nuestros padres o de ayudas gubernamentales”, precisó.

También hay otras razones. “El trabajo te hace sentir una persona productiva. Que tú puedes ser alguien en la vida,  poner tus talentos al servicio de los demás y generar ingresos”, agregó.

Pero encontrar  empleo ha sido particularmente difícil para este joven de 30 años. Contrario a la mayoría, Gualberto tiene un reto adicional: el Síndrome de Asperger, una forma de autismo de alto funcionamiento que implica que la persona tiene dificultad para la interacción social. 

Ha sentido el discrimen y la frustración que provoca el rechazo. “La búsqueda ha sido un poco complicada. La entrevista ha sido una de mis áreas débiles”, confesó Gualberto.

No es el único. Son muchas las personas con el  trastorno del espectro autista (TEA) que enfrenta considerables  dificultades para ser parte de la fuerza trabajadora. El TEA es definido como  una condición neurológica y de desarrollo que inicia en la niñez, dura toda la vida y afecta cómo una persona se comporta, interactúa con otros, se comunica y aprende.

Según  la Alianza de Autismo y Desórdenes Relacionados de Puerto Rico (AADR), las personas con autismo tienen menos probabilidades de hallar un trabajo o vivir por su cuenta en comparación con individuos con otras discapacidades. 

Preocupante demanda

En Puerto Rico, la población de personas con autismo se estima entre 19,695 y 21,822, y de éstas entre 5,062 y 7,189 tienen 18 años de edad o más, según el estudio -más reciente sobre el tema- Prevalencia de Autismo en la Niñez en Puerto Rico, realizado en el 2011 por la Escuela Graduada de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.

¿Cuál es la realidad laboral? 

De acuerdo con la psicóloga  industrial Ivanelysse Rosa Negrón, en la Isla no hay datos científicos que sustenten  la necesidad laboral  -en Estados Unidos el desempleo es de 85%.

No obstante,  la Administración de Rehabilitación Vocacional (ARV) informó que este año, de marzo a mayo, registraron 39 casos nuevos para un total de 784 activos. Actualmente solo cinco de los 784 casos han sido ubicados en puestos de trabajo; estos realizan tareas que incluyen empaquetadores, ujieres, asistentes de lobby, oficinistas y operadores de máquinas de coser.

 “Reconocemos que las alternativas de ubicación para la colocación en la actualidad para la población con autismo, no son suficientes para garantizar la máxima integración comunitaria de éstos a nuestra sociedad”, admitió la administradora auxiliar de Políticas Operacionales de la ARV, Sonia Hernández.

¿Por qué es difícil?

La cantidad ínfima de ubicaciones responde a que la ARV depende de la disponibilidad de patronos, cada caso tiene necesidades especiales y la mayoría de estos  necesitan apoyo continuo,  argumentó Hernández.

¿Se han planteado hacer algo distingo?

“Sí... lo que ocurre es que tienes que también ver que Rehabilitación Vocacional no es una agencia de empleo. Nosotros preparamos a los participantes a obtener un empleo, a tener unas capacidades y destrezas… No es que Rehabilitación Vocacional no está haciendo el esfuerzo”, contestó, por su parte, la directora de la Oficina de Servicios de Consejería en la ARV, María Benítez.

Ya para el 2014 el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico  concluyó que “luego de salir del sistema de educación, los jóvenes con deficiencia en el desarrollo encuentran pocas oportunidades para desarrollarse y desempeñarse”. Agregaba que la “población adulta con deficiencias en el desarrollo sigue en aumento y actualmente no contamos con un sistema adecuado que atienda sus necesidades”.

Solución a una “crisis”

Para la directora de la AADR, Joyce Dávila, lo que ocurre es una “crisis” porque están en “sus casas, poniéndose ociosos”.  Y a ello le agrega el efecto dominó: “No solo el individuo se afecta. Tú tienes todo un núcleo familiar que va a quedar afectado”, añadió  la doctora en Currículo y Educación Especial, Moira Carroll. 

“Una solución a este problema es primero hacerlo público... Que tenemos un asunto a nivel social que tenemos que estar trabajando con esta población, que ha sido marginada por muchos años. Existen muchas leyes y eso es fenomenal, pero las leyes caen en lo que llaman ser letra muerta. Y para que eso deje de suceder yo entiendo que las agencias gubernamentales, que no son los únicos responsables... tienen que sentarse a la mesa”. También subrayó las aportaciones de los patronos y la sociedad a la solución.

A pesar de sus dificultades, Gualberto ha logrado tres empleos que incluye ser chofer de Uber. Y es desde su experiencia, le dice a la ARV que mejoren esfuerzos mediante servicios enfocados en las personas con TEA y a los patronos que “no tengan miedo en darle una oportunidad a una persona con autismo”.  

Busca el reportaje en alianza con Jay y sus Rayos X a las 10:00 p.m. por Telemundo.