A pesar de los esfuerzos que se están llevando a cabo para asegurar que los estudiantes no pierdan su año académico en medio de la pandemia del coronavirus COVID-19, las clases a distancia dependen en gran medida de la capacidad tecnológica que esté disponible en cada hogar, y no está claro cuántos estudiantes no cuentan con esa tecnología para poder participar de clases virtuales, telellamadas o algunas de las otras variantes que están poniendo en práctica escuelas y maestros.

Esa situación, explicó el secretario del Departamento de Educación (DE), Eligio Hernández, era algo que se anticipaba que ocurría, por lo cual emitió directrices “para trabajar con los estudiantes que no tienen la tecnología con el trabajador social y el consejero profesional”.

Sin embargo, el secretario admitió que, al momento, no tienen una cifra de cuántos son los estudiantes que, por las razones que sean, no cuentan con la tecnología necesaria disponible es sus hogares.

Hernández admitió también que, bajo las condiciones actuales y las prohibiciones en vigor, el DE no puede proveer asistencia tecnológica ni enviar personal a los hogares para ayudar en forma alguna, pues estarían violando lo establecido en la orden ejecutiva para mantener el distanciamiento social y evitar así la propagación del letal virus.

Lo que está haciendo el DE, explicó, es que en los casos que el maestro identifica que hay estudiantes que no logra contactar o no están entregando los trabajos, pues informa al director de escuela y el trabajador social, para entonces hacer los ajustes necesarios.

“El consejero profesional trabaja la parte académica y el trabajador social el componente social y familiar y, si hace falta también alguna intervención académica. Ahí se hace el ajuste”, explicó Hernández.

Puso como ejemplo que si un estudiante de elemental no contaba con acceso a Internet en su casa, y estaba trabajando destrezas de lectura, se le podía orientar a los padres que trabajaran con alguna película que viera con papá y mamá y luego explicara el orden cronológico, luego podía hacerlo con sus actividades del día, y luego describir cómo sería el día siguiente, “y así desarrolla la habilidad de secuencia de eventos. Se ajusta la enseñanza de una manera más sencilla a su entorno. Se hace una adaptación curricular”.

Tales adaptaciones se pueden hacer también con escenarios más complejos, aseguró.

“Estamos apostando al acercamiento individualizado. Y una vez termine el semestre, el trabajador social y el consejero nos van a identificar cuántas familias necesitaron ajustes y cuáles fueron esos ajustes”, agregó el secretario.

Explicó que “se ha documentado algunas comunidades con problemas de conectividad y se está trabajando a través de la Junta Reglamentadora de Telecomunicaciones”. Agregó que “las mismas compañías proveedoras detectan los restos, dónde tiene dificultad en su señal y la directora de la Junta trae las inquietudes a las reuniones y se ha logrado que se identifique eso como un servicio esencial”.

Hernández recordó que llevan a cabo un esfuerzo para desarrollar lecciones adicionales y enriquecer los currículos, con apoyo de maestros, bibliotecarios, personal de educación especial y en práctica docente. Al mismo tiempo, han estado ofreciendo seminarios y adiestramientos virtuales para los maestros sobre el uso de herramientas y aplicaciones cibernéticas.

Además, aseguró, muchos maestros con los conocimientos y destrezas cibernéticas han estado ayudando y enseñando a sus colegas a usar las diversas aplicaciones disponibles.

No obstante el secretario expresó optimismo con el proceso actual y recordó que “ya sobrepasamos las 4 millones de visitas en nuestra página en menos de un mes. Tenemos una gran cantidad de ciudadanos con acceso”.

“Y los que tienen dificultad (de acceso) pues la toma de decisiones se hará tomando esa realidad en cuenta. Tenemos varios planes para atender esos casos”, aseguró.

En última instancia, dijo Hernández, “si el secretario como ente nominador tiene que decretar que los estudiantes serán promovidos y graduados, conforme a los poderes que me da la ley, pues esa determinación se estará anunciando”.

También afecta a escuelas privadas

La situación de disparidad en el acceso a la tecnología no se limita a los estudiantes del sistema de enseñanza público.

De acuerdo con una maestra de escuela privada que prefirió mantener su nombre en el anonimato, ella conoce de casos de familias que no cuentan con los recursos para poder recibir la educación en línea como lo están haciendo otros estudiantes.

“A veces está el concepto de que si estás en escuela privada tus padres tienen todo, pero la realidad no es esa. Y además se ha puesto de moda becar estudiantes por deportes en las escuelas privadas, y muchos de ellos no tienen recursos”, comentó la maestra, quien imparte varias clases en diferentes grados.

Acotó que, si bien es cierto que a muchos de los estudiantes se les ha provisto tabletas para sus estudios, “las usan cuando están en la escuela que pueden usar el wifi de la escuela. Pero algunos no tienen Internet en su casa, o tienen que usar el del teléfono de su mamá o su papá. Y muchas compañías (proveedoras) te limitan el acceso a internet, te dan solo 2G o 4G (para consumo de datos), y eso si están en una videoconferencia no dura nada”.

Comentó que hay escuelas y academias privadas han ido cambiando sus materiales educativos a libros electrónicos, por lo que anticipaban que durante la cuarentena fuera más rápido el ajuste, pero todo eso está atado a la capacidad de uso de Internet con que cuenten.

La maestra resaltó el caso de una estudiante que tiene otras dos hermanas también estudiantes, y que dependen todas de Internet del teléfono de la mamá, y las tres están recibiendo clases a diario.

“Yo he tomado la iniciativa de darles alternativas para mis estudiantes, les preparo diferentes variantes para sus trabajos, puede ser un vídeo, una clase por Zoom, o ejercicios por Excel. Y le dije a la mamá que no se preocupara por mi estudiante, que me podía llamar luego más tarde, para que así sus hermanas pudieran aprovechar”, relató, agregando que la madre le había llegado a comentar que estaba desesperada con la situación.

“Pero te das cuenta que la situación se dificulta cuando hay varios hijos en la misma casa y se duplica o triplica el uso de Internet. Significa que vas a tener dos o tres hijos cogiendo clases por videollamada o videoconferencia todo el día, y tienen que compartir las tabletas o la Internet”, agregó.

Hay casos en que el problema puede ser algo tan sencillo como la situación de un estudiante que “llamó y me dijo que se no se estaba comunicando porque se le rompió el celular, y con las restricciones de la cuarentena no puede ir a la tienda a comprar uno nuevo”.

Y hay estudiantes que “no se están comunicando y habrá que ver qué se hace con cada caso individual una vez se pueda retomar la normalidad”.

“No puedo juzgar porque no sé la situación de cada cual. Pero me preocupan estudiantes buenos académicamente que no están dando señales. Hay algunos que sabes, que trabajan en el salón, y no se están comunicando y debe haber una razón para eso”, agregó

Por otro lado, la maestra sostuvo que no todos los maestros están dando tantas alternativas, por diferentes razones, y algunos incluso ponen términos fijos para la entrega de asignaciones, lo que eleva la presión sobre estudiantes y familias. Esas situaciones, pueden exacerbar la ansiedad para estudiantes y padres, y podrían llevar a que algún progenitor pierda el control o la paciencia, y ocurra algún maltrato verbal, emocional o físico.

Sugirió que, en cambio, se debería dar más flexibilidad de manera que pudieran entregar sus asignaciones dentro de cierto período de tiempo, y de diversas formas.

“Yo les digo que tienen de martes a viernes, y lo pueden entregar por un email o pueden hacer el ejercicio a mano y tomarle una foto y enviarla por WhatsApp”, explicó.

Pero esa flexibilidad también supone una presión sobre los maestros, y que tengan que trabajar extensas jornadas para atender a todos los estudiantes a través de las diversas vías.

“Me he visto hasta las 10:00 de la noche recibiendo mensajes, llamadas. Es mucho estrés. Se puede hacer, pero quiero llevar el mensaje de que la situación no es color de rosa ni para la escuela privada ni para la pública”, afirmó la maestra.