Cabo Rojo. ¡Cuidado con un cocotazo!

En pleno verano y justo en la semana que es una de las más concurridas por la celebración del 4 de julio, sale a relucir el grave problema de seguridad pública en uno de los balnearios más visitados en el oeste.

“No hay salvavidas y abundan los cocos, y las pencas secas cayendo a todo dar”, denunció a Primera Hora Millie (nombre ficticio), una lectora que reside desde hace más de 20 años en Boquerón y asegura que todos los días hace ejercicio por las mañanas a lo largo de la playa por el paso peatonal, pero se siente amenazada por la hilera de cocos que cuelgan de las palmeras.

“A mí me preocupan las palmas que están llenas de cocos secos. Yo estaba caminando hoy, y de hecho, me cayó un coco al lado, que casi me mata”, dijo la mujer, que prefirió no identificarse debido a que por tantos años ha entablado amistad con “los pocos empleados que quedan” en el balneario de Boquerón.

Este centro recreativo suele ser uno de los más visitados en toda la Isla durante el verano, entre los que administra la Compañía de Parques Nacionales. Ciertamente, según Carlos Alberto del Valle, subdirector ejecutivo de la agencia, es una de las instalaciones que la sustenta económicamente.

La genuina preocupación de esta lectora podría ser la misma de miles de visitantes que llegan hasta este complejo turístico, que recientemente celebró en grande sus 50 años de inaugurado con nuevas atracciones para el turismo recreativo y deportivo.

Primera Hora se movilizó hasta el balneario para confirmar la presencia de sobre 80 cocos caídos en el tramo peatonal, que comprende desde el puente de la marina de Boquerón, al lado de la villa pesquera, hasta la rampa acuática para personas con impedimentos. En horas de la mañana, había un empleado en el área recogiendo cocos y pencas secas, y amontonándolos en las áreas verdes para luego llevárselos en un camión.

Aun así, este diario fue testigo de la cantidad de palmas repletas de cocos maduros, que en algún momento forzosamente tendrán que caer por gravedad. Millie recordó que hace unos años había un señor que tumbaba los cocos secos, pero ya no lo ve.

Ayer, en la mañana, Emma Infante llegaba de pasadía con su familia a la playa y se le observaba mirando hacia arriba, temiendo que le cayera un coco encima. La mujer de San Sebastián expresó que tenía cuidado porque “un coco de esos mata a cualquiera”. La familia terminó ubicándose en el área de los gazebos.

De otra parte, la familia Díaz ya llevaba varias horas ubicada bajo una de las palmeras que menos cocos tenía. A inicios de esta semana, llegaron desde Aguas Buenas para pasar sus vacaciones en una casa de alquiler en El Combate,pero decidieron ir al balneario.

Rafael Díaz, quien estaba acompañando al grupo en el que había incluso dos infantes durmiendo en una manta sobre la arena, reconoció que “sí, son un peligro (los cocos) y hay que tener cuidado con ellos porque te pueden caer en la cabeza”.

Mientras,la matriarca de la familia Fernández,del pueblo de Orocovis,manifestó que“los cocos no molestan tanto porque son parte del trópico,pero los baños deben estar en mejores condiciones”.

Por su parte, Reynaldo Colón, de Barranquitas, quien está hospedado en una casa de alquiler, se veía sentado en su hamaca debajo de un árbol cerca de la orilla de la playa. “Vine temprano y me mandaron a buscar un lugar lejos de los cocos. Aquí estamos porque hay que tener cuidado”, dijo.

Otros turistas, que no quisieron ser identificados, dijeron sentirse inseguros por la falta de salvavidas a pesar de que la bandera azul estaba izada en señal del cumplimiento de normas de calidad del agua, la seguridad, la prestación de servicios generales y de ordenación del medioambiente, según el distintivo que otorga anualmente la Fundación Europea de Educación Ambiental a las playas y puertos que cumplen una serie de condiciones ambientales e instalaciones.