Todavía con precios un poco más bajos, las viviendas siguen fuera del alcance de la mayoría de los puertorriqueños en el 2025, según lo dio a conocer el Índice de Vivienda Asequible, preparado por Estudios Técnicos Inc. (ETI).

El análisis continuó reflejando las dificultades de los consumidores para adquirir un hogar, a pesar de la reducción moderada en el precio promedio durante el primer trimestre de este año.

El economista Leslie Adames, director de Análisis y Política Económica de ETI, explicó que “el índice aumentó de 53% en el cuarto trimestre de 2024 a 56% en el primer trimestre de 2025. Sin embargo, este leve cambio favorable no representa una mejora en el problema de asequibilidad que enfrenta actualmente el mercado inmobiliario de la isla”.

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“El índice permanece muy por debajo del promedio histórico prepandemia de 84%, lo que evidencia que aún falta mucho para alcanzar una mejoría. Aun con precios más bajos, la vivienda sigue fuera del alcance de gran parte de la población”, agregó Adames.

El Índice de Vivienda Asequible, elaborado por ETI, mide la capacidad de una familia típica para cualificar para un préstamo hipotecario con un 20% de pronto pago. Un valor de 100% indica que una familia cuenta con los ingresos suficientes para obtener financiamiento al precio promedio de la vivienda. Valores menores a este umbral reflejan dificultades de acceso.

Según cifras del Comisionado de Instituciones Financieras, el precio promedio de la vivienda nueva disminuyó en un 19%, de $353,681 en el primer trimestre de 2024 a $286,234 en el mismo periodo de 2025. En el caso de las viviendas usadas, la reducción fue de apenas 3%, de $215,973 a $209,284.

Por otro lado, las presiones en el financiamiento se mantienen, ya que las tasas hipotecarias a 30 años no muestran un descenso significativo. En el primer trimestre de 2025, la tasa promedio fue de 6.82%, muy similar al 6.73% al cierre de 2024 y al 6.75% en el primer trimestre de 2024.

“Para ilustrar el impacto en los consumidores, una persona con un ingreso anual promedio de $32,091 (equivalente a $2,674 mensuales) enfrentaría pagos mensuales de aproximadamente $1,490 en el caso de una vivienda nueva (56% de su ingreso) o $1,090 en una vivienda usada (41% de su ingreso). Ambos escenarios superan ampliamente el umbral recomendado de 30–35% del ingreso destinado a hipoteca. Estos cálculos, que solo incluyen principal e intereses, ayudan a dimensionar la magnitud del problema de que el costo de las viviendas continúa fuera del alcance de la mayor parte de los compradores, que no pueden pagar esos precios”, comentó Adames.

Sin embargo, cabe destacar que las ventas de viviendas registraron un aumento durante el primer trimestre de 2025, reflejando una tendencia positiva en comparación con el mismo periodo de los últimos cuatro años.

De acuerdo con la Oficina del Comisionado de Instituciones Financieras, en este periodo se vendieron 2,467 unidades, lo que representa 236 más que en el primer trimestre de 2024. Este crecimiento se concentró en el segmento de nuevas unidades, en donde las ventas incrementaron en 431 unidades, al pasar de 148 en 2024 a 579 en 2025. En contraste, las ventas de unidades usadas mostraron una reducción de 195 unidades, al descender de 2,083 a 1,888 en el mismo lapso.

“La reducción en el precio de la vivienda y la política pública encaminada a incentivar la compra de vivienda son condiciones necesarias, pero no son aún suficientes para revertir el problema de la persistencia en la asequibilidad de la vivienda”, manifestó Adames.

El economista explicó que persisten múltiples retos que condicionan la dinámica del mercado inmobiliario, entre estos:

  • Altos costos de construcción, agravados por el encarecimiento de materiales y los aranceles federales sobre aluminio y acero.
  • Escasez de mano de obra, intensificada por las restricciones de política migratoria, sin una solución inmediata a la vista.
  • Elevado costo del financiamiento, ya que las tasas hipotecarias dependen de lo que ocurra con las tasas a largo plazo, algo que está influenciado por el mercado de bonos y factores fuera de nuestro control, por ejemplo: la situación fiscal del gobierno estadounidense que está algo complicada; los niveles de ahorro en la economía que van disminuyendo con la dinámica demográfica y el retiro de la población hábil para trabajar; y las expectativas inflacionarias.

“Ninguno de estos factores apunta a una normalización en el corto plazo. Además, la situación se agrava con factores internos de los consumidores, incluyendo el hecho de que los presupuestos familiares permanecen bajo presión, y el endeudamiento de las personas sigue en aumento, lo que limita aún más la capacidad de cualificar para una vivienda”, concluyó Adames.