Los chismes nunca ruedan sobre cosas positivas.

A esa conclusión llegaron varios expertos consultados por Primera Hora para analizar la industria del chisme, un fenómeno que existe desde épocas antiguas cuando la información corría de “boca en boca” y que se ha amplificado en el último siglo gracias al desarrollo de los medios de comunicación.

A diferencia de la noticia periodística -cuya información debe ser confirmada, no importa la fuente de la que provenga-, el chisme en muchas ocasiones está matizado por el rumor y no proviene de una fuente extraoficial.

“El chisme tiene una parte de realidad y otra de ficción y precisamente eso es lo que crea un gancho para llamar la atención de otros”, expresó Félix Velázquez, profesor de comunicaciones en la Universidad Interamericana de Bayamón.

Velázquez reiteró, además, que detrás del chisme siempre hay un juicio valorativo que generalmente “va enfocado en hacer una crítica sobre alguna persona... Siempre hay un sentido de hacer daño”.

En esa misma línea de pensamiento reflexionó sobre el tema el sociólogo Salvador Santiago Negrón, quien lamentó que en Puerto Rico “el chisme se haya convertido en un negocio lucrativo”.

“El chisme siempre ha existido, es como la violencia. Pero no es argumento para promoverlo como calidad de vida porque es una de las peores pasiones que podamos tener porque empeora nuestra calidad de vida y salud mental como pueblo”, dijo el especialista en conducta humana, al destacar que demandas como la que perdió esta semana el titiritero de La Comay, Kobbo Santarrosa debe poner a reflexionar a los productores de televisión y radio.

“Del chisme a la difamación hay un corto trecho y éste es un ejemplo. Creo que es un buen momento para que los productores lo piensen dos veces antes de tener este tipo de ofertas al público. Es buena oportunidad para sanear los medios de comunicación y comenzar a desarrollar programas que promuevan una mejor calidad de vida”, dijo.

Por su parte, el abogado Ángel Tapia Flores, quien ganó sendas demandas contra Santarrosa por los casos de Adolfo Krans y la senadora Itzamar Peña, dijo que es momento de que se comience a respetar la intimidad de los ciudadanos privados, figuras públicas o funcionarios públicos, las tres categorías de personas que se podían verse afectadas con comentarios difamatorios.

“Mi opinión personal es que el chisme como tal no es parte del derecho de libertad de prensa que tienen los medios de comunicación”, dijo al sugerir “al que escriba o el que diga algo que debe tomar en cuenta que la verdad es su única defensa”.

“Y recuerden que el chisme es un grave menosprecio a laverdad”, concluyó.