La noche es el escenario indicado para que algunos organismos puedan hacer sus actividades sin la intervención directa del contacto humano. Estas actividades, que pueden ser desde buscar alimento como buscar refugio de los depravadores, se ven en peligro por el exceso de iluminación en su ecosistema, ocasionado de manera indirecta por el hombre.

Este exceso de luz mal orientada, emitida por fuentes de luces artificiales, afecta negativamente el entorno de estos animales nocturnos. Según la Ley 218, Ley del Programa para el Control y la Prevención de la Contaminación Lumínica, la contaminación lumínica se define como el efecto adverso de luz artificial que provoca reflejos en los cielos nocturnos.

Esta nueva modalidad de contaminación no solamente impacta la visibilidad del cielo nocturno, sino que también tiene su efecto en la salud del ser humano, en los ecosistemas de los animales y en el gasto del consumo energético.  

Cada animal, al igual que los seres humanos, tiene su ciclo circadiano o ritmo biológico que rige su comportamiento durante el día y la noche. Este ritmo ha sufrido una alteración como resultado de la sobre exposición de la brillantez lumínica en los ecosistemas de las distintas especies que se benefician de las horas nocturnas.

Según el opúsculo “La contaminación lumínica y la fauna”, publicado por la Asociación Internacional Dark-Sky (IDA, por sus siglas en inglés), el comportamiento de apareamiento, migración, sueño y búsqueda de comida se determinan por la duración de la noche. Muchas de estas actividades se ven afectas por los efectos negativos que conlleva la contaminación lumínica.

La IDA señaló que entre las especies perjudicas por la contaminación lumínica se encuentran los mamíferos (los murciélagos, mapaches, coyotes, ciervos y alces), las aves, los anfibios (o criaturas que viven en zonas pantosas),  los reptiles (las tortugas marinas) y los insectos.

Una de las especies más afectadas por el reflejo de las luces proveniente de las ciudades cercanas a las playas, son las tortugas marinas. Las tortugas marinas- una especie en peligro de extinción-  buscan anidar sus huevos en playas oscuras. La IDA  indicó que las luces costeras interfieren con la habilidad de las tortugas marinas para encontrar un lugar seguro donde anidar sus huevos.

Las luces artificiales también afectan el sentido de orientación de las crías de las tortugas marinas, ya que, se mueven al lugar más brillante cercano, siendo éste el mar.

En playas donde se encuentran ubicadas luces artificiales o que estén cercanas a lugares con mucha iluminación,  los neonatos tienden a desorientarse,  lo que les obstaculiza llegar a su destino natural- que sería llegar al mar- y por lo general, mueren. 

Las aves, en particular, sienten una atracción por las luces artificiales. Por consiguiente, las aves terminan confundidas e impactan los edificios. También, las luces artificiales pueden causar que las aves que están emigrando se desvíen de su camino y nunca lleguen a su destino natural.

La función de la luz es alumbrar para darnos visibilidad a nosotros, los humanos. La luz artificial está a la disponibilidad y servicio del hombre. Tengamos cuidado hacia donde dirigimos la luz de nuestros hogares, que sin querer y sin saberlo, podemos estar perturbando el ritmo natural de los animales.