Por generaciones, la familia de Zulma Torres Rentas ha trabajado año tras año en la recogida de tomate y otras labores agrícolas. Ella, de hecho, comenzó a recolectar cuando era una adolescente y, luego de ver unas cuantas cosechas, continúa haciéndolo y asegurándose así de proveer los recursos para sacar adelante a sus descendientes.

“Aquí se puede hacer dinero. Lo que tienes es que tener voluntad”, aseguró la mujer mientras trabajaba sin parar arrancando tomates de una hilera de hermosas plantas abarrotadas de frutos, en la finca Gargiulo en Santa Isabel.

“Es un trabajo bueno. Para aquellos que no tienen su trabajito, pues aquí al menos se resuelven. Y si picas mucho, haces muchos baldes, tienes ajustes y todo, y puedes ganar hasta 900 pesos (a la semana) si rompes (llenas) tarjetas”, comentó.

“Yo vine aquí a los 17 (años), y tengo 54. He ido a Estados Unidos y he venido, pero siempre esta es mi segunda casa”, agregó la experimentada recolectora, quien es parte de un grupo de mujeres, muchas de ellas madres solteras, que componen alrededor de la tercera parte de la fuerza recolectora en la finca.

En otra fila, Raymond De León también da fe que, aunque “es difícil” el trabajo, mientras más recoges, más puedes ganar.

“Es difícil picar tomate, porque es balde lleno, lleva el balde, pero más balde que haces, más generas dinero”, explicó el hombre quien acumula 22 años haciendo esa labor.

“Es un poquito fuerte, pero el que tenga deseos de trabajar y eso pues… los trabajos están malitos por ahí. Hay que coger lo que hay”, añadió doña Zulma.

Sin embargo, el entusiasmo de ese grupo de obreros, no lo comparten muchos, a juzgar por la escasez de mano de obra en la finca, una situación que apunta a que se pierda una gran cantidad de tomate de alta calidad. Según detalló el gerente general de la finca, Guillermo Fernández, a menos que consigan unos 100 recolectores adicionales, de aquí a abril, cuando finalice la cosecha, se perderán decenas de miles de cajas de tomate.

“Tengo ahora mismo 150 cosechadores. Y necesitaría, para poder recogerlo todo, como 150 más. Mínimo 100 personas más”, afirmó el gerente.

“De 40 personas que uno cita para la charla, se aparecen 20, 22. Hoy se aparecieron 24. De esos, que lleguen a trabajar, usualmente vendrán, que es lo que ha pasado este año más que otros años, vendrán unos 10, 12, de los cuales usualmente acaban trabajando como 5”, lamentó el directivo de la finca.

Incluso luego de reclutar los empleados, también tienen tropiezos, pues a menudo faltan o no regresan. “Llegan y se van. Un día como hoy (el martes) me faltaron 35 personas. Quizás vengan mañana, quizás vengan pasado, quizás no vuelvan, siempre hay una que otra renuncia. Pero en promedio me faltan diario de 35 a 40 personas. Y si trabajo sábado me faltan como 50”.

“Y lo que puedo decir es que ya la semana que viene, que empiezo con los terceros cortes de tomate, que están buenos este año, no tengo para recogerlos. Punto. Se van a perder en la mata. Tengo que coger primero y segundo corte y ya al tercero no le puedo llegar”, sostuvo Fernández con frustración.

Tal es el panorama que, según el cálculo que realizó mientras conversaba con Primera Hora, a partir de esta semana se perderían unas 16,000 cajas de tomates. La cifra se multiplicaría por las 11 semanas de cosecha y, de no aparecer los trabajadores para recoger, podría llegar a superar las 150,000 cajas de tomate que se perderían al final de la temporada.

“El tomate de nosotros es una calidad superior. Inclusive, el tomate de segundo pique o de tercera, se considera, en Puerto Rico y en Estados Unidos, como tomate de primera. Tenemos la bendición de tener un clima perfecto, el suelo perfecto para que el tomate se dé con las mejores condiciones”, afirmó Carlos Rubén Flores Torres, agrónomo y gerente de campo de la finca. “Y si no viene más gente, esos terceros piques y alguno de segunda, puede ser que se pierda”.

Cabe destacar que al cosechador “se le garantiza” el pago mínimo federal de $7.25 por hora. Sin embargo, si en primero y segundo cortes supera los 78 baldes, “se te garantiza, de 79 (baldes) en adelante, 65 centavos extra por cada balde”.

Un vistazo a las tarjetas del día previo, cuando se cosechó un primer corte, revela que muchos obreros pasaron de ese número de 78 baldes en la jornada de 7 horas de trabajo, de 8:00 a.m. a 4:00 p.m., con una hora de almuerzo al mediodía. Según el caso, sus salarios subían a $8.50, $9.00 y $10 por hora. En el grupo de empleados más experimentado, los pagos ascendían a unos $16.00 por hora, y el obrero que más recoge llegó a superar los $27.00 por hora.

“Por ahí oyes que la gente dice, ‘ah, pero es que a $7.25 no hay quien viva’. Pero es que yo pago $7.25 a los que no pueden llegar a los 78 baldes. Aun si me haces 40, te pago eso. Entonces, de 79 en adelante, le añades 65 chavos. Aquí se paga por lo que te fajas. Hay quién está en $7.70, hay quien está en $9.00, hay quien está en $10.00, y hay quien está a $16 pesos. Pero te tienes que fajar. Digo, es al sol, no es fácil, pero tú estableces un ritmito, como hacen ellos, y lo puedes lograr”, afirmó Fernández.

En aras de promover que más empleados se queden para la cosecha, la finca empezó un programa de hospedaje para unas 30 personas en un pequeño hotel de la zona, que cuesta unos $8 diarios.

De momento, la finca sigue con plazas de trabajo disponibles, hasta mediados de abril, y cualquier interesado puede llamar al 787-845-2530, y le cita a la finca para una charla de algo más de dos horas, que se le paga. Debe tener al día dos identificaciones, una con seguro social y otra con foto.

La opción de empleo está disponible para personas con antecedentes penales y, de hecho, Fernández sostuvo que “es una buena oportunidad para personas que están o con grillete, o están acabados de salir y están buscando rehacer su vida. Después que sigan los protocolos y nuestras reglas, no debe tener problemas”. No obstante, advirtió que, en el caso de personas de más edad, “tienen que estar en buenas condiciones físicas” para poder hacer el trabajo.

La situación en la finca Gargiulo no es un caso aislado. De hecho, según Fernández, otras fincas están pasando por la misma situación de escasez de mano de obra. Algunas, incluso, están explorando la posibilidad de traer obreros extranjeros bajo el programa de visas para trabajadores temporales.

Faltan manos

Más allá de la agricultura, otras industrias también están viendo una falta de mano de obra. De acuerdo con el Departamento del Trabajo y Recursos Humanos (DTRH), hay ahora mismo unos 4,000 empleos disponibles de los que tienen conocimiento y podría haber más que no les han notificado.

El secretario del DTRH, Carlos J. Rivera Santiago indicó que la semana pasada la Asociación de Restaurantes de Puerto Rico (ASORE) le informó a la agencia “que tienen unos 1,600 empleos disponibles en estos momentos”.

“En el Departamento estamos recibiendo notificaciones de patronos indicando que están confrontando problemas para reclutar empleados nuevos y para llamar de vuelta a empleados que no estaban trabajando por la pandemia”, afirmó el secretario.

Sostuvo que hay empleos en diversas industrias como la de restaurantes, compañías de seguridad, manufactura, además de la agricultura “donde hay una necesidad grande” y la construcción que “tiene gran demanda y es donde se espera el mayor boom”.

Según Rivera la situación ha llegado al punto que “hay patronos que están ofreciendo bonos de retención o reclutamiento desde $750 a $1,200. Lo están haciendo por la dificultad de reclutar”.

Agregó que el DTRH ha hecho contacto con diversos grupos empresariales e industriales como el Centro Unido de Detallistas, ASORE y la Asociación de Constructores Generales, para “poner todos esos empleos disponibles, para que la gente lo conozca. Queremos ponerlos en lugar amigable para la gente, con los teléfonos, los emails, para que se comuniquen con ellos. Y queremos que los patronos también nos indiquen si han tenido éxito en su gestión”.

Además, con esa base de datos, Rivera espera poder enviar a las personas interesadas notificaciones de ofertas de empleo cerca de donde viven, “para que puedan hacer sus gestiones”.

El secretario alertó que “por regulación federal” todos los estados y territorios tienen que tener un proceso coordinado con los patronos para que, en caso de los empleados cesanteados por la emergencia de la pandemia, “una vez lo llamen de vuelta a trabajar, si el empleado desiste de regresar sin una razón válida, pierde el derecho a continuar recibiendo el beneficio de desempleo”.

Advirtió además que, a menos que el Congreso autorice una extensión, “el PUA (programa de Asistencia de Desempleo por la Pandemia) se vence el 14 de marzo. Y después del 10 de abril no puede haber más ningún desembolso”.

El reporte más reciente indica que el desempleo en la Isla subió a un 9.1%, aunque Rivera cree que pueda ser de “sobre un 11% si se toma en consideración esas personas que todavía tienen su empleo, pero no están trabajando en lo que su patrono vuelve a comenzar operaciones”.

“Es importante que la gente haga esas gestiones, porque esas ayudas son pasajeras y van a acabarse. Y si la gente no vuelve a trabajar, pues se van a cerrar los lugares de trabajo. Y cuando quieran volver a trabajar no va a haber empresas ni fábricas. Va a pasar que van a quedar, no tanto por el COVID, sino porque no tenían gente para trabajar y se van a la quiebra o tienen que cerrar”, comentó.

El secretario lamentó además que se tenga que llegar al punto de traer trabajadores extranjeros ante la falta de interés en laborar en áreas como la agricultura y la construcción. “Criticamos que se traiga tanto alimento de afuera, pero tenemos que empezar a apoyar lo de aquí y trabajar en nuestra agricultura. Lo mismo ocurre en la construcción, que va a haber mucha construcción en los próximos años. Y obviamente el interés es buscar a la gente aquí en Puerto Rico, pero si no llegan no se va a detener, y habrá que traer gente de afuera”.

Rivera recordó que, en el caso de los trabajadores agrícolas, no se afecta el beneficio del PAN (Programa de Asistencia Nutricional) que pueda estar recibiendo un obrero. Pero admitió que “fuera de esa industria no tenemos otro tipo de incentivo”.

“Eso es algo que habría que estar sopesando, a ver qué se puede hacer, qué requisitos federales hay, si se requiere legislación, si se puede hacer algún acuerdo. Es algo que veríamos, tanto eso como cualquier otra medida para incentivar que la gente forme parte de la fuerza trabajadora”, afirmó el secretario.