Fajardo. La población de abejas borincanas está “saludable” y en su máximo apogeo, ya que en esta temporada construyen enjambres por doquier.

Sin embargo, la miel producida en la Isla escasea. También hay pocos apicultores y los llamados rescatistas, esos que van a los hogares o a las escuelas a sacar los paneles de abejas que incomodan a la población.

“Las abejas están actualmente saludables. Dentro del marco del 1 al 100, ellas están en un marco de 92 a 93 por ciento de efectividad”, calculó el apicultor Hermes Conde, director de la Escuela de Apicultura del Este, localizada en Fajardo.

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En términos más específicos, el catedrático de la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras, e investigador de la abeja de miel, Tugrul Giray, contó que la población de este insecto disminuyó en un 90% tras el devastador paso del huracán María (2017).

“Ya está recuperado. Tenemos abejas a capacidad. Así que, la densidad que estamos considerando es como 14 colmenas por milla cuadrada. Esa es una de las más altas en todo el planeta, similar a Francia, similar a América Latina, sitios de alta población de abejas, así que es bastante saludable”, precisó.

Las abejas boricuas han pasado por varios problemas a lo largo del pasado siglo.

Hermes Conde, director de la Escuela de Apicultura del Este
Hermes Conde, director de la Escuela de Apicultura del Este (Ramon "Tonito" Zayas)

Previo al impacto del huracán María, estos expertos mencionaron que entre el 1983 al 1994 la población de abejas silvestres desapareció en la Isla. Se debió un ácaro ectoparásito, llamado varroa, que las aniquiló. El impacto también produjo la fuga de los apicultores o productores de miel, que se estima que previo a la enfermedad eran unos 4,000. En la actualidad, solo hay 211 fincas dedicadas a la apicultura con un total de 9,246 colmenas. De estas, 195 fincas reportaron ventas de miel, totalizando 65,654 galones vendidos, con un valor total de $4,729,749, según cálculos oficiales provisto por Giray.

El catedrático precisó que estas abejas silvestres que había en la Isla provenían de España (ibérica) y de Italia (ligústica).

“Son muy susceptibles al ácaro y por ende desaparecieron”, comentó.

Las abejas boricuas

Ya para el 1994, embarcaciones militares provenientes del estado de Texas trajeron a la Isla la abeja africanizada. Entraron por el área de Fajardo, dijo Giray.

Estas abejas sufrieron una transformación local. “Ahora es más mansa comparada con las abejas en México, en Argentina, en Texas”, comentó el investigador.

También son más pequeñas. “Sus alas son menor a nueve milímetros y son morfológicamente similares a las abejas africanas, en vez de europeas”, añadió el experto.

El apicultor Erasmo Ramos, de Barranquitas, comentó que, aunque los boricuas no las vean, las abejas están visitando sus flores y frutos para polinizar.

“No te tienes que esforzar. Tú no las ves, pero ellas llegan… Yo estoy hablando que a nivel de Puerto Rico es una hemorragia de colmenas, lo que hay es problemas con colmenas”, aseguró.

La llegada de estas abejas a las flores es importante para polinizar estas plantas y lograr que den buenos frutos. Ese es su trabajo principal. Una sola abeja puede polinizar 100 árboles o plantas al día.

“Sin abejas, no hay planeta… Si tú quieres tener un planeta saludable, empieza a tener fincas saludables de abejas para que veas cómo el país se reverdece, como todo produce, hay alimentos, y no hay que estar comprando y vendiendo alimentos exportados de mala calidad de otros países”, sostuvo Conde

“La miel es un regalo, escucha, un regalo que le da las abejas al que tiene buen corazón”, añadió.

La miel contiene minerales y antioxidantes. (Steve Buissinne / Pixabay)
La miel contiene minerales y antioxidantes. (Steve Buissinne / Pixabay)

Al asecho

Es en estos meses más calientes, entre marzo a septiembre, cuando las abejas están más presentes, buscando polinizar y están haciendo panales por doquier, lo que puede incomodar a la población.

“Si buscas ahora mismo en las zonas urbanas, están llegando a veces siete colmenas durante el día, por diferentes urbanizaciones”, comentó Conde.

Ramos, por su parte, explicó cómo estas colmenas se establecen.

“Cuando ellas sienten que la reina es débil, la van a sustituir. Al sustituirla, quiere decir que van a fabricar celdas reales y van a salir (de ahí), a veces salen cinco, a veces salen 10 (reinas). Yo he tenido colmenas que a veces tienen 19 celdas reales y esa colmena se va a dividir 19 veces”, precisó.

En esta división, es que la abeja real y otras abejas obreras salen de la colmena principal y forman otra comunidad en cualquier otro lugar.

“En una buena colmena puede haber 50,000 o más abejas”, explicó, por su parte, Gladys Mundo, profesora de la Escuela de Apicultura del Este.

Estas abejas no representan un peligro para los ciudadanos, a menos que el ser humano las moleste al intentar quitar el panal que han formado, ya sea en un árbol, en una esquina de la casa o hasta dentro de la lavadora.

“Las abejas no te van a hacer nada si tú, cuando pasas, no les haces caso. Te retiras… Cuando yo entro, las molesto, les tiro agua, pudiste matar dos o tres, pero ellas son muchas y te van a atacar”, dijo la especialista al advertir de los peligros que se tiene al intervenir con estos insectos sin contar con la preparación.

Es en estas escuelas de apicultura, ubicadas en Fajardo y en Hatillo que se puede aprender sobre este mundo de las abejas y cómo producir la miel.

Sin miel

Más allá de si representan un peligro o no, el problema que se tiene en Puerto Rico es que esta población saludable de abejas no se utiliza para la producción de miel.

Hay diferentes tipos de estos insectos para la elaboración del dulce producto. Están las melíferas (del género Apis, que forman colonias organizadas y elaboran miel), las meliponas (productoras, pero en menor cantidad) y las abejas solitarias, que no producen miel en absoluto.

Datos oficiales provistos por el Departamento de Agricultura apuntan que en el 2024 quedaban 195 productores de miel de abejas. Estos producen entre 8,000 a 9,000 galones del dulce alimento por año en Puerto Rico.

Comparada esta producción de miel local con la importada, la cifra de lo que produjo en la Isla para el 2024 representó el 5.60%. En el 2023, fue de 7.26%.

Estos cálculos traen como interrogante por qué la producción de miel en la Isla es tan baja si hay una población saludable de abejas.

Ramos, quien tiene 165 colmenas, compra miel a otros agricultores e importa desde la República Dominicana para sacar su línea local Del Colmenar. Expuso que cada vez son más las regulaciones y requisitos locales y federales que se le imponen al apicultor para poder vender su miel.

“Todo se ha ido complicando, pero muchos apicultores y muchos agricultores están trabajando, estamos trabajando con eso y estamos al día”, comentó.

También contó que otro problema que enfrentan es que “el Departamento de Agricultura, básicamente, ve esto como si fuera un ‘hobby’”.

Aceptó que la agencia le da cursos gratuitos para cumplir con las regulaciones impuestas. No obstante, denunció que no hay incentivos para que una persona decida convertirse en un apicultor.

“Hay también un problema. La mayoría de los agricultores, no quieren, tengo que decirlo, tener un SURI (Sistema Unificado de Rentas Internas del Departamento de Hacienda). Uno de los requisitos para que el Departamento de Agricultura te ayude, es que tienes que declararle al gobierno que tienes una operación. Yo creo que el 90% de los agricultores, y tal vez me equivoque, no tienen ningún registro. Y el Departamento de Agricultura te va a exigir, ‘dame entonces la documentación del negocio que tú tienes, del trabajo que tú realizas’. Si no tienes documentos, pues ya tú sabes que no pueden pedir ninguna ayuda”, afirmó Ramos.

En su lista de dificultades en la industria, también mencionó que la mayoría de los apicultores son adultos mayores. Mientras, los jóvenes no quieren acoger la profesión, porque les temen a las abejas.

“Oye, las abejas pican. Unos se rajan porque los pican y otros se rajan porque la producción está bajita. Tienes que hacer una inversión muy grande para sacar, un poco de dinero. A veces no es costo efectivo hacerlo. Yo los veo cada rato. ‘Mira, empecé a bregar con abejas. Ah, pero me picaron 100’. Esto es todos los días así. Si tú te vas a bregar con abejas, tienen que picarte. Pero, la respuesta es ‘no voy a bregar con eso, porque eso pica’”, relató.

Otro percance es que los equipos necesarios para montar el negocio son caros y no se consiguen en la Isla.

También aceptó que desmotiva el hecho de que se hace una inversión de miles de dólares y las abejas se van de las cajas a formar una colmena en otro lado, porque no están ubicadas en el lugar adecuado o no se les da el mantenimiento que requieren. Por ello, dijo que las personas “pierden el interés”.

“Cuando yo empecé, empecé por la necesidad. Me gustó y me quedé. Pero, el equipo cuesta caro, el tiempo que hay que dedicarle es mucho. Esto es un trabajo de todos los días desde las 4:00 a.m. yo salgo de aquí a las 8:00 de la noche a las 9:00 (p.m.), a las 7:00 (p.m.). Es como toda persona que tiene un negocio”, sostuvo.

Otras dificultades

Conde también enumeró otros problemas de la industria. Incluyó el que se permita importar miel adulterada con azúcar, la cual sale más económica que la que se produce pura en la Isla.

“Tú la ves en el mercado a ocho pesos, y si yo te voy a vender una de mi apiario en $30, porque es una botella de miel pura, pues tengo una competencia que no puedo (superar)”, expuso.

También denunció que hace 12 años Agricultura no nombre a un ordenador a cargo de la industria apícola y que la Autoridad de Tierras no cede sus terrenos a operaciones de apicultores, por lo que carecen de ls para lugares adecuados poner las colmenas.

Detalló que los apicultores necesitan tierras con flores y plantas frutales para que la miel salga buena. Para que salga “con sabor a flores y no a chicle”.

Las escuelas de apicultura, ubicadas en Fajardo y Hatillo, también carecen de ayudas para obtener cajas para poner las colmenas que recogen de la comunidad, denunció Conde.

Otra denuncia que realizó es que los municipios no contratan a apicultores para remover las colmenas que se establecen en lugares que incomodan a la población. Aceptó que las oficinas de Manejo de Emergencias Municipal sí se refieren casos a apicultores o a las escuelas para que vayan a recogerlas. Pero, estos rescates imponen un costo para los ciudadanos, que muchas veces las personas alegan que no los pueden costear.

“Es hora de que el país le preste atención a sus colmenas, porque si esto sigue como va, van a haber muchos incidentes con abejas, número uno. Número dos, la gente va a empezar a matar muchas colmenas, porque si el rescatista no llega a tiempo, ellos van a comprar veneno… Y ahí es donde van a ocurrir muchas muertes (de personas) y muchos incidentes con colmenas. Cada municipio debe desarrollar un plan de trabajo… Pero, nosotros necesitamos los espacios seguros, fincas. No es que se nos regale, porque no estamos pidiendo que se nos regale nada”, reclamó Conde.