Hace dos meses, la vida de Ylda M. Martínez Rosa era normal. Llevaba seis años trabajando como enfermera y daba la vida por su hija Alexandra, de 21 años, su hijo Anthony, de 13, y su nieto de dos años.

Empero, su vida giró trágicamente a principios de agosto cuando, al terminar de atender un paciente, comenzó a sentir un fuerte dolor en las rodillas. Desde ese día está casi inmóvil.

“Cuando entonces voy al hospital, porque ya yo no aguantaba más el dolor de la rodilla, ahí es que me diagnostican con la enfermedad de artritis gotosa, lo que se llama la enfermedad de la gota, y los dolores, pues, empezaron a incrementar al punto que me dejaron inmóvil de las piernas… ya no podía mover más las piernas”, relató al segmento “Revive la Esperanza” que se transmite por el programa “Día a Día” de Telemundo y que cuenta con la colaboración de Primera Hora.

Ylda narró su historia en el segmento “Revive la Esperanza” que se transmite por el programa “Día a Día” de Telemundo y que cuenta con la colaboración de Primera Hora.
Ylda narró su historia en el segmento “Revive la Esperanza” que se transmite por el programa “Día a Día” de Telemundo y que cuenta con la colaboración de Primera Hora. (Sara R. Marrero Cabán)

Desde ese momento, se complicaron otras condiciones de salud preexistentes, pues Martínez Rosa –de 41 años- también padece de lupus antifosfolípido -provocando que su sangre esté coagulada casi el 90%-, neuropatía, alta presión, hipertiroidismo e hipertensión pulmonar. Además, ha sufrido de embolias pulmonares y sus dos pulmones funcionan solamente a un 50%. Mientras, su corazón trabaja a un 45%.

Ahora, la mujer está encamada, ya que sus condiciones inhiben su movilidad e hinchan sus extremidades.

El súbito cambio que dio su vida ha traído consigo episodios de depresión. A todo esto, se suma la urgencia de tener artículos de primera necesidad y pagar altas facturas de visitas médicas, laboratorios y medicamentos.

“Es difícil tú ver que, de momento, eres una persona totalmente productiva a como realmente, te voy a decir como yo me he sentido, como una persona inservible. No es fácil. Es un proceso difícil”, aseguró.

Hasta el momento de esta entrevista, Martínez Rosa –quien vive en el residencial Brisas en Bayamón- aún esperaba la asignación de una ama de llaves, gestión que entendía que se coordinó cuando fue dada de alta del hospital.

Sin embargo, aún necesita un generador eléctrico para cuando haya interrupciones de energía, pues depende de un tanque de oxígeno. Además, requiere artículos de primera necesidad, como pañales talla L o XL, toallitas húmedas, alcohol, agua oxigenada, cremas por la resequedad de su piel, gasas, crema de hidrocortisona, protectores desechables o reusables y sábanas de cama tamaño “queen”. También precisa de artículos de higiene, como jabón, champú, cepillos para el cabello y dientes y pasta dental. Además, necesita batas talla XL y aceite de árnica.

Dos gatitos están disponibles para adopción.
Dos gatitos están disponibles para adopción. (Sara R. Marrero Cabán)

Afortunadamente, a raíz de una publicación de Facebook en la que Martine Rosa expuso su situación, la comunidad le consiguió un sillón de ruedas y un andador.

Si desea aportar o donar artículos a Martine Rosa, puede comunicarse o enviar pagos por ATH Móvil al 787-529-8621 o escribir o enviar donaciones mediante PayPal a martinezylda0513@gmail.com. Igualmente, escriba a: revivelaesperanzapr @gmail.com, o a través de WhatsApp al número: 787-505-7575.

Triste adiós

En el momento de mayor necesidad, sus seres queridos nunca la han abandonado.

Uno de los más sacrificado es Anthony, quien duerme junto a su madre y está pendiente de ella a toda hora de la noche y madrugada.

“Anthony es una clave esencial en todo esto. Ese nene, te digo, he pasado por muchas manos de enfermeros y yo te podría apostar que mi hijo le puede dar clases. En todos los aspectos”, señaló la orgullosa madre.

Y no solo la cuida de noche, sino el joven le cocina, limpia y lava la ropa, entre otros quehaceres del hogar.

Antony, de 13 años, asiste a su madre día y noche.
Antony, de 13 años, asiste a su madre día y noche. (Sara R. Marrero Cabán)

“Lo que pasa es que como yo llevo 21 años luchando con la enfermedad de lupus, siempre he criado a mis hijos a que sean totalmente independientes, cuestión es que el día de que mamá falte ellos no tengan la necesidad de depender de otras personas”, explicó Martínez Rosa.

No obstante, por su corta edad y para que tenga la oportunidad de forjar su propio camino en la vida, Anthony se trasladará con una prima de su madre al estado de Illinois. Pese a que será una separación dolorosa, Martínez Rosa entiende que, por el momento, es la mejor opción para su hijo, ya que su propia emergencia salubrista ha dificultado que el menor estudie.

“Las clases empezaron en agosto (y) yo comencé (con este percance de salud) en agosto. Por este proceso, no se pudieron hacer los trámites para que él fuera a la escuela, pero como realmente nosotros venimos de Estados Unidos, tengo familia (allá) y una prima, pues me hizo el acercamiento de que ‘prima, yo me hago cargo del nene para que tú no tengas la preocupación’. Ese es mi querendón. Ese es el chiquito”, dijo con la voz entrecortada.

“Es en lo que yo me recupero. Yo no quiero que se vaya, pero. Va a ser difícil. Pero, él sabe que yo lo amo que yo no lo estoy mandando por dejarlo, simplemente hasta que mamá se recupere y él lo entiende. Él sabe que yo lo amo. Es difícil encontrar hijos así con esa capacidad y esa madurez. Yo lo hago por él, para que él esté bien”, agregó sollozando.

Por su parte, Anthony también ha luchado por su vida. Esto porque nació a los cincos meses pesando meramente una libra y 12 onzas y no tenía posibilidad de sobrevivir.

Ylda Martine Rosa muestra la imagen de su hijo, Antony, recién nacido, quien luchó para sobrevivir.
Ylda Martine Rosa muestra la imagen de su hijo, Antony, recién nacido, quien luchó para sobrevivir. (Sara R. Marrero Cabán)

“Le decían la salamanca. Cuando el nene nace, los doctores me dijeron ‘o es el nene o eres tú’ y yo les dije ‘ni es el nene ni soy yo. Es lo que diga Dios’. Así mismo se le dije al doctor. Yo le dije ‘no, porque una madre lucha por su hija hasta el final. Usted sálvalo a él. A él es que usted tiene que salvar. No a mí’”, narró Martínez Rosa a Primera Hora al recordar que estuvo cuatro meses en intensivo tras dar a luz a su hijo.

“Las enfermeras me decían ‘mira, mamá. Tú nene de verdad que quiere vivir. Qué propósito hay, yo no sé’. Los médicos no se explican cómo está vivo”, agregó.

Al igual que Anthony, su hija Alexandra también ha dedicado largas horas a la mejoría de su madre, asegurado su bienestar constante.

Olga Alicea se conmovió con lo vivido por Ylda y viajó hasta Bayamón para entregarle suministros.
Olga Alicea se conmovió con lo vivido por Ylda y viajó hasta Bayamón para entregarle suministros. (Sara R. Marrero Cabán)

Muchos ángeles

Desde agosto, Martínez Rosa ha creado nuevas amistades que se han dedicado a ayudarla en su camino hacia la recuperación.

Este es el caso de Olga Alicea quien advino con Martínez Rosa a través de Facebook. Al conocer su historia, se dio a la tarea de recolectar suministros y viajar a Bayamón desde Comerío para entregárselos.

“La conocí por lo que estaba corriendo por las redes sociales. Me conmovió al ver todas las fotos”, confesó la comerieña.

Del mismo modo, su vecina Alondra Krystal Díaz llega temprano todos los días para cuidarla hasta altas horas de la noche. Para Martínez Rosa, Alondra es una segunda hija.

“Ella tiene las llaves de mi casa y ella es la que viene por las mañanas cuando deja sus nenes en la escuela. (Viene) rápido a levantarme, ella es la que me baña, me hace desayuno. Está aquí desde que me levanto hasta que me acuesto”, afirmó al mencionar que otra pareja también la ayuda y, de vez en cuando, la sacan a pasear.

“Y así hacen. Me cargan, aunque yo no quiera, y me montan en el sillón de ruedas y me dan una vuelta. Nos vamos para la cancha. Siempre están pendientes de que yo esté bien”, resaltó.