Lilliam Portalatín definitivamente, ama a las mascotas; lo refleja cuando habla de su trabajo desinteresado con El Faro de los Animales en Humacao.

 “Realizo labor voluntaria primeramente porque estoy agradecida por la vida y deseo devolver todo lo bueno que he recibido. Además, porque reconozco que existe una gran necesidad en las entidades sin fines de lucro, especialmente en albergues de animales porque son los menos que reciben ayudas. Al ser voluntaria, le doy una ayudita extra y con tan solo un poco de mi tiempo es mucha la diferencia”, expresó Portalatín.

Para ella, el aumento en la población de animales realengos en la Isla le resulta preocupante y por eso ha decidido poner su granito de arena para que estos seres tengan contacto con personas que le demuestren cariño y los cuiden.

“Es gratificante cuando entras al albergue y ves la alegría que causa el simple gesto de una acaricia. Cuando ves que están en buenas condiciones y que se les da un buen trato. Ser voluntaria en un albergue de animales es tan importante como ser voluntaria en un hogar de niños porque ambos poseen casi las mismas necesidades de respeto, amor y protección”, afirmó Portalatín, quien realiza todo tipo de funciones desde asistir en los rescates, distraer a los animales, labores de limpieza hasta promover la adopción y servir de foster home.

En su caso, no hay palabras de agradecimiento que recompensen su misión, pero sí gestos y muestras de amor los que valen más que mil palabras. 

“Cuando los animales saben que haces algo por ellos, notas que el afecto que recibes es real y genuino. Esa satisfacción es lo más que disfruto. La paga se ve cuando ese animalito recibe vida y da su afecto como agradecimiento”, sostuvo la servidora, quien lleva desde el 2001 apoyando esta causa, tanto con El Faro de Animales como de manera independiente.