El suicidio es prevenible y todos podemos contribuir a que no llegue a ocurrir, prestando atención y tomando acción ante las señales que puedan alertar de que alguien lo está pensando.

Ese es el mensaje principal de un grupo de especialistas del Hospital Menonita CIMA, institución especializada en salud mental localizada en Aibonito, con motivo de la celebración el próximo viernes 10 de septiembre del Día Internacional para la Prevención del Suicidio.

“El suicidio es tema de todos los días en la salud mental. Tenemos esos pacientes que representan una alta peligrosidad, que han perdido los instintos de supervivencia y toman la decisión de desaparecer. Esa decisión de atentar contra su propia vida, dentro de los casos de salud mental, es el equivalente a un cáncer terminal”, sostuvo la doctora Annabelle Rodríguez Llauger, siquiatra y directora médica del Menonita CIMA. “Así que lo que buscamos es que nuestros pacientes se alejen de ese pensamiento suicida, que reciban ayuda y vean la luz al final del túnel”.

Para esos fines, agregó Rodríguez, la institución médica cuenta con varios profesionales para poder tratar esa situación de desde diferentes perspectivas, tomando en cuenta que el suicidio tiene múltiples causas y factores predisponentes, que pueden incluir predisposición genética, historial familiar de suicidios, eventos traumáticos ocurridos en la niñez tales como maltrato o violación, abuso de sustancias, daños neurológicos, circunstancias sociales, entre muchos otros.

El suicidio no está, como podrían creer algunos, necesariamente atado a factores económicos y, de hecho, ocurre también entre personas que gozan de poder adquisitivo

De acuerdo con las estadísticas de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca), de enero a junio de este año se reportaron 91 suicidios. El total para todo el año 2020 fue de 186 suicidios.

Las cifras han ido disminuyendo desde 2013. No obstante, también ha mermado la población, y los suicidios se han mantenido en una tasa que ronda los 7 por cada 100,000 habitantes.

Sin embargo, aclara la doctora, los intentos de suicidio son “como 10 veces más”, o sea, entre 70 a 80 por cada 100,000 habitantes.

El sicólogo clínico Humberto Cruz detalló que “típicamente, las mujeres comenten más intentos de suicidio, pero los hombres tienen la mayor tasa de suicidios”. Los casos hasta junio de este año, por ejemplo, fueron 81 hombres y 10 mujeres.

Sin embargo, el grupo de especialistas, que incluyó también a la consejera profesional María Berríos y la trabajadora social Rosa I. Colón, expresó su preocupación por un cambio en las edades que se viene reflejando en los suicidios.

“Hace unos 30 años, la edad promedio (de las personas que cometían suicidio) era de 44 años. Ahora ves que típicamente son grupos de 25 a 29 años, y 35 a 39 años”, explicó Cruz. “Obviamente es un cambio dramático, y sucede al tiempo que la población ha envejecido notablemente. Hace 30 la población era piramidal, la mayor parte era joven, pero eso ha cambiado y se ha invertido. Y eso significa que tenemos más jóvenes suicidándose, cuando tenemos menos jóvenes que hace 30 años”.

Sin embargo, los profesionales resaltan que hay mucho que pueden hacer los familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, miembros de una congregación religiosa, para ayudar a evitar que una persona intente suicidarse.

Según explicó la doctora Rodríguez, se puede identificar las señales y síntomas que apunten a un comportamiento suicida.

“Si ve cambios drásticos y repentinos de ánimo, en semanas o días, si por algún evento tiende a tener un estado de ánimo distinto, si tiene periodos de calma repentinos e inusuales de agitación grande, pérdida de interés en actividades que solía disfrutar, si prefiere estar solo, quedarse en su casa que es algo que en estos momentos se puede confundir con la situación de la pandemia, si muestra inconformidad y tiene un discurso de mucha queja, si muestra un estado de ánimo de esperanza, si empieza a regalar pertenencias que es algo bien frecuente en estas situaciones”, enumeró la experta.

“Y debemos estar pendientes a los escritos, alertas a lo que escriben en redes sociales, si es algo que puede representar riesgo”, agregó la doctora Berríos.

“Sabemos por las rutinas, dentro del componente familiar, se pueden observar esos cambios, no responde a los mensajes, no se quiere levantar, no quiere comer, cambia su apariencia física, pierde o gana peso, deja de mostrar interés por cosas como la música que le gustaba”, afirmó Berríos.

Y entonces, ¿qué hacer una vez se detectan esas señales?

“Es un mito que no se pueda preguntar sobre el riesgo de suicidio. No está mal preguntar a la persona si necesita ayuda. Es un mito eso de que si le pregunto le meto la idea en la cabeza. Es falso. Si lo está pensado no lo va a expresar, porque lo van a mirar mal, lo van a juzgar. Al contrario, si uno abre la puerta, le pregunta, le da la oportunidad de expresar, de hablar, lo puede ayudar. Mejor hablar, dejar que la persona saque esa idea y le damos la oportunidad de cambiarla. Pero no tocar el tema, lo que hace es bloquear la comunicación y que siga alimentando el pensamiento suicida”, aseveró la doctora Rodríguez.

La trabajadora social Colón abundó que por los últimos meses han aumentado los casos de maltrato de género “y muchas mujeres que ven el suicidio como forma de escape”.

“No ven otras opciones para salir de ese ciclo de violencia. Caen en una desesperanza, se ven como la peor persona, es parte de ese ciclo de violencia. A veces hasta lo justifican. Y tenemos que trabajar con esa autoestima”, afirmó, reiterando la importancia de educar sobre estos temas para que más personas entiendan y denuncien los patrones de violencia, no solo de mujeres, sino también de menores y adultos mayores, que se han agudizado durante la pandemia y las restricciones que ha traído.

La siquiatra Rodríguez abundo que, ya sea que la persona actúa de manera impulsiva en un acto de coraje, o bajo efectos de sustancias, o de manera más calmada pero expresando que no ve razón para vivir, cada caso tiene “un acercamiento terapéutico diferente”.

“Cada paciente requiere una estrategia. Lo más importante, si yo, familiar, compañero de trabajo, amigo, estoy viendo esos cambios, eso requiere ayuda”, insistió.

Berríos explicó que se puede intentar convencer a la persona de recibir ayuda. Si no funciona, puede acudir al tribunal de primera instancia más cercano y solicitar “lo que llaman una 408, una solicitud para detención temporera”.

“No tiene que estar esa persona presente. Lo que va a pasar es que un juez va a escuchar, para ver basado en qué se pide la solicitud, si dijo que se iba a matar, que iba a matar a otro, que iba a destruir un edificio. Si la concede, hay que llevar la orden al cuartel de policía y hacer los arreglos con una ambulancia para ir al hospital más cercano”, abundó.

“Y es importante, eso no va al récord criminal ni nada. Es un recurso para llevar a la persona a evaluar y determinar, por el médico o el siquiatra, si se convierte en una hospitalización o se usa otro recurso para tratarlo”, agregó.

“Y si la amenaza es inminente, pues llame a 9-1-1 y a la Línea PAS (1-800-981-0023), y que llegue todo el mundo, y luego se busca la orden”, insistió. “El fin es prevenir el suicidio. Si alguien lo dice, hay que tomar acción. Si lo dice es porque está necesitando ayuda”.

Por otro lado, es importante retirar el acceso a cualquier medio que pueda usar para hacerse daño, como armas de fuego, cuchillos o tijeras, cables o sogas, o hasta el automóvil que se ha visto que algunos han usado para chocar o lanzarse por un barranco.

Los especialistas aclararon que no siempre que la persona llegue a un hospital significa que quedará internada allí. “Esa decisión la tomamos los siquiatras, con mucha responsabilidad, pensando en lo mejor para el paciente”.

“Y si la familia cierra filas con ese paciente, ayuda a que se disipe esa actitud suicida, se pueden buscar alternativas de tratamiento”, agregó Rodríguez.

Por otro lado, los expertos también tocaron el aspecto de “la tragedia que deja detrás esa persona suicida”.

“Por eso hablamos siempre entre los riesgos del historial suicida en la familia, porque eso deja ese mensaje, ese legado de que si la vida te da dura el suicidio es alternativa. El suicida piensa que se quita la vida, lo lloran un poquito y se acabó. Pero nada más lejano a eso. Es una decisión que afecta a miles de personas detrás de él o ella”, explicó Rodríguez.

Berríos añadió que ese duelo ante un suicidio es además diferente para esos sobrevivientes, “por la falta de explicación”.

“Queda un efecto de culpa, ¿qué hice?, ¿qué no hice?, ¿dónde fallé?, ¿cómo ocurrió?, ¿quién lo vio?, ¿quién lo encontró?, ¿cuánto tiempo transcurrió?, ¿cómo se enteran?, si hubo alguna nota de despedida, algo que ayude a aclarar esa situación”, comentó. “Hay bloqueo emocional, incredulidad, culpa, enojo y vergüenza que es algo que se habla poco. Es un duelo distinto, y hay que tratarlo diferente”.

“Lo importante es hacer ver que todo esto es prevenible, que se puede salir de eso, que se puede retomar la vida”, insistió el doctor Cruz. “Siempre hay solución y hay profesionales para ayudarle”.

Si usted o alguien que conoce está en riesgo de privarse de la vida llame de inmediato a la Línea PAS al teléfono 1-800-981-0023.