La renovada vida comercial que había alcanzado la calle Loíza en Santurce en el último tiempo entró en una pausa obligada. Se percibe más incertidumbre que esperanza.

Hay movimiento peatonal y automovilístico, pero mayormente en búsqueda de gasolina o de dinero en los pocos cajeros automáticos disponibles.

A una semana del implacable embate del huracán María en la Isla, son pocos los comercios y restaurantes que están ofreciendo servicios a los clientes, y los que están abiertos están a la expectativa del acceso al diésel para mantener los generadores funcionando. 

José Maisonet, gerente de La Cueva del Mar, ha podido abrir el restaurante con un menú limitado de carnes y mariscos, “pero lo que queda es muy poco” de los frutos del mar. Igualmente el único método de pago es el efectivo porque el sistema de tarjetas de crédito y ath aún no está en funcionamiento.

“Si no hay diésel, tendré que operar todavía más mínimo”, indicó el comerciante, quien para su fortuna ha contado con la asistencia de la mayoría de sus empleados.

Agustín Polanco, dueño de una placita ambulante, ofrecía melón, limones, algunas viandas y miel de abeja. Mostró una buena actitud ante la nueva crisis que dejó el fenómeno atmosférico por la carencia de agua, energía eléctrica, telecomunicaciones e Internet, pero no dejó de ser realista.

“Puerto Rico viene a ser Puerto Rico dentro de dos a tres años, y todos tenemos que ir ‘Despacito’, colaborando, porque no podemos ir a la prisa”, expuso el pequeño comerciante.

Diana Jaques, dueña del Coquette Beauty Salón, se preparó conservando agua y diésel para una planta eléctrica que le ha permito abrir las puertas para los servicios de lavado y secado con blower, así como de manicura.

“Estamos dando la batalla, dando el cien por cien a ver”, dijo la estilista.

Para el restaurante El Punto Vegano, las limitaciones no son únicamente por falta de agua y energía eléctrica, también por la carencia de alimentos de cosecha local ante el duro golpe que recibió la agricultura.

“No estamos seguros de cómo va a correr todo esto”, comentó el dueño, José Bonilla, que ha estado atendiendo a la clientela con la ayuda de un hermano, pues les dijo a los seis empleados que, por un tiempo indefinido, no tendrán trabajo. Inclusive, es probable que el negocio cierre por un periodo.

“Realmente no se sabe cómo va a progresar esto, porque no ha habido un progreso en los suministros”, denunció Bonilla, para quien además la seguridad personal y del negocio representa otro reto en esta emergencia.

“Están habiendo muchos asaltos; son muchas las cosas que mueven a los comerciantes a cerrar las puertas”.

Piola, Bebo’s Café y la Farmacia Americana son otros de los locales abiertos en la zona.

La renovada vida comercial que había alcanzado la calle Loíza en Santurce en el último tiempo entró en una pausa obligada.

Mientras, en la Avenida Esmeralda en Guaynabo...

La situación en la avenida Esmeralda, otro punto donde la actividad comercial había tomado una nueva vida, no es muy distinta a lo que se observa en Santurce.

Son reducidos los negocios y restaurantes que están dando servicios, aunque ninguno a toda su capacidad.

En ese grupo están la panadería Génesis, el restaurante Mi Casita Mexicana, la M-Care Pharmacy, Faccio Pizza, un laboratorio clínico, una pequeña plaza y la panadería Esmeralda, entre otros pocos.

Mi Casita Mexicana no sufrió pérdidas estructurales y la reducción en las ventas no ha sido tan sustancial, pues han podido ofrecer el menú completo, en horario de 11:00 a.m. a 5:30 p.m.

La dueña, Mayra Hernández, sin embargo, lamentó las reclamaciones que ha tenido por parte de clientes que han acudido en busca de bebidas alcohólicas a pesar de estar vigente la Ley Seca.

“Me da mucha pena que la gente se moleste de que no haya bebidas alcohólicas”, expuso.

La panadería Génesis es un icono en la avenida. Hace 32 años que Rosa Linda Fragela lo estableció y aunque ha pasado por distintas adversidades, como otros huracanes y sequías, nada compara a lo que dejó María en Puerto Rico.

“Es algo horrible”, reaccionó la propietaria ante la demanda de la clientela versus la falta de servicios básicos.

En días “normales”, la panadería vende alrededor de 800 libras de pana diarias, pero ahora la demanda es tan alta que “si tuviera 3,000, las vendía”.

Fragela indicó que está limitando la venta a dos libras por persona para poder rendir.

“En este momento, lo que tengas, lo vendes”, aseguró la comerciante cubana, radicada en la Isla hace 54 años.

“Este es un pueblo que se faja y aquí tenemos que ser guerreros”, apuntó Fragela. “Yo me fajo por este país, no cojo un avión y me voy”.

Mariselis Muñiz, dueña de M-Care Pharmacy, asimismo, ha podido entregarle medicamentos a los pacientes a quienes usualmente les sirve, porque desde el sábado ha podido hacer transacciones con ath. También ha tenido buena respuesta de los planes médicos.