El pequeño Alan, un niño que no puede oír, se tomó un momento de su ajetreada mañana para, usando sus manos y lenguaje de señas, saludar y dar a conocer su nombre, y su edad de 4 años. Luego estuvo quieto por un instante para una foto con su familia y, acto seguido, arrancó para seguir jugando y compartiendo con el grupo de niñas y niños sordos o con problemas auditivos de diversas partes de la Isla que se reunieron ayer en la actividad “Conozco un nuevo amigo”, auspiciada por el Departamento de Educación (DE), a instancias de esa comunidad.

“A nosotros nos parece superbién, porque podemos conocer más sobre la comunidad, especialmente nosotros, que aún continuamos aprendiendo poco a poco, especialmente de él. Él ha aprendido primero que nosotros. Y que él pueda compartir con su comunidad, que para mí es lo más importante. Que él se sienta cómodo, se sienta entendido y que pueda ser, así de pequeñito, pueda ser la voz para que toda esta comunidad pueda seguir creciendo”, comentaron Jessica Colón y Edgardo Rivera, mamá y papá de Janice y de los trillizos Lucas, Jerome y Alan, este último uno de los protagonistas de la celebración que reunió en el Parque Luis Muñoz Marín de San Juan a unos 80 niños sordos, sus familias, así como maestros, terapistas, intérpretes, asistentes de servicios y otros empleados del DE que laboran con esos estudiantes.

Edgardo explicó que el proceso de salir adelante con un niño sordo y los retos que eso conlleva, ha sido “un poco fuerte” para toda la familia, “pero me gusta, porque es algo diferente”. De hecho, recordó que, aunque Alan no podía escucharlos desde que nació, los reconocía, “sabía quién era papá, quién era mamá, por el sentir, por el olor. Estábamos en el hospital y él brincaba, hacía algún gesto, sabía que estábamos ahí”.

La actividad del Departamento de Educación se realizó en el Parque Luis Muñoz Marín.
La actividad del Departamento de Educación se realizó en el Parque Luis Muñoz Marín. (Miguel J. Rodriguez Carrillo)

Como parte del proceso, toda la familia ha aprendido un poco de lenguaje de señas, aunque entre los nenes se las ingenian para comunicarse entre ellos y “él los llama por sus nombres a ellos”.

“Él es sordo, pero es verbal. Ha demostrado que puede comunicarse de manera también verbal. Aunque no se escucha prolijo, pero sí puede defenderse como quien dice”, explicó Jessica, quien al igual que su esposo celebró el poder compartir experiencias con otras familias con niños sordos.

“Compartir las diferentes historias es una buena conversación con las otras familias. Tanto como ellos se sorprenden con las de nosotros, nosotros nos sorprendemos con las de ellos. Es otra dinámica, de verdad. Me gustan estas actividades, es una experiencia diferente”, insistió Edgardo.

Fomentan la socialización

Por su parte, tanto el secretario de Educación, Eliezer Ramos Parés, como la doctora Ana Leticia Díaz Meléndez, secretaria asociada de Educación Especial a cargo del programa con los estudiantes sordos y ciegos, también festejaron la realización del encuentro.

El secretario recordó que 20 o 25 años atrás, estos estudiantes sordos solían estudiar en instituciones dedicadas a esa comunidad, pero “a medida que la inclusión fue tomando auge en Puerto Rico, estos servicios se han regado por todo Puerto Rico”.

“Y un poco lo que busca este encuentro es fomentar la socialización entre ellos; fortalecer la comunicación entre ellos, en ese proceso de aprendizaje de lenguaje de señas, que tengan con quién interactuar. Y de cara al futuro, hoy de aquí van a salir enlazados con otro estudiante, de otra escuela, para seguir fomentando esa comunicación, como proyecto de escuela. Van a estar utilizando las computadoras, video, y se van a mantener interconectados”, sostuvo el secretario.

Agregó que con esas interacciones se trabaja la socialización, las emociones y la autoestima de los estudiantes, “viendo cómo entre ellos construyen comunidad y vamos a ver que estos lazos se van a estar creando y se van a estar buscando en el futuro. Queremos que puedan servirse de apoyo unos a otros”.

Mientras, Díaz Meléndez, quien regresó a trabajar luego de ocho años de retiro, aseguró que los programas para la población sorda “han resurgido” y cuenta con nuevas iniciativas, una guía de provisión de servicios a estudiantes sordos, talleres para los maestros, atención a las necesidades que habían señalado los maestros, así como academias para educar a los padres sobre la condición de su hijo, así como un grupo enlace de maestros del programa, “voluntarios”, que se reúnen para traer sus ideas y elaborar las iniciativas del programa.

“Esta actividad es para que se conozcan. Ya en el tiempo de la pandemia hice lo de mi buen amigo, de manera virtual los reuní. Pero quería que ellos se conozcan, que el de Orocovis conozca al de San Juan y diga, ‘mira, tengo un amiguito igual que yo’, y podemos establecer una comunicación y hacer ese grupo de amigos”, explicó, visiblemente emocionada. “Así que hoy el tema es: conozco un nuevo amigo, y eso es lo que vamos a estar viendo”.

“Y ver que nuestro programa brille y que estamos haciendo cosas bien lindas. Hoy es el momento de ponerle cara al programa, y de las cosas que estamos haciendo. Y poner voz, a esos que a lo mejor sienten que nadie los quiere, que nadie los atiende. Pero tenemos un grupo de maestros tan comprometidos, que yo se los echo a cualquiera, porque de verdad están muy afanados”, insistió la secretaria asociada. “Estoy demasiado emocionada con la experiencia, de verdad”.

Según los datos actuales, el DE atiende a 413 estudiantes sordos, y tiene 40 maestros en el programa para atender a esa comunidad.

Más servicios necesarios

Por otro lado, la familia Rivera Colón sostuvo que tiene una queja hacia el DE, pues se les dificulta conseguir servicios para niños sordos.

“Por ejemplo, terapia del habla. Hay muchas terapistas que, o le enseñaron señas básicas, o simplemente en su momento aprendieron señas, pero como comúnmente no reciben a niños sordos, me he encontrado con que, no, no podemos darle los servicios porque no sé lenguaje de señas o porque no hay nadie calificado con lenguajes de señas”, explicó Eduardo.

“Y a mí me gustaría que todas las personas, como requisito, tuvieran que aprender lenguaje de señas, y no tan solo en el área de terapia del habla, sino en todas las áreas. Porque ahora él es un niño, pero va a crecer y se va a encontrar con muchas cosas, muchas personas que no saben el lenguaje. Y creo que, con algo básico, las necesidades básicas, decir hola, estás bien, ellos se pueden comunicar”, agregó Jessica.

Ramos Parés, por su parte, aseguró que en el DE “estamos trabajando activamente con el tema del currículo de lenguaje de señas”, así como otros proyectos con el coordinador de servicios para la comunidad sorda “que próximamente vamos a estar anunciando, para aumentar la capacidad que tiene el Departamento de atender a esta población”.