¿Qué medidas de seguridad ha implementado el gobierno para garantizar el distanciamiento físico de las personas en la tradicional celebración masiva de la Noche de San Juan?, ¿Tendrán los ciudadanos el control preventivo de los pasados meses?, ¿Qué efectos epidemiológicos en los casos de la COVID-19 pudieran ocurrir a raíz de este tipo de junte social?

No hay respuesta certera a ninguna de estas preguntas, según pudo constatar Primera Hora al entrevistar funcionarios de gobierno, activistas ambientales y epidemiólogos.

Iniciando el fin de semana del Día de Padres y a cuatro días de la Noche de San Juan el gobierno descansa en que se cumpla con el toque de queda que le impone a la ciudadanía estar a las 10:00 de la noche en sus casas, según se dispone en la última orden ejecutiva de la gobernadora Wanda Vázquez Garced. Precisamente, esta última disposición ejecutiva dio luz verde a que las playas del país reabrieran al público sin las restricciones que cobijaban esta recreación desde el pasado 15 de marzo cuando el país entró en cuarentena como medida cautelar para desacelerar los casos de coronavirus.

La Noche de San Juan se celebra cada año el 23 de junio y es una fecha mística en la que muchos puertorriqueños acostumbran hacer un despojo para las malas vibras y realizar rituals en busca de atraer la buena suerte. Unos se tiran de espalda al mar cuando el reloj marca las 12:00 de la madrugada con el fin de dejar en el agua todos los males; otros prenden velas rojas o blancas para propiciar cambios positivos en diversos aspectos de sus vidas que incluyen el amor, la salud y lo económico. Sin embargo, la celebración de la Noche de San Juan tiene sus raíces en la era precristiana, cuando nuestros ancestros adoraban al dios sol. En la noche del solsticio de verano, el día más largo del año, encendían hogueras para enviarle energías al astro. En cambio, con la llegada del cristianismo las celebraciones fueron absorbidas por la Iglesia católica, que les cambió el significado a las fiestas para festejar el nacimiento de San Juan Bautista. Según la Iglesia, el padre del santo, Zacarías, mandó a encender una hoguera para anunciar a sus parientes el nacimiento de su hijo.

“Con el toque de queda el horario para que la gente esté en la calle es hasta las 10:00 de la noche… la gente va a tener que respetar la orden ejecutiva de la gobernadora y, en vez de tirarnos de espalda en el mar a la medianoche, habrá que hacerlo más temprano, cosa que a las 10:00 de la noche las playas estén desalojadas”, indicó a Primera Hora el alcalde de Cabo Rojo, Roberto “Bobby” Ramírez, uno de los municipios costeros que más visitas recibe durante el día festivo y en la temporada de verano.

Expresó que tan reciente como el miércoles se reunió con la policía estatal y la policía municipal para delinear el plan de seguridad que se implementará desde tempranas horas del día 23 de junio. “La policía puede intervenir con la gente… el llamado a poner el orden es de la policía estatal, la policía municipal, el cuerpo de vigilantes del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales y de FURA. Pero mi llamado principal es a la ciudadanía: la medicina que existe en este momento contra el COVID-19 es la responsabilidad ciudadana, si no la tomas te puedes contagiar. Si decides hacerlo estarán en menos riesgo ustedes, su familia y el prójimo”, expresó el mandatario municipal que estimó que durante las fechas festivas del verano -así como en Semana Santa- a Cabo Rojo llegan 150 mil personas en la semana. Esa cifra contrasta con su población que, actualmente, es de 50,000 habitantes.

En países como España hay ciudades que han prohibido las actividades en la playa durante la Noche de San Juan como medida preventive ante la crisis sanitaria. España- al igual que Puerto Rico- se encuentra en una fase de reapertura social, comercial y gubernamental. Algunos ayuntamientos en esa jurisdicción han restringido, por ejemplo, el acceso a las playas después de las 7:00 de la noche para evitar aglomeraciones.

Primera Hora preguntó a la Secretaria de Prensa de la Fortaleza, Mariana Cobián, si el gobierno de Puerto Rico está considerando tomar medidas similares para evitar una aceleración de contagios del novel coronavirus. La petición, explicó Cobián, fue transferida al secretario de la Gobernación, Antonio Pabón. Su portavoz de prensa, Ana Santos, respondió por mensaje de texto que hasta anoche “no la han tomado… no han determinado” alguna acción sobre este particular.

Para el recreacionista marino y director del Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico, el doctor Ruperto Chaparro, recomendó que este año debería evitarse que la gente vaya a celebrar la Noche de San Juan.

“Pero es bien difícil que eso ocurra. Sugiero que a nivel de gobierno haya más vigilancia y que se comience a orientar a la gente de la importancia del distanciamiento social ese día y que vayan a la playa con su núcleo familiar y eviten aglomerarse con otra gente”, expresó Chaparro.

“Estamos ante una pandemia que es sumamente contagiosa y ya hemos visto cómo otros países que ya se liberaron con todo tipo de actividad, han tenido una multiplicación de casos del virus. Y lo que me preocupa es que esa tradición de la Noche de San Juan es una donde va mucha gente. Es una noche de fiesta y vacilón, que no tiene nada malo sino estuviésemos bajo el manto de una pandemia… el virus está aquí, está entre nosotros y eso no se puede olvidar”, dijo Chaparro.

Le preocupa, además, la cantidad de basura que se produzca pues desde que se dio paso a la apertura de playas -aun en una etapa parcial- se ha visto un aumento en desperdicios en estas zonas. “Y esto es detrimental para las especies que habitan en en las playas y para la industria de la recreación y del turismo”, sostuvo.

Resaltó, también, el aspecto de seguridad pues “todos los años surge un ahogamiento en la Noche de San Juan”.

Las repercusiones epidemiológicas tras la celebración de la Noche de San Juan son especulativas y dependerán del comportamiento de los ciudadanos, opinó la catedrática del Departamento de Bioestadística y Epidemiología de la Escuela Graduada de Salud Pública de la Universidad de Puerto Rico, Cruz María Nazario.

“Veremos el efecto de esa apertura o de ese rompimiento con las normas de protección en dos semanas. Ahí empezaremos a ver el efecto. Si todo el mundo utiliza su mascarilla y evitamos lugares aglomerados, no deberíamos tener una situación de muchos contagios”, sostuvo la profesora.

“Creo que hay que recomendarle a la población que no baje la guardia y que asuman la actitud de mantener cautela como si el que estuviera a su lado fuera un positivo (al coronavirus). Aquí la clave es protegerse pero eso es algo que la gente olvida cuando empieza a beber (alcohol)”, agregó.

Mientras, el presidente del Colegio de Médicos Cirujanos, Víctor Ramos, coincidió en que las personas deben asumir su responsabilidad para evitar situaciones como las denunciadas recientemente por portavoces del Departamento de Salud, que señalaron que a través del sistema de rastreo de contactos de personas infectadas por coronavirus se confirmó que los cumpleaños y velorios son eventos que han provocado un “conglomerado” de contagios en la Isla.

“No puede haber policías por cada milla de playa. Se deben tomar otras medidas. En Florida, por ejemplo, hay playas que tienen delimitadas las áreas para medir el distanciamiento social. Pero nada de eso se ha hecho aquí… así que la responsabilidad es de la gente y no deben olvidar que hemos tenido positivos en actividades familiares. La gente debe tener conciencia porque esto de las playas puede ser un problema serio y ya ha pasado en otros lugares”, indicó Ramos.