Yauco. “Encerró las muchachas diez años y él no aguantó mucho tiempo su encierro”.

Tras conocer la noticia del aparente suicidio de Ariel Castro, el hombre que mantuvo secuestradas a tres mujeres por una década en su residencia de Cleveland, los familiares de la joven de descendencia puertorriqueña Gina de Jesús expresaron que esperaban algo así sucediera.

“Él no iba a aguantar presión”, dijo Soet Ruiz Rivera, prima de la madre de Gina.

Ésta sostuvo que le tomó por sorpresa el acontecimiento porque habían escuchado que el hombre permanecía en una celda aislado y con vigilancia, pero siempre tuvieron la corazonada de que en algún momento tomaría la fatal decisión por cobardía.

“No dejó que lo matara el Estado y lo hizo él”, comentó la mujer, quien descartó que Castro haya sido asesinado.

Manifestó que su padre desde que supo la noticia ha estado muy nervioso, pues aunque estaban un poco más tranquilos al saber que el hombre estaba en el cárcel, su muerte fue como revivir los años de angustia que vivieron sin conocer el paradero de Gina.

Explicó que desde que Gina apareció el pasado mes de mayo, su padre acostumbraba a hablar con ella por teléfono y estaba deseoso de poder viajar para compartir con ella en Ohio.

“Tanto daño que les hizo a las muchachas y él no tuvo el valor para enfrentar su castigo”, indicó Ruiz Rivera.

Expresó que desea que este incidente sea el último capítulo en la historia de Gina, sus compañeras y la pequeña niña hija del puertorriqueño. Argumentó que ya es momento de que ellas puedan rehacer sus vidas, superar el dolor causado y sanar las heridas de la pesadilla a la que estuvieron expuestas desde muy jóvenes.

“Ese hombre no tiene perdón, no hay nombre para él, solo monstruo”, señaló la mujer.

Ésta destacó que Gina ya ha comenzado a reintegrarse a la sociedad y que regresó a la escuela.