Tener un enfermo de COVID-19 en casa es una situación extremadamente compleja, en particular por lo contagioso que es ese coronavirus y por la posibilidad de que la salud de la persona enferma se deteriore a tal punto que su vida corra peligro. Entonces, imagínense lo que supone tener a cinco miembros de una familia todos infectados.

Ese panorama lo vivió y lo superó la familia Marín Martínez, de Juana Díaz, y además lo hicieron sin contagiar a ninguna otra persona.

Para salir adelante de lo que pudo ser una situación mucho más problemática, contaron con la solidaridad de familiares, vecinos y hasta desconocidos que ofrecieron ayuda de una u otra forma.

“Mi papá estaba en Miami y regresa a la Isla el 15 de marzo. Alquiló un vehículo en el aeropuerto de San Juan, al otro día lo entrega en el aeropuerto en Ponce, y ahí la compañía cierra operaciones porque el COVID estaba y los vehículos alquilados podían ser un foco de contagio por el intercambio de las personas”, contó Luis J. Marín Martínez sobre cómo llegó el virus a su casa.

Relató que, ante la sospecha, decidieron tomar la “medida cautelar” de quedarse todos en casa, a pesar que en ese momento entendían que no estaban contagiados, porque ninguno mostraba síntomas, pero habían escuchado sobre las personas asintomáticas que comoquiera podían contagiar a otros.

“A los tres días que empiezan a salir los síntomas, nos damos cuenta que fue la decisión correcta. Él (su papá, Edwin Marín Ríos) estaba asintomático y estaba en nuestra casa compartiendo con nosotros. Pero al principio estaba todo bien”, recordó Luis.

Edwin comenzó a sentirse mal, a tener dolor de cabeza y otras molestias. Ahí empezaron a descartar otras posibles enfermedades. Fueron al hospital, le hicieron pruebas de micoplasma e influenza, y al salir negativas entonces le realizan la de COVID-19.

Con ese positivo, decidieron hacerle también las pruebas al resto de la familia, a pesar que no tenían los mismos síntomas que el padre de familia.

Para salir adelante de lo que pudo ser una situación mucho más problemática, contaron con la solidaridad de familiares, vecinos y hasta desconocidos que ofrecieron ayuda de una u otra forma.
Para salir adelante de lo que pudo ser una situación mucho más problemática, contaron con la solidaridad de familiares, vecinos y hasta desconocidos que ofrecieron ayuda de una u otra forma. (Suministrada)

De hecho, explica Luis, todos experimentaron la enfermedad de manera diferente. En su caso, sufrió pérdida de gusto y olfato, y un poco de dolor corporal, pero no tuvo complicaciones mayores.

“Me encanta el café negro por las mañanas y, básicamente, no me sabía a nada”, contó Luis, agregando que sus hermanos, Fabián y Edwin (hijo), tuvieron síntomas similares a él.

Su mamá, Yanira Martínez Cruz, explicó que en su caso “comencé con una molestia en la garganta, pero rara, constante. Hacía gárgaras, tomaba miel con limón, teses de jengibre, y seguía con la molestia”. Además, experimentó síntomas similares a sinusitis y diarreas.

Don Edwin relató que en su caso, “empezó poco a poco, con un poco de dolor de cabeza, fiebre. Y cada día que pasaba era como un poquito más fuerte. Me dolía la cabeza, el cuerpo, como si me hubiera quemado en la playa, pero una experiencia completamente diferente. Tú te das cuenta que tienes algo, que no es normal. Estaba como con una fatiga y diariamente ese era el miedo que teníamos, que se fuera a complicar. Me di cuenta cuando cogí una silla y me fatigué al levantar una silla. Ahí pues, uno dice como que espérate… No tenía mucha tos. Es bien raro porque cada persona es diferente. No tenía catarro, no tenía como sinusitis tampoco. Pero estaba bastante fuerte. No quería comer, no me quería alimentar, estaba sin fuerzas. Y diariamente, pues es algo que tú dices, ‘qué va a pasar’”.

En resumen, comenzaron a sentir síntomas desde el 22 de marzo, a don Edwin le hicieron la prueba el 26 de marzo; el 30 le dan el positivo; el 1 de abril le hacen la prueba a los otros cuatro miembros de la familia, y el 6 de abril les confirman que los cinco estaban positivos a COVID-19.

Afortunadamente, don Edwin no llegó a confrontar dificultades respiratorias y no fue necesario hospitalizarlo. A través de amistades de la familia, además, consiguieron una máquina de terapias respiratorias que también ayudó en el proceso.

No fue hasta principios de mayo, 47 días después, en la cuarta prueba, que don Edwin finalmente arrojó negativo. Fue el último de los cinco en sobreponerse a la enfermedad.

Aun así, explica Luis, “nosotros mantuvimos nuestras medidas cautelares”, para asegurarse de que no contagiarían a nadie.

“Estuvimos encerrados comoquiera después de ese último negativo”, aseguró el joven, agregando que, además, había en ese momento tanta información contradictoria que ni estaban del todo seguros de qué era lo más apropiado hacer, y prefirieron no correr riesgos.

Nunca se sintieron solos

La familia explica que la solidaridad que recibieron fue fundamental para poder lidiar con la situación y la cuarentena forzada. Además, ellos decidieron buscar el lado bueno de tener que quedarse encerrados para sacar tiempo y compartir más como familia, algo que por diversas razones no podían hacer a menudo en la normalidad antes de la pandemia.

“Nosotros como familia mantuvimos la calma. Estuvimos juntos siempre. Por las mañanas sacábamos nuestro momento para tomarnos el café, compartir, dialogar. Nos gusta debatir como familia. Y eso cuando la vida está ajetreada no lo podemos hacer. Así que utilizamos esa situación negativa dentro de todo para, en las circunstancias, poder dialogar”, expresó Luis.

Y al mismo tiempo, asegura, “hubo varias personas que estuvieron en el camino ayudando”.

“A veces estábamos dialogando en la sala y de momento alguien nos tocaba bocina, un vecino, y nos decía: ‘mira, ahí les dejé una cajita de jugo de china, galleticas, una caja de agua’. Y así fue como pudimos lidiar. Familiares de nosotros hacían la compra. Personas que tienen negocio alrededor de nosotros que nos conocen, también nos trajeron compras. Hubo personas en el camino que, cuando iban a las panaderías, nos traían pan. La guardia de seguridad de nuestra urbanización también nos trajo una cajita con viandas. O sea, que la gente, en efecto, se comportó al cien (por ciento)”, aseveró Luis.

Una vecina, incluso, les hizo unas mascarillas y les dejó el número de teléfono para ponerse a disposición de ellos y ayudarles con su experiencia de enfermera.

“Cuando mi madre se comunica con ella le dice que fue enfermera y que si nosotros necesitábamos que ella entrara a cuidarnos, a cocinar, a hacer algo, pues que ella estaba disponible para ayudarnos”, recordó Luis. “Esa señora, que no la he visto físicamente, no sé quién es, pero le estoy agradecido porque una persona mayor, ponerse a la disposición con lo que está pasando, pero con su experiencia como enfermera comoquiera atreverse a hacerlo, pues realmente es algo que se agradece”.

De igual forma, recibían llamadas a diario del alcalde de Juana Díaz, Ramón Hernández Torres, para saber de ellos y ofrecerles asistencia.

Asimismo, la doctora María García, de Med Centro de Juana Díaz, se comunicaba constantemente para evaluar la evolución de cada uno de ellos.

Luis, de hecho, agradeció en particular a todas las personas en hospitales, laboratorios, farmacias y manejo de emergencias y otros que han estado desde el día uno de la pandemia en el frente de batalla contra el virus.

Con toda esa solidaridad, y aunque fuera a distancia desde la acera o desde vehículos, no faltó la celebración de cumpleaños de don Edwin, el 14 de abril en medio de la enfermedad, y también la celebración del Día de las Madres para doña Yanira.

La madre, además de resaltar a la solidaridad de los familiares y los vecinos, también subrayó su fe en Dios y el hecho de que su familia se mantuvo siempre unida. “Estuvimos encerrados 60 días y aquí nunca hubo una discusión. Mis hijos demostraron el amor y el apoyo que se tienen el uno al otro y para mí eso es de las cosas más gratificantes”.

Aunque Luis asegura que con la familia unida “hicimos que la situación fuese, dentro de todo, una fiesta”, don Edwin afirmó que fueron días aciagos, llenos de preocupación e incertidumbre, sin saber si la situación empeoraría y terminarían en el hospital.

Ante todo lo que han experimentado en las pasadas semanas, y a pesar de que su situación no llegó a complicarse como le ha sucedido a otras personas, la familia Marín Martínez tiene un mensaje bien claro para toda la gente con respecto al COVID-19.

“Tenemos que tomar esto en serio. A pesar que nosotros pensamos que no pasa nada, no podemos subestimar lo de los asintomáticos, pues nos dimos cuenta que nos contagiamos precisamente porque una persona que vino de afuera, que es mi papá, no sabía que tenía el virus... Ciertamente, después que una persona empieza a confrontar los síntomas, uno ve la desmejoría de la persona”, afirmó Luis.

“El mensaje a las personas y al público es que se mantengan en su casa lo más posible, que utilicen las mascarillas, el lavado de manos adecuado, que busquen información”, insistió Luis, agregando que debemos “mantener nuestra mente positiva”, y evitar caer presa de las noticias falsas y la desinformación.

“Cada persona en su carácter individual tiene que tomar las medidas cautelares. Porque sabemos que hay unas medidas que toma el gobierno, pero a fin de cuentas somos nosotros quienes individualmente tenemos que contribuir, tenemos que colaborar y tenemos que hacer que esto se pueda contener lo más pronto posible para que no se contagien más personas”, reiteró Luis. “Ese es el mensaje. No pierdan la esperanza, pero cuídense”.