“Veinticinco años que vivimos la casa y la perdimos en na’”.

Fue hoy a las 11:00 a.m. que Radamés Ramírez y Keily Sánchez finalmente pudieron ver la magnitud de los daños que dejó en su casa, a su paso, el huracán Fiona. La pareja, junto a su hija y mascotas, tuvo que abandonar la vivienda a toda prisa el sábado en la tarde luego de perder parte del techo en madera y zinc.

“No es un castillo, pero era mi hogar y eso es lo que me hacía sentir feliz. Yo le dije a mi esposa, si salvara por lo menos mi ropa… está todo en bolsas, tirado afuera, mojado”, dijo el hombre mientras observaba lo que quedó de la vivienda en el barrio Susúa Baja de Yauco.

El piso estaba inundado, por las paredes y el paflón se filtraba el agua y el sofá –un regalo de hace unos días- quedó inservible. La ropa mojada yacía en unas bolsas plásticas en el exterior de la vivienda. “Aquí se criaron mis hijos, mis tres hijas y un varoncito”, mencionó Ramírez.

Hace 24 años que la pareja construyó la vivienda que, hasta ahora, había soportado los fuertes vientos de los huracanes George y María, este último en el 2017 y que un día como mañana tocó suelo borincano dejando a su paso desolación y destrucción.

Ramírez contó que él se encontraba en su habitación cuando, de momento, sintió un golpe fuerte y, automáticamente, se desprendió el techo del baño. Luego ocurrió lo mismo en el cuarto. Sánchez, por su parte, estaba pasando un mapo en la sala, ya que había comenzado a entrar agua por la puerta principal.

“Yo, como que lo presentía, estaba en la cama y me puse el pantalón, me puse la camiseta, empecé a coger las llaves y ahí se desprendió el techo”, narró el hombre.

Tras lo ocurrido, se refugiaron en la vivienda de la planta inferior que, aunque es propiedad de los padres de Ramírez, actualmente está deshabitada. “Eso fue como a las doce y cuarenta y pico. La vecina dijo que ella estaba mirando por la ventana y que en ese momento hizo como un molino y lo arrancó”, contó Sánchez.

“Cuando explota el plafón, yo digo: ‘tenemos que salir corriendo, empezamos a agarrar la perrita, los dos gatos y salimos corriendo”, continuó Sánchez.

La pareja reconoció que se confiaron en que los efectos de Fiona, que se convirtió en huracán a su llegada a Puerto Rico, no serían mayores. Además, la vivienda había resistido a los fenómenos anteriores. “Como a mí me dijeron que era lluvia, pues yo dije: ‘me voy a dormir en mi casa. Muchacha eso era un viento demasiado, eso no bajaba. Para María, iba y venía, pero ahora el viento se quedaba pegao y no se iba y ahí fue que se levantó (el zinc)”, comentó Ramírez.

La familia confía en reconstruir su hogar y poder regresar a este cuando sea el momento. Por ahora, agradecen que hay vida.

El alcalde de Yauco, Ángel “Luigi” Torres, estimó en 50 el número de viviendas que resultaron con daños en la municipalidad a causa del huracán Fiona, pero anticipó que el número pueda aumentar una vez logren acceso a varios sectores -como Media Quijá, Ciénega, Santa Rosa y Lima- que no han podido llegar debido a la crecida del río Luchetti.

“Más de 50 unidades de vivienda con daños en su techo, la mayoría de zinc y madera. Pero, entendemos que va a incrementarse a medida que sigamos abriendo camino en el área de los campos”, indicó Torres.

Otra de las áreas más impactadas fue, precisamente. la urbanización Luchetti que, históricamente, se ve impactada por el golpe de agua resultado de la crecida del río. Cuatro de las principales calles quedaron inundadas, al igual que el Valle de Barinas, conocido por sus siembras de plátano. “Hemos revivido algo muy similar a lo de María”, dijo el alcalde en referencia al huracán.

Algunas de las casas recibieron hasta cuatro pies de agua. Durante la madrugada del domingo personal de Manejo de Emergencias de Yauco tuvo que rescatar cuatro familias.

Una de las viviendas afectadas en la urbanización Luchetti fue la de Miguel Sánchez, quien hoy, lunes, intentaba, junto a su esposa, limpiar la marquesina que quedó llena de fango y escombros. “Nos acostamos como a las 11:00 de la noche y como a la 1:00 de la madrugada la planta (eléctrica) se apagó y era que había cogido agua con el río que se desbordó…fue sorprendente bajarse de la cama y pisar esa agua y ese fango”, comentó.

La pareja hace cuatro años que vive en la urbanización. Por la parte posterior de la vivienda pasa el caudal río. Dijo que no consideró salir de la vivienda porque comenzó a bajar el nivel del río. “Adentro está lleno de agua y fango y aún no hemos chequeado nada”, expresó.

Torres dijo que tras el huracán María solicitaron una asignación federal para comenzar a estudiar la viabilidad de la canalización del río, lo que evitaría la problemática, pero aún no se ha concretado. “Esto siempre va a ser una preocupación. Luego de María la huella de inundabilidad de abrió en el casco urbano y en toda esta zona y vimos los estragos ahora con Fiona”, comentó Torres.