En tiempos de crisis como los que vivimos, lo poquito que uno pueda aportar, como lo hizo una familia ponceña, puede tener un enorme significado para alguien con una necesidad apremiante. Los ejemplos los estamos viendo a diario a lo largo y ancho de la Isla.

Y uno más lo es el de la familia Silva Cangiano, que con iniciativa propia decidió hacer pequeñas compras para repartirlas entre familias de mayor necesidad de la comunidad de la Playa de Ponce y zonas cercanas.

“Es una sensación que, aún cuando lo planificas, no la vives hasta que estás en el momento. Las personas diciéndote ‘gracias’, ‘Dios te bendiga’, ‘no sabes cuanta falta me hacía esa compra’…la sensación de dar aunque sea un paquete de arroz o unas latas, es la sensación más grande que uno puede tener como ser humano, porque al final del día, si tengo para darte un poquito, ¿por qué no lo voy a hacer?. Aunque estemos en época de recesión, siempre se puede ayudar”, expresó Rebecca Cangiano, quien junto a su esposo, Alberto Silva, y sus tres hijos se encargaron de hacer este gesto de desprendimiento.

Cangiano contó que vio las necesidades que había en la zona sur, particularmente maltratada en lo que va de año por los sismos y ahora por el encierro ante la pandemia. Dijo que comenzaron llevando alimentos a familias de Guayama y Coamo y luego le surgió la idea de solicitar la ayuda de los Centros Sor Isolina Ferré, entidad donde ella trabajó hace muchos años y que su familia ha apoyado a lo largo de los años.

A través de la administración del centro de la Playa de Ponce, logró ponerse en contacto con Sister Mildred Vázquez, MSBT, y Sister Rosita Bauzá, MSBT. Ambas, por conocer la zona, le ayudaron a identificar a las familias más necesitadas. El listado fue de nueve familias, a quienes el miércoles se les colocó la ayuda en el baúl del carro siguiendo las medidas de distanciamiento social vigentes.

“Somos una familia trabajadora, común y corriente, y si podemos aportar un poquito nos sentimos bien. Aquellas nueve familias cuando fueron a recoger las compras, sus caras de felicidad valían la pena el sacrificio de haber hecho esa pequeña aportación”, agregó Cangiano.

Pero aparte de lo que haya sentido ella, una de las cosas que más significó para la familia fue la participación de sus hijos adolescentes Camila, Natalia y José Armando.

“Fue un gesto muy bonito de ella digno de emular por otras familias. Darle la mano a familias necesitadas y ser solidarios con ellos. Lo hicieron a través de los Centros porque saben el servicio que damos y la credibilidad que tenemos”, dijo Sister Mildred.

“Fue muy bonito por la alegría que ellos traían y porque tienen unos hijos adolescentes, y me imagino que es un buen ejemplo para esos jóvenes dar este tipo de ayuda. La gente en la Playa está muy ansiosa porque primero fue el huracán, luego los sismos y ahora el coronavirus. La gente no puede salir, está angustiada y asustada porque estamos cerca del mar también. Y viene esta familia y le trae estas compras. Eso es un alivio para ellos”, agregó.

“El pobre siempre es pobre, como dijo Jesús. Y esto les da una alegría en medio de esta crisis de pandemia y de terremotos”, sostuvo la religiosa. “Es bueno que estas cosas se sepan para que otras personas que lo quieran hacer lo hagan”.

Por su parte, Sister Rosita, igualmente espera que esto apele a que más personas se interesen en ayudar ante la angustia de los residentes de la Playa de Ponce y de toda la zona sur, que además de alimentos necesitan, a su juicio, ayuda espiritual y consuelo ante la angustia de la incertidumbre.

“Fue un gran acto de generosidad. Algunas de las personas, las más cercanas a mí, me dijeron cosas como ‘Sister, esto me vino del cielo, porque casualmente me hacía falta’, o ‘tengo tres hijos y estaba pensando qué íbamos a comer de almuerzo’. Y con la mayor sencillez las personas quedaron muy agradecidas. En estos difíciles momentos cualquier ayuda es bien recibidas por estas personas que a lo mejor se quedaron sin trabajo”, apuntó.

Para finalizar, Cangiano reflexionó un poco sobre el acto de generosidad y la sensación que tuvo al ayudar a otros en momentos de necesidad.

“Vivimos en tiempos difíciles, pero se puede. Yo lo hice con alimentos. Hay personas que lo pueden hacer dando $5 o $10. Eso no es mucho, pero poco a poco se puede. Y como decía Sister (Isolina) las necesidades de la gente no deben pasar desapercibidas”, finalizó Cangiano.