Familiares de Aponte Martínez le acompañan a su recorrido final
Santiago Aponte, uno de los hermanos del Cardenal, se encontraba con sus hijos Carlos y Rosa.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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Tras unas exequias que se extendieron por una semana, los restos del cardenal Luis Aponte Martínez fueron trasladado hoy desde la Funeraria Guaynabo Memorial a su morada final en la Catedral del Viejo San Juan.
El cortejo fúnebre marchó hacia San Juan a las 9:00 de la mañana, escoltado por varios policías motoristas que abrían paso al coche fúnebre y detrás seguían los vehículos en lenta caravana.
Aunque el cuerpo del Cardenal, no fue expuesto en esta funeraria, familiares, amigos cercanos y religiosos se allegaron hasta la capilla donde se encontraba el ataúd de Aponte Martínez para tener un adiós íntimo y privado con el amado sacerdote.
A la funeraria llegaron varios hermanos y sobrinos del Cardenal todos con rostros de tristeza y resignados ante la separación física de su pariente.
Santiago Aponte, uno de los hermanos, se encontraba con sus hijos Carlos y Rosa. En su mirada se reflejaba el cansancio y la tristeza.
“Significa una gran pérdida para toda la familia y para todo Puerto Rico. Ya tenía 89 años e iba a cumplir 90 el 4 de agosto. Todos mis hermanos estamos en el mismo dolor y la misma tristeza”, dijo Aponte al opinar que “tenemos que resignarnos porque Dios nos lo dio y a él regresa. Hoy es el final, lo dejamos para que descanse siempre en paz”.
Linda Marie Russo, hija de la hermana del Cardenal María Aponte, dijo a Primera Hora que su tío la casó en la catedral y bautizó a sus tres niños.
“Me siento agotada, triste, siento que está conmigo en espíritu. Yo le pido a él por mí, para ser una persona mejor y una mejor madre”, indicó Russo.
Otra sobrina Rosa Aponte González comentó que su tío nunca dejó de llamarla a Texas. “va a ser bien doloroso voy a estar llorando, pero va a estar en el cielo con nuestro Señor Jesucristo”.
Lorna Colón, sobrina política, dijo: “hoy es un momento de solemnidad para los cristianos, hoy no es momento de tristeza, es un momento de satisfacción porque se concreta de forma humana, la reunificación del Cardenal con su Creador. De él salimos, y a él volvemos”.
Un momento conmovedor en la funeraria, fue cuando arribó Sor Isabel, la monja que cuidó al Cardenal durante toda su convalecencia. “Yo prometí hablar con ustedes después, ahora no puedo”, dijo afectada.
Sor Isabel entró a la capilla donde se encontraban los restos del Cardenal junto a los familiares, pero de allí salió sumamente rápido anegada en llanto, desconsolada. “No puedo hablar ahora”, dijo en un mar de llanto.
El monseñor Mario Guijarro, ayudante y estrecho amigo del Cardenal, explicó a Primera Hora que el Cardenal fue vestido de rojo porque a los papas y cardenales se les entierra con el color rojo. Además, lleva la mitra en la cabeza y su anillo de Cardenal que le entregó el papa Pablo VI, cuando lo ordenó.
En su pecho, lleva también la cruz pectoral y el palio que es una banda blanca con cruces que significa haber sido arzobispo metropolitano.