Final que no debió ocurrir
Los reclusos con perfil como el de Ariel Castro están vulnerables a atentar contra su vida.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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El suicidio de Ariel Castro –el convicto boricua sentenciado a cumplir cadena perpetua por secuestrar, violar y maltratar por una década a tres mujeres en Cleveland (Ohio)– era una posibilidad latente y las autoridades penitenciarias pudieron haberlo prevenido.
Así lo expresaron a Primera Hora el ex secretario de Corrección, Miguel Pereira, y el psiquiatra forense, Víctor Lladó, al opinar que un criminal con el perfil de Castro es susceptible a presentar conductas potencialmente suicidas.
Castro fue encontrado la noche del martes ahorcado en su celda. Trascendió que el recluso estaba bajo custodia de protección debido a la notoriedad de su caso –lo que significa que era vigilado por un oficial cada 30 minutos–, pero no estaba en vigilancia por riesgo de suicidio.
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En cambio, según explicó Lladó, el hecho de que el hombre no haya manifestado indicativos de que quería privarse de la vida, la realidad es que en casos como “personas como Castro –que cometieron un acto atroz y abominable para la sociedad– se ponen en riesgo para que otros reclusos le hagan daño pero también para que se lo hagan a sí mismos”.
“Con demasiada frecuencia se piensa que todo el que comete algún acto criminal está totalmente deshumanizado, que se convierte en un animal y no es capaz de sentir nada. Se cae en ese prejuicio y la realidad es que las personas con la conducta de él pueden sentirse traumatizados por lo que han hecho y tengan ideas suicidas, especialmente durante los primeros meses de cárcel. Por eso es importante que los pongan en vigilancia especial y esa es una interrogante válida en este caso: ¿qué medidas de seguridad se tomaron con este señor?”, cuestionó Lladó al agregar que tal vez el suicidio de Castro fue “su modo de expresar culpabilidad o arrepentimiento”.
Por su parte, el ex secretario de Corrección coincidió con Lladó al expresar que confinados como Castro “están en condiciones tan estrésicas que lo común es montarle una vigilancia suicida”.
“En realidad eso no debió haber pasado... en esa celda especial que él estaba no debieron haber sábanas de tela, ni zapatos con gabetes o algún otro material con el que pudiera suicidarse”, dijo Pereira al aclarar que a diferencia de las celdas permanentes, el centro de ingreso donde estaba ubicado Castro, por lo regular son espacios pequeños con barrotes que facilitan la visibilidad de los oficiales y son vigiladas cada media hora.