El 2020 trastocó la vida de muchos puertorriqueños en cuestión de días. Los terremotos, la pandemia, el miedo a contraer el COVID-19, el confinamiento, la incertidumbre económica, así como el distanciamiento social y de los seres queridos debilitó la ya maltrecha salud mental de los puertorriqueños, que se han enfrentado a un cuatrienio convulso y marcado por catástrofes.

Esa es la impresión y el análisis del sicólogo Alfonso Martínez Taboas, pasado presidente de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, quien se basó en diversos estudios internacionales y en sus observaciones clínicas, a falta de investigaciones científicas abarcadoras y sistemáticas en el País.

“Entre los terremotos y la pandemia, la salud mental de los puertorriqueños está más frágil que en el 2019 y, especialmente, antes del 2017, que fue terrible también. La salud mental se ha debilitado. La gente va a tener más problemas mentales y, leyendo la literatura internacional, son ansiedad, depresión y somatizaciones”, manifestó el especialista en entrevista telefónica.

Esto concuerda con una investigación publicada a finales de noviembre en la revista científica Psychiatry Research, que utilizó datos de 55 estudios internacionales –en los que participaron más de 190,000 personas de China, Italia, Estados Unidos, Perú, España e Irán, entre otros– y que determinó que la prevalencia de la depresión fue de 16%, la ansiedad en un 15%, el insomnio en 24% y el trastorno de estrés postraumático (PTSD, en inglés) un 22%.

Es más, el artículo destaca que, en comparación con el último estudio de la Organización Mundial de la Salud sobre trastornos comunes de la salud mental, la prevalencia de la depresión es tres veces mayor que en la población general (que tiene un 4.4%), la ansiedad es cuatro veces mayor (3.6%) y cinco veces mayor para el PTSD (4%).

“Muchas personas están reaccionando con mucho estrés. Casi todos mis pacientes están hablando de esto de una manera u otra. No importa si es China, España, Italia o Estados Unidos, lo que se ha encontrado sistemáticamente es que las tasas de depresión, ansiedad y estrés han subido”, puntualizó Martínez Taboas.

En el archipiélago borincano, la Línea de Primera Ayuda Psicosocial (Línea PAS) ha recibido en este año fiscal, al pasado 10 de diciembre, 903,440 llamadas, un aumento drástico de 431%, en comparación con el 2019 que alcanzó unas 170,000 intervenciones. La mayoría –270,391– han sido relacionadas al COVID-19, seguida de los sismos con 103,315. Según la jefa de la Administración de Servicios de Salud y Contra la Adicción (Assmca), Suzanne Roig Fuertes, la Línea PAS alcanzó su pico por la pandemia en septiembre con sobre 6,500 llamadas diarias, mucho mayor a las 1,200 tras el huracán María y las más de 4,000 luego de los temblores.

Para el también profesor adjunto en la Universidad Interamericana, la pandemia es “mucho peor” que los desastres naturales.

“El desastre es finito en tiempo. Pasa un huracán, duró mediodía o un día, y se acabó, pero esto no se acaba. Ya llevamos nueve meses y cada vez salen noticias peores, como la cepa nueva en África e Inglaterra. Cuando pasa un desastre también te permite que te recuperes bastante rápido. Pasa un huracán y te voló parte de la casa, pero la gente empieza a darse apoyo, se reúnen, las comunidades empiezan a ir a tu casa y la sociedad se mueve, el gobierno se mueve, la comunidad se mueve, la familia se mueve y todo ese apoyo tú lo recibes. Se sabe que el apoyo social es una de las variables más importantes para ser resiliente y no caerte”, destacó.

Sin embargo, el sicólogo apuntó que en la pandemia las personas no pueden recibir ese apoyo comunitario o social, lo que hace más difícil la resiliencia. Como ejemplo, citó un estudio realizado en dos ciudades de China, donde la que pasó por un aislamiento total sus habitantes presentaron “más problemas” que los residentes que no atravesaron por un confinamiento.

“El encerramiento, el aislamiento, es una de las cosas que más ha afectado la salud mental de la gente. El aislamiento social tiene un costo, quizás te protege a nivel físico, pero los seres humanos no estamos acostumbrados a vivir de esa manera. Los seres humanos somos un animal evidentemente social, que necesitamos ese contacto con nuestros familiares y seres queridos”, explicó.

Es por eso que todas estas variables –la desconexión, la economía en picada, el no poder ver a los familiares y el sentimiento de que esto no acaba– “poco a poco va erosionando, lesionando, las capacidades que los seres humanos tenemos de afrontar nuevas situaciones”, añadió.

Según el psiquiatra William Lugo, desde que comenzó la pandemia se ha registrado un aumento en la cantidad de pacientes que han llegado al hospital San Juan Capestrano. El doctor le indicó a Univision que de forma preliminar ha aumentado en un 20% la hospitalización por pacientes de salud mental.

Impacto en los menores

El tema del confinamiento ha afectado especialmente la salud mental de los menores, quienes no están exentos de lo que está pasando.

“Tienen muchos miedos por las noticias, la radio, saben que no se puede salir porque hay un virus peligroso y todo eso va cargando a los menores”, señaló Martínez Taboas.

La literatura internacional consultada por el sicólogo apunta a niveles altos de ansiedad y somatización, como náuseas, y dolores de estómago y cabeza.

“Eso no debe sorprendernos porque los niños se están perdiendo muchas de las cosas más divertidas para ellos, los momentos buenos: jugar deportes, jugar con los amiguitos en la escuela o con los vecinitos, o irse a pasear. Muchas de esas actividades se han menoscabado o han desaparecido, entonces tienen que estar en su casa con todo este estrés”, mencionó.

Los jóvenes: los más afectados

Lo mismo ocurre en los jóvenes, quienes han visto sus rutinas y pasatiempos trastocados por los confinamientos promulgados por el gobierno para evitar la propagación del virus.

“Cuando eres joven, contrario a una persona que tiene 70 años, pues tu vida social es mucho, mucho, más activa: ir a la Placita, janguear, salir con la novia. La gente joven resiente mucho todo lo que se están perdiendo”, especificó el profesor.

Además, resaltó que diversos estudios apuntan a que los jóvenes entre los veinte y treinta años son los más afectados sicológicamente por la pandemia.

“Se sabe que las personas que están estudiando a distancia muchos de ellos no están satisfechos. Yo tengo como ocho estudiantes universitarios de varias universidades y todos detestan cómo se está generando la educación ahora mismo”, expuso.

Asimismo, apuntó que aquellos que han comenzado a trabajar en compañías han sido de los primeros cesanteados debido a las pérdidas económicas por los cierres. Mientras, los que comenzaban una pequeña empresa vieron trastocados sus esfuerzos e, incluso, cerrar o acogerse a la quiebra.

“En esta etapa, que es cuando estás empezando a formar tu vida, a darle forma, a ubicarte sobre qué es lo que vas a ser, todo esto ha venido para, de cierta manera, deshacer o entorpecer ese proceso. Eso puede explicar por qué muchos jóvenes están más afectados que las personas mayores”, precisó.

Una encuesta exploratoria con 515 estudiantes universitarios en Puerto Rico entre 18 y 25 años determinó que el 56% presentaba señales de depresión y el 46% tenía síntomas severos de ansiedad durante el 2020, según reseñó El Nuevo Día. Asimismo, el estudio diseñado por el Comité Interuniversitario para la Prevención y Estudio del Cáncer –y donde la mayoría de sus participantes fueron alumnos de universidades en Ponce– encontró que el 60% tiene problemas de insomnio y el 70% experimentó cambios en su apetito.

Mujeres más propensas a depresión y ansiedad

Las mujeres, usualmente, “padecen más de depresión y ansiedad” que los hombres, pero el problema se ha agravado más en la pandemia.

Según un artículo publicado por Martínez Taboas en la Revista Caribeña de Psicología, las mujeres registraron mayor estrés en medio de la pandemia en un estudio realizado en China. En una investigación en Alemania, las mujeres reportaron niveles “bastante más altos” de ansiedad que los hombres. Lo mismo ocurrió en Irán con la ansiedad y en Italia con síntomas de depresión y estrés postraumático.

Estudios han encontrado que las mujeres tienen “de tres a nueve veces más probabilidad de presentar ansiedad y depresión en la pandemia”.

“De las razones por lo que las mujeres se deprimen es porque tienen múltiples roles sociales y se les exige mucho. Por ejemplo, una mujer puertorriqueña que está trabajando desde su casa, tiene dos niños y es divorciada. Esos niños tienen clases a distancia, ella tiene que atender su trabajo, a los dos niños, que a lo mejor no entienden las asignaciones, tiene que hacer las asignaciones, más sus cosas personales”, enumeró.

Según el Censo de Estados Unidos, la población en Puerto Rico está compuesta por 1,774,076 mujeres. Además, existen un total de 283,637 hogares donde las mujeres son jefas de familia; de esos, 166,627 viven bajo el nivel de pobreza.

El mal de las redes sociales

En medio de la pandemia, las tecnologías y las redes sociales han jugado un rol protagónico, para bien y para mal.

“Para bien, en el sentido de que te puedas conectar con tus seres queridos, con tus amistades, y eso puede ser un alivio para algunas personas”, dijo Martínez Taboas.

Otro punto favorable que destacó de las redes sociales es que ha permitido a los ciudadanos mantenerse informado sobre lo que está ocurriendo, pero en esto no todo ha sido bueno.

“La desinformación que hay en las redes sociales es una cosa aparatosa. La Organización Mundial de la Salud y otras organizaciones ya tienen listados de todos los mitos que se han generado, las teorías de conspiraciones. Hay hasta videos de supuestos médicos diciendo que esto es el fin del mundo y que te están metiendo un chip, un montón de disparates, y mucha gente se cree eso porque no tienen el bagaje científico. Eso les puede crear mucha angustia, muchas dudas en el manejo político y del gobierno de este asunto”, destacó.

El papel del gobierno

Por otro lado, Martínez Taboas resaltó la labor del gobierno en ofrecer teléfonos para que la ciudadanía pueda, por lo menos, desahogarse y tener a alguien que les escuche y oriente. Sin embargo, no es suficiente. Especialmente, para las personas que tienen historial de padecimientos de salud mental, quienes están más propensos a recaer en las pandemias, según diversos estudios.

“Esas personas necesitan, más allá de una consulta telefónica, algo más sistemático en ayudas de salud mental. Uno se sospecha que hay gente que está descubierta en términos de problemas serios de salud mental que pueden estar aflorando con todo esto. No he visto algo sistemático para prevenir que todas esas personas que tienen alguna fragilidad o alto riesgo se les esté atendiendo de una manera efectiva”, denunció.

Para el 2021, si la amenaza del virus disminuye, el experto pronosticó que saldrá a flote el desgaste emocional, así como los síntomas de depresión, ansiedad y PTSD, que, en estos momentos, muchas personas quizás no pueden identificar por el ajetreo diario de la emergencia.

Además, un estudio publicado a principios de noviembre en The Lancet Psychiatry descubrió una incidencia de cualquier diagnóstico psiquiátrico –entre los 14 y 90 días posteriores a resultar positivos a COVID-19– de 18.1%, incluido un 5.8% que fueron diagnosticados por primera vez.

Si ese patrón se cumpliera en Puerto Rico, hasta el pasado domingo, cuando el Departamento de Salud había reportado 69,265 casos confirmados de COVID-19, unas 12,468 personas habrían estado propensas a ser diagnosticadas con algún trastorno mental.

El pasado presidente de la Asociación de Psicología de Puerto Rico entiende que el gobierno no tiene ahora mismo el andamiaje para atender todos los casos sicológicos o psiquiátricos que se diagnostiquen por la pandemia.

“No solamente son llamadas telefónicas, estamos hablando de darle un servicio de salud mental de calidad a todas estas personas. Las terapias basadas en evidencia son sistemáticas, no son hacer una o dos llamadas, o ver un sicólogo o un siquiatra cada dos o tres meses, como a veces pasa. Habría que ver si ese exceso de gente, que me sospecho va a haber de tasas altas de ansiedad, depresión y somatización, el gobierno va a tener algún plan para atenderlos. Me sospecho que no”, proyectó.

No obstante, Martínez Taboas quiso puntualizar que, según estudios de George Bonanno sobre la resiliencia, entre el 40 y el 60% de las personas en momentos negativos “se afectan un poco, pero todavía funcionan bien”. El 60% de la población de Puerto Rico, según el Censo de Estados Unidos, es 2,032,165.

“Quiero darle énfasis a eso porque eso se ha encontrado en tantos y tantos estudios, que me parece que hay también que balancear eso y no saltar a la conclusión de que se fastidió todo el mundo aquí… Aprendemos mucho de la gente que se cae, pero también podemos aprender mucho de la gente que se mantiene bien; saber qué hace esa gente para que los demás lo hagan”, puntualizó.