El desconsuelo y el duelo están en el barrio Galateo. En eso coincidieron varios vecinos que hoy lloran y lamentan, incrédulos aun la pérdida de José Luis Alers Rodríguez, el enfermero de 50 años que fue asesinado en la madrugada del martes en Isabela. 

Doña Adelfa Figueroa, quien durante más de 60 años ha sido vecina de doña Ana Rodríguez, la madre del occiso, recordó que de pequeño iba su casa a jugar con sus hermanos y primos. Era simpático, bailaba, contó. “Era un vecino de toda la vida, un hombre bueno, excelente, ayudaba a todo el mundo. Le rezaba los rosarios a todo el mundo. La noche antes estaban en (el sector) Capiro rezando”, contó la mujer que no había dejado de llorar su muerte.

Figueroa comentó que doña Ana es una mujer de pocos recursos que levantó a cinco hijos. José Luis era el mayor de tres varones. También tenía dos hermanas. 

“Era pobre y él le ayudaba. Es una cosa triste. Tanto que pasó (necesidad) y siempre estaban con una sonrisa”, recordó sobre el espíritu de lucha que lo caracterizaba.

La madre del fenecido no se encontraban en su casa ayer en la tarde, pues hacía los arreglos fúnebres. Pero un altar improvisado en el balcón de su humilde residencia, con velas y flores, daban cuenta de su dolor.

Otra de las vecinas de toda la vida, Perfidia Corchado, contó sentada en su hamaca, llorosa, que “ese niño era tremendo muchacho. Se pasaba ayudando, cuidando a las personas, las llevaba a las citas. (Era) servicial, cariñoso, respetuoso. Estaba pendiente siempre a su mamá”.

“Va a ser un vacío bien grandísimo. Espero que Dios ilumine el camino y sepan quién hizo eso, ilumine el camino de encontrarlo (al asesino)”, dijo entre sollozos Corchado, de cuyas manos comió muchas veces. 

Su hijo, Roberto Seguí, amigo de toda la vida de José Luis, recordó que el cuidador “venía aquí, mami le daba comida. El barrio entero lo quería. Era jovial”. 

Si es para hablar de cómo era el enfermero, los conocidos seguían compartiendo sus recuerdos. 

Guillermo Figueroa describió a Alers Rodríguez como “tremendo ser humano”. Dispuesto, al punto de que si alguien estaban limpiando la casa y él pasaba, le ayudaba. Y muy trabajador. Además de cuidar enfermos, llevaba a un maestro con impedimentos a la escuela y a las citas médicas en una guagua con aditamentos especiales, la cual se llevó el asesino. “Era un fajón, bondadoso”, dijo su amigo, quien comentó que también vendía bizcochos para buscarse el peso.

Esa noche, José Luis había dejado al maestro de música Bruno Torres en el hospital de Isabela y estaba pendiente de ir a recogerlo para llevarlo a su casa o al hospital de Aguadilla, de ser necesario. Por eso tenía la guagua en la casa de don Johnny Vellón, el paciente que cuidaba durante las noches y en cuya residencia pernoctaba, narró Figueroa. 

A don Johnny lo cuidaba hacía dos años, narró Frank González, otro vecino que conocía al occiso porque en ocasiones limpiaba el patio de la casa. 

“Cocinaba, lo bañaba. Era alegre, hacía sentir bien a los pacientes”, comentó mientras buscaba en el buzón comunal, a donde llegó en bicicleta.

Aunque el maestro Torres no estaba en su residencia, pues fue hospitalizado, el dueño de una barbería cercana, Albert Nieves, dijo que también conocía a José Luis. “En el barrio todos lo sufrimos porque él cuidaba personas enfermas. Ahora mismo tenía una persona que cuidaba allá abajo (Galateo Alto), un señor mayor. Y durante el día, una persona que cuidaba acá arriba, que llevaba a la escuela. Él era los brazos y las piernas de esa persona (el maestro)”, recordó Nieves. 

“Es bien lamentable. No le negaba un favor a nadie”, dijo, por su parte, otro de los barberos, Eduardo Cruz. “Para la muerte de mi abuelo, él fue (a mi casa). Lo vamos a extrañar”, añadió. En ocasiones le hacían trenzas en su larga cabellera en el salón de belleza contiguo a la barbería, dijo Nieves, su propietario.

Al lado de la barbería hay un colmado, cuyo propietario, Rey Cruz, sostuvo que “entiendo que nadie del barrio lo iba a hacer (asesinarlo). Era un vacilón, todo el mundo lo amaba. Es una pérdida irreparable”.