Gárgola de embuste

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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¿Imaginación creativa o delirio?
La historia detrás de la creencia de que una gárgola sobrevuela la zona sur de la Isla con el fin de atacar y chuparles la sangre a diversas especies de animales es hasta hora una incógnita que tiene a unos en un plan de cacería y a otros estupefactos porque están convencidos de que se trata de un personaje ficticio.
Mientras el alcalde de Canóvanas, José “Chemo” Soto, desempolvaba su uniforme de cazador para poner en marcha un plan de captura del extraño animal volador -que muchos dicen haber visto en pueblos como Guánica, Lajas y San Germán-, Primera Hora analizaba el asunto desde el punto de vista de un historiador, una psicóloga y un sociólogo. Todos coincidieron en que el fenómeno no existe.
Para el historiador Ricardo Alegría, por ejemplo, las historias de “ataque” de la gárgola -cuyas características tienen cierto parecido a las del mítico chupacabras, pues a ambos se les atribuye que actúan en la oscuridad de la noche y les chupan la sangre a sus víctimas-, son un cuento más dentro de nuestro folclor.
“El asunto de la gárgola me parece una gran fantasía y una tontería. Es una más de esas historias de apariciones que han formado parte de nuestro folclor”, dijo el también antropólogo y arqueólogo.
Don Ricardo, el primer director del Instituto de Cultura Puertorriqueña, dijo que en la historia del país siempre ha habido creencias de apariciones y destacó que muchas de ellas son heredadas de España y África.
“Las distintas religiones, hasta cierto punto, las han apoyando, en especial la Iglesia católica, cuando hace afirmaciones sobre la creencia del diablo”, dijo.
Ahora sí, como arqueólogo, a don Ricardo le llamó la atención y hasta calificó de “disparate” que hayan nombrado gárgola al fenómeno.
“Me ha llamado mucho la atención ese detalle porque el término gárgola, es un elemento arquitectónico de los edificios medievales en Europa, que específicamente se veía en las catedrales. Son figuras monstruosas, hechas en piedra, que se ponían en la azotea para que recogieran y botaran el agua de la lluvia por diversos orificios”, destacó el educador, sobre lo que en un principio era una figura decorativa. En Puerto Rico, por lo que se conoce, hay una gárgola en una capilla en Miramar, en Santurce.
Datos ofrecidos en Wikipedia describen que los mitos referentes a las gárgolas se remontan a la Edad Media y se relacionan con el auge de los bestiarios y los tormentos del infierno. Otros aseguran que, durante la noche, las piezas arquitectónicas de gárgolas se convierten en seres de carne y hueso, y al amanecer, vuelven a ser de piedra.
Tal vez, por esa dirección va Chemo y su compañero de cacería, Reynaldo Ríos, quienes anoche se aventuraron a buscar a la gárgola boricua entre las ruinas y túneles de la antigua central azucarera, en Guánica, donde afirman que están los esqueletos de sus víctimas.
“Me parece curiosísimo la intención de buscar algo que no sabemos si existe y que más bien parece ser un mito o leyenda urbana”, opinó la psicóloga Lissette Acevedo.
Ese detalle de la insistencia es a juicio de la experta en conducta humana “lo que preocupa” de toda la situación.
“Parece más un delirio por un grupo de personas que quieren probar que existe algo de lo que hay una duda razonable... entonces es que distorsionan la realidad”, dijo Acevedo.
Y es que, para la psicóloga, la imaginación y la capacidad de ser creativos las tenemos todos. Pero la raya la sobrepasa cuando el individuo “trata de convencer a gritos o con acciones a los demás de que existe o es algo que para los demás no tiene sentido”.
“La raya se pasa cuando se afecta la funcionalidad de la persona y se descuidan otras áreas de su vida a causa de esa obsesión”, expresó Acevedo, quien instó a Chemo y a los que anoche participaron del proceso de captura de la gárgola a evaluar “si sacrificaron su salud o seguridad por tratar de conseguir un ideal”.
Si fue así, según la doctora, “hay algo que no está bien” en su comportamiento.
Para el sociólogo José Luis Méndez, la creencia en fenómenos como la gárgola “tiene que ver mucho con la inmadurez de muchas personas o grupos”.
“Todas esas cosas, cuando uno es niño, sacuden la imaginación, pero en la adultez y en un mundo moderno se supone que se dejen atrás y no se sigan arrastrando”, dijo el también catedrático del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Para el profesor, toda la movilización que se ha hecho por el extraño personaje es “desproporcional con las exigencias y realismo social que tenemos los puertorriqueños”.
“Creo que es una manera superficial de enfrentar la realidad que nos rodea en una sociedad que hay otros problemas que merecen más atención”, destacó.
Finalmente, quedará en la mente de muchos saber si será la gárgola una nueva leyenda urbana o en realidad hay un monstruo sobrevolando y atacando nuestra Isla.
Juzgue usted.