Para quien no lo conoció, Felipe Birriel Fernández representó la  estampa romántica de un jíbaro boricua de principios de siglo pasado sin muchos recursos, pero de una nobleza destacable. Claro,  eso dentro de un cuerpo de grandes proporciones.

Ahora bien, cuando uno se adentra en su historia, entiende que más que una persona con una estatura física descomunal, se trató de un gran sobreviviente.

Hoy se conmemoran los 100 años de su nacimiento.

Birriel Fernández, apodado el gigante de Carolina, llegó a medir 7 pies, con 11 pulgadas.

A diferencia de algunos grandes baloncelistas, su crecimiento se debió a un tumor que le salió en la glándula pituitaria, contó Mirgrelis Ramos Acosta, directora de la oficina municipal de Desarrollo Turístico y Cultural.

Desafortunadamente, comenzaba la terrible década de 1930, momento en que Puerto Rico se hundía en la pobreza, mientras que en los Estados Unidos se vivía la gran depresión. 

Su familia, que apenas se sostenía con el recogido  de caña en el barrio Barrazas de Carolina, no contaba ni con dinero, ni con forma alguna de darle el tratamiento inmediato a Birriel Fernández para controlar su tumor.

Mientras tanto el entonces adolescente sufría de mareos y dolores en todo su cuerpo.

Por eso, poco a poco sus extremidades se alargaron.

Sin embargo, sus órganos internos permanecieron del tamaño de una persona de estatura promedio y, por ejemplo, su corazón no lograba bombear la sangre a la capacidad de lo que requería su amplio cuerpo. 

Por eso caminaba despacio, indicó Ramos Acosta.

Cuando por fin pudieron traer a Puerto Rico una máquina que le pudiera dar radioterapias, ¡nueve años después!, ya su estatura era fuera de lo normal. 

No obstante, pudieron operarlo y darle tratamiento. Fue entonces que su desarrollo físico se detuvo, contó la funcionaria.

Ya su destino como la persona más alta de Puerto Rico estaba sellado. Y aunque se logró detener la causa que lo llevó a tener ese crecimiento, los pronósticos no eran muy alentadores.

Víctima de explotación

Birriel Fernández, el mayor de siete hermanos,  apenas llegó a cursar el segundo grado. Para ayudar a su familia trabajó desde muy jovencito. 

Tras completar su tratamiento y con las promesas de un futuro mejor, el gigante se fue a Estados Unidos a trabajar de gira por distintos circos. 

Según relató Ramos Acosta, lo contrató un gringo a quien él apodaba “el colorao’” quien lo trató muy mal y le dio los peores meses de su vida.

“La experiencia en el circo fue de  explotación total. No le pagaron nada, lo tenían en unas condiciones bien malas, se enfermó al nivel de que  casi no se podía parar, lo engañaron, lo tenían durmiendo en el piso. Él decía que el perro del dueño comía mejor que él”, indicó la funcionaria.

Por lo tanto, su recorrido por varias ciudades del norte fue una tortura, y no encontraba la forma de regresar a su país.

“Fue un sufrimiento bien grande para él y su familia”, agregó.

Tras múltiples esfuerzos pudo volver y filmó dos películas. Una de ellas titulada The Flight of the Lost Ballon (1961),  filmada entre la playa de  Isla Verde e Isla de Cabra y en ella su papel era, cómo no, el  de un gigante que asustaba a las personas, dijo Ramos Acosta. 

No se tiene claro el nombre de la otra película de corte cómico, aunque hay escenas que se pueden conseguir en Internet.

 Birriel Fernández nunca se casó. Le gustó alguna chica de su barrio, pero nunca tuvo una relación, indicó la funcionaria.

Un programa repleto

Para conmemorar el centenario del natalicio de Birriel Fernández habrá una gran variedad de actividades.

Hoy se llevará a cabo un acto ecuménico en el cementerio de la Santa Cruz Barrio del mismo nombre. Además se depositará una ofrenda floral.

 Para quienes asistan será imposible no distinguir su tumba. Se trata de una estructura de unos 15 pies de largo, que requirió de dos planchas de mármol porque no se consiguió una sola de ese tamaño.

Y a partir de las 6:00 de la tarde se hará la presentación oficial de la segunda edición del libro en que se recopilan sus experiencias, escrito por Diego Meléndez Berdeguer, quien lo visitó durante

 muchos meses para poder recoger las anécdotas.

El acto se realizará en el auditorio Fortunato Vizcarrondo  a un costado de la plaza pública.

La primera edición se publicó en el 1984.  Pero en los 10 años que siguieron, Meléndez Berdeguer continuó visitándolo y esta segunda edición incluye nuevas narraciones.

Precisamente, Birriel Fernández está reconocido como la persona con gigantismo más longeva del mundo. 

Falleció a los 77 años, dijo Ramos Acosta.

El autor del libro -por si fuera poco- está dándole los toques finales a un documental sobre el gigante, que se presentará el sábado.

 Ese día también será el estreno de una pieza musical compuesta en honor al gigante por el maestro Luis “Perico” Ortiz que  interpretará junto a la Orquesta Sinfónica de Carolina, que también hace su debut.

Además, a partir de la 1:00 de la tarde y a cada hora se hará una lectura del libro: “Felipe, corazón de gigante”, una edición hermosamente ilustrada dirigida al público infantil que cuenta de manera sencilla la historia del gigante en versos.

La oferta incluye una exhibición de fotografías titulada “Lo inmenso de lo cotidiano”, y otra exposición de ocho artistas plásticos que  hicieron sus respectivas interpretaciones de sus gigantes en lienzos de ocho pies de alto. 

“Estamos vistiendo la ciudad con el mensaje de que no importa a qué te dediques puedes ser un gigante en lo que emprendas”, declaró Ramos Acosta.