A casi una semana de que el potente fenómeno afectara a la Isla, muchas víctimas se sienten desvanecer pues el escenario se agrava con las lluvias de los últimos días y la ayuda que se les ha prometido llegará a cuentagotas hasta que el municipio sea declarado zona de desastre por el gobierno de Estados Unidos.

Este es el caso del matrimonio compuesto por Nancy Calderón y Domingo Pizarro, cuyo hogar -ubicado en el sector Melilla- quedó hecho añicos cuando los vientos del huracán volaron de raíz el techo de zinc y madera que lo resguardaba. Todas las áreas -sala, comedor, cocina y uno de los dormitorios- quedaron al aire libre. 

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Sólo una de las habitaciones, una en la que apenas cabe una camita full, se salvó del destrozo. Y allí, entre coladeras de agua y el peligro que representa en términos de seguridad el espacio, pernocta la pareja.

“Estamos vivos de milagro, porque a los cinco minutos de irnos para casa de mi mamá (que vive en la planta baja de la casa), sentimos cuando el techo se fue”, contó Nancy, al explicar que no pueden continuar refugiados en casa de su mamá porque la señora también sufrió daños en la residencia y tiene filtraciones en dos de las tres habitaciones que tiene la casa. 

“Es triste lo que estamos pasando. Esta casa se nos quemó hace dos años porque hubo un cortocircuito por un aire acondicionado y, apenas nos estábamos recuperando de eso… y ahora mira cómo estamos. Pero na’, por lo menos estamos vivos. El Señor nos ayudará”, dijo resignado Domingo al agregar que apenas tuvo la oportunidad de “salvar” documentos y sus medicamentos. De hecho, en medio de este tormentoso proceso, se prepara para una operación de corazón pautada para el próximo 3 de octubre.

Otra estampa igual de penosa vive don Epifanio Sánchez Álvarez, un pensionado de 52 años, que perdió su casita ubicada en el sector La Ceiba del barrio Las Carreras. 

Ayer, “Epi”, como le dicen de cariño familiares y amigos, miraba con nostalgia los estragos que dejó el huracán en la estructura de madera y zinc.

“Gracias al Señor estoy vivo y gracias al Señor me voy a recuperar… yo sólo quiero que me ayuden con los materiales y yo mismo la levanto de nuevo… y, si acaso, que me den una ropita, porque me quedé sin na’”, dijo con la voz quebrada y a punto de llorar quien se refugia en casa de sus hijas, una pequeña estructura donde pernoctan a duras penas siete personas. Por eso le urge regresar a su casita, aseguró.

Se organiza la ayuda voluntaria 

Consciente de la situación que atraviesa Loíza, la alcaldesa Julia Nazario, activó un plan de auxilio con personas que laboran en el área de construcción y que, voluntariamente, llegaron a su oficina para ponerse en disposición de darle ayuda con mano de obra a los damnificados.

“Nos han llamado muchas personas ofreciendo material de construcción, porque realmente la mayoría de las viviendas que se perdieron son de madera. Por eso hemos ideado que mañana (hoy) nos reunamos a las 4:00 de la tarde con toda esa gente que quiere ayudar -constructores, albañiles, carpinteros- para comenzar a reparar las viviendas”, dijo Nazario.

Cabe señalar, que la reconocida arquitecta Astrid Díaz dijo a Primera Hora estar a la disposición de orientar a las personas involucradas en el proyecto de reconstrucción de viviendas para que el proceso garantice una edificación segura.

Mientras, la ejecutiva municipal dijo que el gobernador Ricardo Rosselló estuvo visitando a algunas de las familias afectadas en el fin de semana y, tras ver la devastación, hizo la petición formal al gobierno federal para que declarara a su municipio zona de desastre.

“Esperemos recibir la certificación pronto. Es importante este proceso porque de esa forma Loíza será elegible al Programa de Asistencia Individual y el Programa de Asistencia Pública, lo que le permitirá a los afectados la oportunidad de subvenciones para vivienda temporal, para reparación y reemplazo de instalaciones dañadas”, explicó quien dijo haber entregado a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) un censo e informe detallado de daños.

De otra parte, el centro de acopio instalado en la casa parroquial de la Iglesia Católica San Patricio -localizada frente a la plaza pública- continúa recibiendo donaciones en horario de 8:00 de la mañana a 5:00 de la tarde.

Actualmente, los organizadores están pidiendo encarecidamente alimentos no perecederos (salchichas, corned beef, cereal, jugos, leche), productos de limpieza (cloro, jabón de fregar, escobas, mapos, esponjas) y artículos de primera necesidad (jabones, cepillos dentales, pasta, shampoo, acondicionadores, toallas y pañales de niños y adultos).