Hermanos se reencuentran tras más de 60 años separados
Daniel Guzmán contó que un día su papá salió con su hermana Santa Iris, de dos años en aquel momento, y cuando regresó a la casa lo hizo sin la niña.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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Mayagüez. Santa Iris tenía dos añitos cuando salió un día con su padre y nunca más regresó.
“Él trabajaba con una familia pudiente que tenía finca y nosotros éramos una familia de once hermanos”, recordó Daniel Guzmán Pagán, quien tenía ocho años de edad cuando su padre Gumersindo salió con su hermanita un día y regresó a su casa sin ella.
Daniel recuerda cómo sufrió de ver a su madre Filomena preguntarle y reclamarle una y otra vez a su esposo: “¿Dónde está mi hija? ¿Qué hiciste con ella?”
Gracias a la tecnología y las redes sociales, 65 años más tarde, apareció la hermana perdida, trayendo esperanza y espacio para reconciliar pensamientos que asegura atormentaban su alma en torno a su padre, quien se llevó a la tumba el secreto de lo que hizo con Santa Iris.
“Mi madre le hizo veinte mil preguntas que nunca él las contestó. Él se fue con ella y regresó sin ella. Desde ahí en adelante no supimos más nada”, recordó, destacando que “mi mamá murió con el deseo siempre de encontrar a su hija, pero nunca la encontró”.
A sus 73 años de edad, Daniel vive en una humilde casita en el sector La Quinta del barrio Balboa en Mayagüez, junto a su esposa Angelita Lugo, con quien ha procreado a tres hijos -dos varones y una mujer- y a quienes ha querido criar libres del maltrato que dice una vez vivió a manos de su padre.
“Nunca nos dio un ejemplo como padre. Nuestra vida ha sido un desastre. Mi mamá tuvo que hacerse cargo de todos los hijos y mi papá con sus “jangueadas murió a los 56 años alcoholizado”.
Por años, la mente de Daniel fue atormentada con ideas de que su padre pudo haber vendido a su hermanita, porque eran una familia muy pobre. También pensó que la había dado para que vendieran sus órganos a una red de traficantes, entre otras cosas.
“¿Estará viva?”, se preguntaba.
Pero, las muchas ideas oscuras sobre lo que pasó con Santa Iris se disiparon recientemente cuando una de sus sobrinas lejanas dio con una mujer de nombre Iris Burkart, a través de la red social Ancestry.com. La mujer resultó ser su hermanita Santa Iris, “la bebé”.
“Fue mediante la generación más joven, que están acostumbrados a chatear por Internet. Tengo una hermana que está en Florida y desde allá una sobrina empezó a buscar y chateando la encontró”, dijo con emoción Daniel.
Santa Iris había sido adoptada por Isaías y Ernestina Ojeda, un matrimonio que nunca tuvo más hijos. Estos la llamaron Iris y nunca le dijeron la verdad de sus padres biológicos.
Daniel confirmó que la propia Iris descubrió que era adoptada al encontrar unos documentos sobre ella.
“La muchacha no lo creía. El apellido que ella tenía no era el de las personas que la adoptaron. Le dejaron el nombre de Iris, pero lo quietaron el Santa”, acotó Daniel, destacando que a pesar de que su padre Isaías vivió con ella más tiempo, tampoco le respondía preguntas sobre su verdadera identidad.
El padre adoptivo de Santa Iris murió llevándose la verdad a la tumba.
Ello no impidió que Santa Iris continuara buscando sus raíces. Por años buscó y buscó respuestas entre familiares y nada. Pero en octubre, una sobrina que reside en Florida, entró al portal de Ancestry.com buscando atar cabos en su árbol genealógico y para su sorpresa encontró documentos que la relacionaban con un tal Iris Burkart.
La posibilidad de haber encontrado a la “hermana perdida” tuvo un final feliz.
Luego de un intercambio de palabras, se compartieron e-mails y se abrieron las llamadas para confirmar la historia que todavía arranca lágrimas de los ojos de Daniel y de su otra hermana Evelyn, únicos hermanos sobrevivientes del hilo en este drama familiar, que tuvo origen aquel día cuando a su casa llegó una pareja desconocida y se fueron acompañados de su padre Gumersindo y “la bebé”, sin saber nunca más de ella.
Santa Iris logró viajar a conocer a su familia en Puerto Rico y visitó la tumba de su verdadera madre Filomena, quien murió siempre cargando con una muñeca en sus brazos, a quien llamaba Iris.
“Cuando nos encontramos aquí, yo lloré sobre su pecho. Hemos mantenido una comunicación bien linda. Yo le digo ahora que a lo mejor mi papá buscó el bienestar de ella. Le damos gracias a Dios que la encontramos saludable, elegante, bonita”, expresó Daniel, quien no desiste de la idea de conseguir cómo viajar a conocer los cuatro hijos que tuvo Iri