Quebradillas. La casa vieja de los Amador, en Quebradillas, no es un museo pero lo parece. Tanto así que a cada rato sus propietarios reciben visitas de extraños que quieren hacer un recorrido por la casa más antigua de este pueblo.

Carmen Amador y Ángel Lugo residen en Arecibo, pero viajan a Quebradillas cada vez que alguien les solicita ver la casa que don Andrés Amador, abuelo de Carmen, compró en el 1901, pero que fue construida antes de la misma fundación de Quebradillas, en 1823.

La casa fue construida por la familia Rivera y luego le perteneció a la familia Marxuach, después a los Babilonia y desde el 1901 está en manos de la familia Amador.

“Mi papá nació en esta casa y yo nací en esta casa”, dijo Carmen. “Para nosotros es un orgullo que esté en nuestras manos y le abrimos la puerta a todo el que a través del Municipio pide verla. Para nosotros es importante tenerla y compartirla”, añadió.

La casa es de cemento pero tiene el piso y el techo de madera. El techo es a cuatro aguas. La residencia tiene tres cuartos, una amplia sala, comedor, cocina, una terraza, columnas de ladrillos y una enorme biblioteca ubicada en la primera planta. La familia Amador construyó un baño en la segunda planta de la casa que no existía en el diseño original.

“Hemos tratado de mantenerla lo más fiel a como era, aunque naturalmente hay cositas que tenemos que reforzar”, comentó la propietaria.

“Nosotros comenzamos a restaurarla y ése es nuestro hobbie ahora”, comentó, por su parte, don Ángel.

La residencia ubica en una parte alta del barrio Terranova desde donde se ve el centro urbano de la Ciudad Pirata y también el mar.

El mobiliario también ha sido conservado y la familia ha adquirido otros muebles antiguos para devolverle a este hogar el ambiente que tenía cuando los primeros Amador lo habitaron.

Esta residencia se usó también como centro de enseñanza porque las primeras clases del Colegio de Varones se impartieron aquí.

“Las primeras misas y novenas de Quebradillas se dieron aquí”, comentó doña Carmen.

De hecho, doña Carmen tiene una anécdota de lo que piensa que pudo ser un milagro que se le adjudica a San Francisco de Asís. Narró que un 4 de octubre, día de este santo, se originó un fuego en uno de los cuartos de la casa. Un rayó entró por el televisor y lo hizo polvo, también llenó de humo y hollín la casa, pero no la quemó. Frente al televisor, había una imagen de San Francisco y doña Carmen cree que el santo protegió la casa tan querida por su familia.