En los tristes y oscuros días que sucedieron al feroz golpe del huracán María, la estación de gasolina Valentín Service Station, ubicada en el barrio Mameyes de Utuado y único establecimiento que sirve además como minitienda y mercado en muchas millas alrededor para las cinco comunidades circundantes, reabrió a las 24 horas y se mantuvo dando servicios lo mejor que pudo para asegurar que toda esa gente no se quedara sin suministros básicos.

En Patillas, la Farmacia Jomari hizo lo mismo, reabrió 24 horas después y se mantuvo suministrando medicamentos sin cobrar a los clientes y sin saber cómo iba a ser el proceso luego con las aseguradoras, y brindando además espacio para recargar celulares y equipos médicos y congelar agua, mientras su generador lo permitía.

En Arecibo, el IPVI (Instituto Pre Vocacional e Industrial de Puerto Rico), no dejó de ofrecer sus esenciales servicios a las muchas personas que atienden a través de más de 40 pueblos del norte, centro y oeste de la Isla, a pesar que su edificio principal quedó con ocho pies de agua.

En los tres casos, su contribución a la comunidad fue esencial durante esos tiempos de crisis y más recientemente durante los apagones. Por esa, entre otras razones, fueron elegidos para ser parte del programa piloto de la novedosa y prometedora Iniciativa de Resiliencia Energética Comunitaria (CERI), que busca instalar sistemas de energía renovable resilientes en instalaciones que puedan considerarse críticas para las comunidades, con un financiamiento que combina subvenciones filantrópicas y fondos de la banca local.

CERI, que es el primer modelo de su tipo en el Caribe, aspira a impactar unas 350 instalaciones críticas a través de todo Puerto Rico con la instalación de microrredes solares con almacenamiento, incluyendo a negocios e instituciones sin fines de lucro, y luego replicarse por el Caribe y otras partes del mundo, en aras de conseguir una “resiliencia energética equitativa”.

El proyecto cuenta con respaldo de varias entidades como Fundación Comunitaria de Puerto Rico, Global Energy Alliance for People and Planet, RMI y Enel, así como con CooPACA y Banco Popular.

CERI eligió a Puerto Rico para su plan piloto tomando en cuenta la fragilidad del sistema energético en la Isla, que quedó demostrada tras el paso de María y sigue manifestándose en los constantes apagones, y también por el riesgo que enfrenta toda esta zona caribeña al impacto de más eventos atmosféricos severos.

Estas microrredes solares permitirían a esos negocios e instituciones sin fines de lucro considerados esenciales continuar ofreciendo los servicios vitales que ofrecen a sus comunidades, ya sea de cuidados médicos, educación, transportación, alimentación, con un sistema que van a poder financiar con pagos que en promedio serán de 10% a 15% menores a los que hacían por el servicio de energía eléctrica, y además con apoyo para mantenimiento y eventual remplazo.

Los dueños y directivos de los dos negocios y la fundadora de la organización sin fines de lucro, resaltaron las bondades del proyecto, destacando que, más que un beneficio para ellos, significaba un beneficio para las comunidades a las que sirven.

“IPVI en sus 38 años ha desarrollado 24 programas de servicios, con 12 a 15 personas al año. Y no es una sola modalidad. Hay personas que si nosotros no le damos transportación, mueren, por no darse diálisis. Hay personas que si nosotros no acudimos a ellas pueden ser violadas toda la vida. Hay personas que podrían perder su hogar si nosotros no bregamos con la renta. O sea, nosotros tenemos múltiples servicios, directos, básicos, necesarios, servicios que no pueden esperar”, comentó Nilsa López, fundadora de IPVI, agregando que esos servicios, que son gratuitos, no se limitan a Arecibo, sino que sirven también a las regiones de Aguadilla, Mayagüez, San Juan, Bayamón, entre otras.

Al mismo tiempo, su colegio ofrece educación vocacional en electricidad, refrigeración, terapia respiratoria, enfermería, cosmetología y asistente de oficina, todo “solamente con beca Pell y alguna ayuda, si cualifica, y es gratis, y se puede pagar a los maestros”.

López recordó que, cuando azotó María, “aquí cogimos ocho pies de agua. El personal sacó agua inmensamente. Pero, ¿qué pasa?, que viene FEMA (Agencia Federal de Manejo de Emergencia) y nos dice necesitamos tu ayuda. Y nosotros servimos en el manejo de casos a nueve pueblos, Arecibo, Barceloneta, Camuy, Hatillo, Lares, Quebradillas, Ciales, Utuado y Vega Baja. Y en valor, dando materiales se les dio a 40 pueblos, llegando a Salinas, Santa Isabel, Ponce. Desde aquí, calladitos, pudimos entregar miles y millones de dólares en materiales; 12,000 unidades de vivienda fueron techadas, dimos manejo de caso a 11,600 personas”.

La fundadora de IPVI afirmó que “esta iniciativa nos permite a nosotros continuar el servicio en caso de alguna emergencia, sin tener que dejarlos. Ahora no va a haber problemas, vamos a poder comunicarnos en cualquier momento”.

Mientras, Francisco Valentín, dueño de Valentín Service Station, “entre Jayuya y Utuado”, comentó que aunque hace 15 años había en esa zona tres gasolineras, dos supermercados y una economía robusta, “eso ha ido decayendo con los años y ahora mismo somos la única gasolinera desde mi comunidad hasta el pueblo de Jayuya, hasta el pueblo de Utuado, hasta el pueblo de Ciales, el único negocio mediano donde podemos darle todo tipo de servicios, alimentos, ferretería, WIC, todo lo que las comunidades necesitan”.

Luego de María, recordó, pese a todos los grandes retos que enfrentaron, abrieron a las 24 horas y pudieron dar servicios a la comunidad.

“Hemos buscado la manera de llenar esa necesidad. Y al ser el único negocio no quiere decir que tú asumes una posición de que te vas a lucrar de eso. Al contrario. Mi compromiso con las comunidades entonces es más fuerte, mi deber con ellas es más fuerte. Soy líder comunitario también, o sea, que soy enfático doble por la condición de mis comunidades”, comentó Valentín, asegurando que “participar de este programa es una gran ventaja, un gran apoyo”.

Valentín aseguró ser “fiel creyente que nos tenemos que mover a energía renovable, a energía limpia”, recordando que “somos un país caribeño y vamos a tener constantemente esta situación”.

Agregó que, cuando le mencionaron del proyecto, “claramente les dije que sí”, y afirmó que “el tener este sistema solar, me da la oportunidad de convertir mi comunidad, ante todo, en una comunidad más resiliente que va a tener acceso constante a servicios. Me da la oportunidad a mí de mejorar la prestación de los servicios”.

Por su parte, Marisa Carrasquillo, dueña de la Farmacia Jomari, que sirve desde hace 24 años al pueblo de Patillas, sostuvo que impacta a la comunidad “de muchas formas”, sea auspiciando actividades del pueblo como ferias de salud, maratones o ferias científicas, o con actividades benéficas y de prevención, o su proyecto Salud Jamari, con el que ofrecían clases gratis de aeróbicos y zumba, hasta que se vieron obligados a pausar por la pandemia.

Luego del huracán, “pudimos dar servicios al otro día, gracias a Dios. Nuestro generador eléctrico comenzó a trabajar sin parar, dando servicio a los pacientes. Nuestras guaguas de servicio, que tenemos servicio de entrega de medicamentos y equipos médicos en el hogar, en Patillas y pueblos limítrofes, las pasamos al municipio para ayudar en la entrega de suministros. Los pacientes podían ir a la farmacia a cargar sus celulares, o los que necesitaban algunos equipos médicos. También congelaban los galones de agua para que tuvieran agua fría”.

“Estuvimos despachando medicamentos a todos los pacientes, sin facturar a los planes médicos porque no había internet. Y los pacientes necesitaban sus medicamentos. La insulina no podía esperar. Los pacientes diabéticos y todos los pacientes hipertensos necesitaban sus medicamentos. Así que comenzamos a despachar medicamentos a todo el que lo necesitara y luego, eso sin facturar, pensando que podía ser que nos pagaran o no nos pagaran, pero había que dar servicio porque eso era lo más importante, ayudar al pueblo en ese momento”, recordó.

Aseveró que ser elegidos por el proyecto “es una bendición. Es una seguridad de que vamos a poder seguir dando servicios, que es lo más importante, al pueblo de Patillas y pueblos limítrofes”.

David Haddock, vicepresidente de Administración y Programa de Fundación Comunitaria, resaltó el método de financiamiento bajo CERI, explicando que, “va a hacer que lo que paguen por el sistema va a ser menor que lo que van a estar pagando por electricidad”.

“Y eso es sumamente importante, porque les genera una economía, que pueden utilizar para asuntos operacionales. Pero más importante, para preservar esa economía, para mantenimiento y remplazo. Para nosotros es muy importante que se pueda sostener. Más allá de la resiliencia, es importante la sustentabilidad”, afirmó.

Asimismo, destacó que la iniciativa tiene un enfoque de trabajo que se basa en lo que llaman ATM, “La A, de acceso a recursos básicos, en este caso energía, energía limpia. La T, tenencia, que sean dueñas. Y la M, para mantenimiento y manejo. Sin ese enfoque nos quedaríamos con sistemas que, de aquí a 10 o 15 años, cuando esas baterías y esos paneles dejen de funcionar, PVI, Jomari, Valentín, se quedarán sin sistema. Pero dentro de esa economía, si la van preservando, van a tener la oportunidad y la capacidad de continuar con el sistema”.

Aquellos interesados en apoyar o colaborar con CERI, o aquellos negocios u organizaciones sin fines de lucro que entiendan cumplen con el criterio de ser una facilidad crítica y estén interesados en ser considerados para futuras etapas de CERI, pueden comunicarse al correo electrónico CERI@rmi.org para obtener más información. Hiram Williams, gerente de Energía Renovable de Fundación Comunitaria, agregó que, incluso aquellos negocios u organizaciones que hayan comenzado algún proceso para instalar sistemas renovables u obtener préstamos para esos fines, también pueden participar de CERI.