Inhumano sepelio de paciente obeso

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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Doloroso entierro.
La familia de Carlos Collazo, el hombre de 40 años que pesaba más de 900 libras y quien murió el martes, presenció el peor de los sucesos en el momento en el que los restos de "El Colla" descendía a la enorme fosa que se excavó para él en el cementerio municipal 3 de Caguas.
Dos “diggers” al lado del hueco tenían amarradas unas sogas que no pudieron con el peso del féretro fabricado especialmente para esta ocasión y se rompieron. Acto seguido, el féretro se abrió y el cuerpo del hombre cayó sentado dentro del hueco.
La madre del hombre, doña Teresa Torres tuvo que ser llevada de urgencia a una sala de emergencia.
El escenario fue una circense desde un principio. Varias personas y empleados se reían a espaldas de la familia, al igual que curiosos que llegaron al lugar.
El hermano de Carlos, Eduardo Collazo, con profunda tristeza, calificó el entierro como un circo que demuestra la ignorancia y lo tercermundista que está Puerto Rico en el manejo de casos de personas con obesidad mórbida.
Las afrentas a la dignidad de Carlos Collazo se observaron desde la inexistencia de camillas en el hospital para personas con su condición y la ausencia de servicios especializados.
Fue la espera de una ayuda médica y el haber sido ignorado lo que desembocó en su muerte.
Se estableció un perímetro alrededor del área. Llegaron guardias que intentaron alejar a los curiosos, pero fue en vano. Había personas con cámaras que tomaban la desgarradora imagen. La fosa medía 5 pies de ancho por 9 pies de largo.
A eso de las 2:40 de la tarde se logró ubicar correctamente el cuerpo del difunto y la familia consintió a que prosiguieran con el entierro.