Todo un pueblo estuvo atento a su nacimiento un 9 de junio de 2000 y, luego, a la delicada operación que la separaría de su gemela siamesa. Desde entonces, la joven tuvo en ella un espíritu inefable de supervivencia y superación.

Ahora, 23 años después, la aiboniteña Janlean Luna Rivera, obtuvo el grado de bachillerato del Departamento de Psicología, con altos honores, durante la centésima décima graduación del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico (UPR).

La joven, quien actualmente labora como facilitadora de apoyo en el Hospital Menonita CIMA, fue aceptada para continuar su grado doctoral en Psicología Clínica en la Ponce Health Sciences University y en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Recinto de Ponce.

Relacionadas

Janlean Luna seguirá con su estudio doctoral en Psicología Clínica en la Ponce Health Sciences University y la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Recinto de Ponce.
Janlean Luna seguirá con su estudio doctoral en Psicología Clínica en la Ponce Health Sciences University y la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Recinto de Ponce. (Suministrada)

Ni las diez cirugías que ha tenido a lo largo de su vida, ni los desafíos de movilidad por contar con una sola pierna, ni las condiciones de salud que ha tenido que enfrentar fueron obstáculo para que Janlean siguiera en pos de su educación universitaria.

“Siento una felicidad inmensa por este logro y completar esta meta. ¡Demasiado brutal! Le cogí mucho cariño al Colegio, cuando terminé no me quería ir porque se convirtió en mi casa. Esta graduación me da mucha alegría y nostalgia a la vez, sufrí mucho cuando estaba recogiendo para dejar mi hospedaje de Mayagüez. Vivía bien cerca de la Universidad y se convirtió en mi segunda casa. Dejo parte de mi corazoncito allí”, sostuvo.

De hecho, su mudanza a la Sultana del Oeste representaba la primera vez que estaría fuera de su hogar de manera independiente.

“La transición fue retante. Yo no sabía cocinar, nunca había vivido sola, así que fue un desafío. Los primeros días mi mamá se quedó conmigo y después, poco a poco, me fueron soltando. Más tarde, me enteré de que el primer día que me dejaron sola, mis padres se quedaron por el área un rato porque pensaron que yo les llamaría”, relató.

Se refiere a sus progenitores James A. Luna Morales y Juanita Rivera Gómez, quienes junto a su hermano mayor James A. Luna Rivera, siempre la han respaldado en sus proyectos.

Janlean Luna celebró su triunfo con sus padres, James A. Luna Morales y Juanita Rivera Gómez.
Janlean Luna celebró su triunfo con sus padres, James A. Luna Morales y Juanita Rivera Gómez. (Suministrada)

“Les agradezco de todo corazón porque a pesar de lo difícil, ellos confiaron en mí y me apoyaron incondicionalmente. Los primeros meses fueron bien difíciles, no me acoplaba, en lo que me adaptaba bajé las notas. Sin embargo, cuando decidí venir al Colegio, aunque tenía miedo estaba decidida”, enfatizó.

Del mismo modo, se mostró agradecida por el apoyo recibido en el RUM para rebasar sus desafíos de movilidad.

“Cuando llegué aquí no tenía silla motorizada y el campus es bien grande. De manera que los choferes estuvieron bien dispuestos a moverme, ya que tenía las clases corridas. Todos fueron muy amables y siempre me ayudaron”, recordó.

“Nacer así me ha cerrado puertas, pero también se han abierto muchas porque he conocido gente increíble”, agregó.

Como parte de su vida universitaria, se integró con los colectivos estudiantiles Asociación de Estudiantes de Psicología (AEPSIC) e Impacto Juventud, en la que sigue activa con el programa Chiqui Impacto.

Explicó que su interés por la psicología nació de su curiosidad de conocer más a fondo cómo funciona el cerebro y la toma de decisiones. “Siempre tenía el deseo de querer saber más y ahora que terminé, me fasciné”.

Precisamente, ayer 9 de junio, la joven nacida en el 2000, cumplió 23 años. Desde que se supo su caso, la comunidad se conmovió y mostró su apoyo.

Janlean nació pegada a su gemela Janlee, como gemelas isquiópagos, lo que implicaba que estaban unidas en la pelvis y compartían el hígado, los intestinos, la vejiga y una pierna. Desafortunadamente, su hermanita falleció meses después de su nacimiento.

“Todas mis condiciones están estables. De pequeña tuve como cinco operaciones, la primera, la separación y organizar los órganos para que estuvieran funcionales. Luego, cirugías de la espalda y la vejiga. Ya han sido 10 aproximadamente”, narró.

Alcanzado su bachillerato, la aventura de vivir sola, y tener trabajo, ya se encamina a iniciar su próximo peldaño: su grado doctoral en Ponce, donde también se relocalizará. Distinto de cuando inició en el Colegio, ahora sabe manejar y tiene su vehículo adaptado y claro, según indica, “ya se defiende en la cocina”.