LAKE NONA, Florida. Con un simple vistazo a una de sus sesiones de terapia física sería imposible pensar que la niña Jednnielys Pérez Rivas estuvo al borde de la muerte tras un accidente en agosto pasado en Aruba mientras vacacionaba con su familia. Desde entonces, ha superado cada obstáculo en el camino, y no para de hacerlo.

Ni tan siquiera un apresurado cambio en su escenario de vida ha logrado detenerla. Al contrario, cada día ofrece nuevas y mayores señales de progreso y de plena recuperación en su proceso de cuatro terapias semanales en el Nemours Childrens Hospital en Lake Nona, un suburbio contiguo al Aeropuerto Internacional de Orlando.

“He visto un progreso bien significativo en ella”, aseguró Alexandra Rivas, madre de Jednnielys, a Primera Hora en medio de una reciente jornada terapéutica. “Se siente más segura de ella misma. Lo he notado mucho… ella es la obra de Dios. Es un milagro”, agregó la joven madre acompañada por una enfermera boricua que le presta servicios por un periodo de hasta 12 horas diarias, de lunes a viernes, junto al trabajo de las terapistas y personal de apoyo de la moderna institución hospitalaria.

Jednnielys, quien el pasado 2 de febrero cumplió sus ocho años, sufrió múltiples golpes y la pérdida de la pierna derecha a consecuencia del desafortunado incidente que la tuvo un tiempo en estado comatoso y le hizo perder también la capacidad de hablar a consecuencia del daño generado a sus cuerdas vocales por el proceso de entubación durante el tortuoso proceso inicial de atenciones médicas en Aruba y luego en Puerto Rico.

A finales del año pasado, y ya con una prótesis preparatoria para la pierna que le permitió volver a dar cortos pasos por primera vez después del accidente, sus padres decidieron dejar atrás su vida en la Isla para buscar mayores y mejores oportunidades de rehabilitación para la niña. 

En plena época navideña se mudaron a Florida, estableciendo domicilio en Kissimmee y poco después iniciando el proceso de terapias.

Ahora Jednnielys continúa mejorando sus capacidades motoras, muestra más fuerza al levantarse y hasta ya ha comenzado a ingerir alimentos más sólidos, como carne y arroz, por cuenta propia. Ya no necesita una dieta exclusiva de comida majada. Son continuos los pequeños detalles que confirman el deseo de superación de la valiente niña. El sacrificio de la familia parece que ha rendido buenos frutos.

“(Estamos) más fuerte que nunca al ver cómo mi hija se esmera cada día en dar lo mejor de ella, en seguir sus terapias. Ver que a pesar de que su vida y nuestras vidas cambiaron por completo, ella siempre tiene una sonrisa. Siempre está bien positiva y eso a mí me da más que fuerza y agradecida con papito Dios que nos permitió tenerla”, enfatizó Rivas, quien desde el accidente se ha dedicado por completo al cuido de la niña.

Su esposo y contable de profesión, Johnny Pérez, ha seguido manejando de manera virtual las cuentas del establecimiento para el que laboraba en la Isla, al tiempo que también han tenido que lidiar con el proceso de adaptación y ajuste de su otro hijo, Ángel Joniel, a una nueva vida lejos de su casa original en Bayamón. Incluso, el niño ha tenido que recibir ayuda psicológica en el proceso.

“Para nosotros como papás ha sido bien duro. Tenemos que empezar desde cero, en un país donde no tenemos familia. Tenemos que conformarnos con lo que nos ampara cada día. Esto fue un accidente y uno no contaba con esto… tuvimos que dejar una vida ya hecha, estable en nuestra Isla, para el buen porvenir de nuestra hija”, sentenció Rivas, quien aprovechó la oportunidad para agradecer la ayuda y apoyo solidario que le han ofrecido “ángeles en el camino” y el pueblo de Puerto Rico en términos generales. 

“Siempre están apoyándonos y eso a nosotros nos sigue dando más fuerza y seguir echando pa’lante, aunque nosotros veamos que las puertas se nos cierran y se nos hace difícil el camino”, añadió.

Reconoció, sin embargo, que el proceso de sanacion de Jednnielys será extenso y complicado. 

En las próximas semanas, por ejemplo, será sometida a una evaluación referente a un potencial tratamiento para recuperar el habla. “Es un camino bien largo. Es un camino que sólo Dios es el que nos puede seguir dando esta esperanza. Estos logros, que para muchos eran imposibles, pero que para nosotros siempre lo creímos que inabarcable a ser posible, porque para Dios no hay nada imposible. Pero sí sabemos y tenemos que estar bien claros que es un proceso bien largo, porque se está hablando de fuerza de su masa muscular. Esto es algo que se va regenerando con el tiempo. Esto no es de que en una semana ya va a estar caminando. Eso no es así. Esto es un proceso bien largo y hay que tener mucha paciencia como la hemos tenido hasta ahora”, puntualizó Rivas, de raíces orocoveñas.

Pero sabe que todo es ganancia en comparación con los pronósticos iniciales recibidos desde que ocurrió el accidente en Aruba. “Mucho más positivo. Al principio sólo le daban 24 horas de vida. A mi hija no me la aseguraban. Tampoco me aseguraban que (Jednnielys) pudiera resistir el viaje a la Isla (Puerto Rico). Eran muchas cosas negativas en ese momento, pero ver todo lo que hemos logrado desde un punto cero hasta ahora es magnífico para nosotros. Esto es una victoria para todos. Y mi fe inquebrantable”, enfatizó la optimista madre.

“Seguimos ahí positivos de que Jednnielys va a volver a caminar, que Jednnielys va a volver a ser la misma ella. Obviamente, con su piernita, pero sabemos y estamos aferrados a que eso va a ser así por todos los cambios bien positivos que ella ha dado a pesar de los diagnósticos médicos que nos decían que ella no iba a poder hacer esto, que no va a poder hacer lo otro, y nosotros siempre ahí de que sí ella lo va a hacer porque ella es una niña bien fuerte”, concluyó.

Cualquier donativo para Jednnielys puede entregarse a través de la cuenta de Banco Popular #05927-5081 o por ATH Móvil al (939) 339-2495.