¿Jefe o jefa, qué prefieres tú?
Según una encuesta, más de una tercera parte de las personas prefiere tener un jefe y no una jefa.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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El rechazo a que la posición de mayor jerarquía la tenga una mujer ha disminuido en las últimas décadas, pero todavía más de una tercera parte de las personas prefiere tener un jefe y no una jefa.
Según una encuesta de Gallup reseñada por el Pew Research Center (PRC), son las mujeres las más que dicen preferir que su superior sea un hombre, una respuesta que no se explica con un simple “es cuestión de gustos”.
En otra encuesta del PRC se indagó sobre aspiraciones laborales y más del 50 por ciento de las mujeres entrevistadas dijo que no tenía interés en llegar a ser jefa. El asunto, sin duda, es complejo.
A la presidenta de la Comisión de la Mujer del Colegio de Abogados, Verónica Rivera Torres, no le sorprende que esa sea la respuesta de muchas mujeres y, en diferentes contextos, ella también lo ha escuchado.
“Como abogada feminista que veo casos laborales he escuchado informalmente a mujeres decir que prefieren un jefe varón y, a mujeres que son jefas, decir que prefieren trabajar con hombres”, expresó.
Las razones pueden ser múltiples y, según la abogada, no puede desligarse del contexto patriarcal en que se desarrolla la sociedad.
“Puede ser que sea la costumbre de que el hombre sea la figura de poder o cómo somos las mujeres cuando somos jefas y cuál es el precio que pagamos para llegar a ser jefas”, indicó.
Si se toma en cuenta la lista Fortune 500, solo un cinco por ciento de las empresas más ricas están dirigidas por una mujer. Lo sencillo es decir que los hombres son mejores empresarios, pero una mirada profunda arrojaría lo complicado que puede ser para una mujer llegar a ser la jefa.
“Los espacios son bien poquitos para las mujeres, así que es entendible que haya mucha competencia entre nosotras”, señaló, al reflexionar sobre el origen de la “antipatía” que le atribuyen a las mujeres en puestos de poder. “No es que haya otra mujer esperando el puesto, es que hay como 500 hombres”.
En la política, por ejemplo, de las mujeres en posiciones de mucho poder siempre se dice que son “bien fuertes” y, rasgos que en los hombres se consideran atributos, en las mujeres son vistos como defectos.